Capítulo 1

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Mi nombre es Kuro Sanjouno, soy un miembro de la raza renart, soy hermano de Haruhime Sanjouno, hijos de un gobernante de algún país del Lejano Oriente, estuve vagando durante cinco años buscando a mi hermana, después de haberme vengado del sujeto al que llamaba padre por ser un completo idiota y venderla a un mercader por romper un estúpido jarrón.

No lo mate, solo lo destrone, le quite sus pertenencias, sus terrenos, todo, se lo arrebate sin ningún remordimiento, luego todo se lo di a la diosa Tsukuyomi, esas cosas materiales no me importaban y no lo han hecho hasta ahora, mi único objetivo había sido encontrar a mi hermana, tengo su misma edad, una complexión normal para un adolescente, mi cabello y el pelaje de mi cola y orejas son un negro profundo, mis ojos son azules y detesto los kimono, quitan movilidad y son detestables.

Enfoque mis ojos en las puertas de la ciudad calabozo, Orario, mi ropa no era muy especial, solo llevo botas con protecciones metálicas, unos pantalones negros con dos bolsillos, los cuales tenían un espada amarrada al costado derecho de mi cintura, su forma era la de un rombo con la parte de la hoja siendo alargada, su color siendo de un brillante azul zafiro, tengo una camisa de manga corta negra, está debajo de una larga gabardina con capucha del mismo color, protecciones en mis codos además de un par de guantes sin dedos con placas metálicas encima.

-Motivo de su visita – el guardia pregunto con cansancio, casi no queriendo estar en su puesto.

-Vengo a ser un aventurero – mentí, ese no es mi objetivo, es lo que menos me importa en realidad, ya he pasado por muchas cosas, solo queda mi objetivo inicial.

-Bien, pasa – demasiado despreocupado y se para como si de una verdadera segunda clase se tratara, inepto.

Tenía que admitir que la ciudad era impresionante, sobre todo si veías las dos torres, en la cuales dos diosas me veían, una con deseo y lujuria otra con anhelo y alegría maligna, sí, sé que eso sonó extraño pero que importa, estos son mis pensamientos, hablare como quiera hacerlo, todo mientras me dirijo a la torre más pequeña, que parecía querer competir con la torre Babel, la más conocida en todo el mundo.

Las miradas de ambas diosas cambiaron en ese momento, ambas sorprendidas al verme tomar otra dirección, por mi lado, me empezaba a enojar, puedo sentirla y lo que siento no me está haciendo ningún tipo de gracia, no parece tener ganas de seguir viviendo, no sé qué pensar, me haga llamar su hermano y aun así me demore cinco años en encontrarla.

Para este momento tenía algo en claro, la sacaría de este sitio sin importar que me cueste o como las demás personas me vean, mi familia va primero, incluso está por encima de todos estos dioses.

-No había visto nunca un renart con más de una cola, ni que decir de uno con nueve – esa voz femenina me saco de mis pensamientos, ella había descubierto la existencia de mis nueve colas – debes ser nuevo por aquí, así que déjame informarte de algo.

Sentí la miradas de aquellas dos diosas volverse frías y celosas, no, no solo era eso, era algo superior a esa emoción, sin embargo, que importa, no es que me vaya a unir a alguna de ellas, solo vengo por Haru-chan y luego me iré, no me volverán a ver nunca más.

-Si quieres atacar a una familia deberías tener respaldo – eso me tenso, motivo por el cual me gire encarando a la pequeña diosa pelinegra con dos coletas de ojos azules y un pequeño vestido blanco.

-¿Cómo sabes que es lo que haré? – ya habiendo sido descubierto pues simplemente pasare a la defensiva, si ella empieza a manipularme la enviare de vuelta al cielo con un solo tajo.

-Se te ve en el rostro, estás lleno de ira y a la vez un amor inconmensurables, Familia Ishtar, ellos tienen a algo o alguien que amas pero son demasiadas, a menos que todas tus habilidades sean desbloqueadas.

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