Mi delito

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Vi la puerta cerrar, lento y muy lento la vi entrar. En su rostro las arrugas y el sinsabor de una copa de champagne, a medio terminar.

Señaló mi cuerpo en la cama matrimonial, aún sangraba mi pecho luego del vendaval, que hace unas horas, vivimos en la sala de estar.

Vi la puerta cerrar, lento y muy lento la vi caminar. En su rostro las dudas y las palabras, que cual dagas seguro dejaría escapar.

Señaló mi cabello totalmente desgreñado, aún mi pierna no había terminado de sanar, aunque hace momentos, debía haber dejado de tintinear.

Vi la puerta cerrar, lento y muy lento la vi apuñalar. En su rostro la rabia y la venganza sin piedad, solo con el afán de dañar.

Señaló mi cabello, que ahora era una mezcla extraña, entre el brilloso amarillo y el oscuro rojo, de la tinta del cuchillo aquel.

Te preguntarás en un momento, querido lector: ¿Qué pecado cometió? ¿Cuál es la causa de tal dolor?

Pues te lo cuento, señalando junto a mi cama una fotografía, una donde hay dos damas, dos chicas de cabello largo y mirada particular.

Ellas llevan en su mano, de oro un anillo y en sus labios el rojo labial, obtenido a través de un beso fugaz, dado a escondidas de una sociedad.


Mi DelitoWhere stories live. Discover now