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El cuerpo de Jimin se encontraba acorralado entre el espejo enorme colgado en la pared y el cuerpo de su novio. Permanecía sentado con las piernas bien abiertas sobre la estructura de mármol frío del cuarto de baño, a un lado de los lavabos de color dorado al igual que las demás terminaciones del lujoso baño del pub.

No habían pasado ni cinco minutos cuando ellos ya estaban encerrándose en el baño y a pesar de tener cubículos a las espaldas de Agust, decidieron, por qué no, adueñarse de la habitación entera.

Las piernas de Jimin rodeaban las caderas de su novio rubio, y sus brazos rodeaban su cuello mientras las manos amplias de Agust amasaban su trasero a gusto propio. Sus labios se besan desesperados y cuando se separaban por aire, los bonitos y gruesos labios de Jimin se abrían para soltar gemidos bastante audibles.

Ambos tenían una erección enorme entre sus piernas y Agust era quien se encargaba de restregarles constantemente para arrancarle suspiros a su pequeño novio.

— Te había dicho cuánto me gusta que uses lencería bonita, pero nunca cuan loco me pone que no uses nada debajo. — La voz gruesa y excitada de Agust le hizo sentir un escalofrío recorrer su espalda, haciéndole arquear la misma.

Entonces, una de las manos de Agust dejo de acariciar sus glúteos por encima de sus pantalones de látex, para llevarla hasta el tiro alto de la parte trasera de los mismos y colar su mano por entre sus glúteos. Jimin de inmediato se aferró a su cuerpo, dejando sus manos sobre los hombros de Agust y mordiendo su labio después de gemir.

Con sumo cuidado y dedicación, comenzó a juguetear con su entrada. Como siempre, acariciaba con delicadeza la línea divisoria entre sus glúteos y cuando llegaba a su entrada, hacía pequeños círculos con uno solo de sus dígitos, y luego volvía con las caricias.

Jimin se estremeció de una manera única en sus brazos y sus cuerpos permanecían juntos gracias a qué su otra mano aún sujetaba con fuerza uno de sus glúteos para permitir que sus caderas rozaran. Era el mismo infierno, pero un paraíso para ambos.

— ¡Agust! — Tres golpes a la puerta principal del cuarto de baño se hicieron resonar, entre el audio en segundo plano de la música en el pub. Aún si Jimin se sorprendió por un unos instantes, no quiso interrumpir a su novio, quien ni siquiera se había inmutado por la interrupción.— ¡Joder, Agust, ¿Puedes dejar de follar?!

Jimin sonrió coqueto antes de juntar sus labios con los del rubio una vez más, a manera de callar sus gemidos y fingir que no estaban ahí dentro. Aunque ciertamente, era posible que todos les hubieran visto entrar.

— ¡Ya se que están dentro, y si tengo que joderles el polvo, lo voy a hacer! — Jin sonaba tan insistente al llamar a la puerta y Jimin se preguntaba cómo era que los dos guardaespaldas de Agust lo habían dejado acercarse tanto a la puerta del baño, aún si era su pub.— ¡Hijo de las diez mil putas! ¡Zico te está buscando! ¡Dice que es urgente y que la propuesta es realmente buena, así que aplaza tu follada con Kitty!

Y aunque Jimin sentía que no existía poder para controlar a Agust cuando quería coger a menos que fuera el mismo, resultó ser que lentamente el calenturiento beso ceso, Agust retiro su mano dentro de sus pantalones y soltó sus glúteos para apoyar sus manos sobre la superficie gris del mármol.

— ¡Que bien que sabes joder palos, Jin! — Agust bufó molesto antes de levantar su vista para encontrarla con la de Jimin.

Sus labios estaban abultados y sus mejillas ligeramente sonrojadas por el calor, sin embargo, tenía una expresión digna de un berrinche, el capricho más grande de todos le había sido arrebatado así como así. A pesar de mover sus caderas de manera sensual, Agust únicamente le tomo del mentón y beso sus labios de manera rápida.

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