Capítulo 17

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Mi cuerpo dolía y sentía como mis extremidades ardían, sin embargo, eso no impidió que me volviera a levantar al cabo de unos minutos de descanso, caminar al principio fue complicado, sus nervios habían sufrido más daño del que había considerado, aquella descarga de rayos que impacto contra mi espalda me habría dejado en un estado paralítico en caso de no haber muerto, volver a la normalidad me costaría, pero no podía usar argonauta, aun no, merece descansar luego de todo lo que ha hecho.

Sabía que Aiz se encontraba haciendo de guardaespaldas, la noticia de que había sido colocado bajo una maldición por el líder de la Familia Ikelos, alguien cuyo nombre olvide hizo que la lástima se mezclara con el odio y la ira, expulsar al dios había relajado un poco los humos, no es que hubieran podido encontrar a sus dependientes, pues todos y cada uno de ellos habían sido asesinados por mí, eso era información que la gente no necesitaba saber, aunque tampoco es que me fuera a importar en exceso, no me arrepiento de las cosas que hice por ayudar a los Xenos.

Eina-san había logrado conseguirme una muleta a cambio de un par de favores que le debían, su actitud no había cambiado en lo absoluto desde la primera vez que nos vimos aquel día que me inscribí como un aventurero, seguía siendo esa hermana mayor que no quería ver a su pequeño otōto herido más de lo que ya estaba, me había regalado un protector de antebrazo luego de enterarse todo lo que me había ocurrido, algo que sucedió poco después de que volviera a despertar y Aiz-san, por alguna razón, fuera la encargada de llevarme a la mansión Chimenea.

No era alguien que pudiera quedarse quieto, tenía mi brazo izquierdo vendado para evitar que el daño que recibió fuera mayor a causa del propio movimiento, todos habían escrito mensajes en las vendas, incluida Ryuu-san, quien me alegro verla sana y salva, ahora, las miradas se volvían cada vez peores, los ciudadanos normales dentro de su ignorancia no entendían lo que era el efecto de una maldición, los aventureros por otro lado parecían frustrados, resultó evidente que querían devolver cada firebolt que les lance al momento de escapar con Wiene por las calles, si tan solo supieran que fui revivido.

-Tiene mucho valor para venir aquí.

-Si no tuviera a la princesa de la espalda escoltándolo podríamos devolverle el favor.

-Puede tener el récord y todo eso, pero sigue siendo un niño débil.

Esa última persona tenía razón, seguía siendo débil, dependía mucho de mi habilidad y por eso mismo termine en este estado, lo único que se me ocurría era subir de nivel, pero todo lo que ocurrió hasta ahora no se sintió como una aventura, no, no lo podía considerar una aventura, vidas que se habían vuelto importantes para mí habían sido puestas en riesgo y más que una simple y vana aventura era una misión por rescatarlos, si debía lidiar con el odio de todas las personas en Orario no me importa, tengo cosas que hacer y el hecho de que me este tomando mi recuperación con calma es porque una vez vuelva a estar sanado daré mi más fuerte golpe.

-No tienes que enojarte Aiz-san, sus comentarios son ciertos en grado verdad.

-No estoy enojada – ella contesto con su ceño fruncido y ojos que parecían afilados.

Me pare delante suya haciendo que me mirara de manera directa, el enojo siendo reemplazado por una mueca un poco frustrada luego de ver mi sonrisa, la estaba involucrando demasiado, le había explicado sobre los Xenos y el motivo de mis actos, al principio ella fue reacia a aceptar la idea de que los monstruos que tanto odiaba pudieran actuar como personas, sabía que de cierta forma la estaba poniendo en contra de su Familia, pero eso pareció no importarle, sobre todo porque su objetivo en este momento había pasado a protegerme como quiso hacerlo aquella vez en el calabozo, cuando apareció ese primer minotauro.

- ¿Qué tal les fue? – Hestia pregunto con un rostro algo preocupado.

-Están enojados, el hecho de que Bell hubiera formado un teatro a causa de aquella "maldición" hizo que en parte nos criticaran con las miradas – Magnus respondió haciendo que pensará en el momento que salimos a comprar comida.

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