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— No, Jiminnie, no puedes venir esta vez, prometo que para la próxima vez, no te despegaras de mi.

Eso había dicho Agust.

Pero eran cinco días, casi una semana sin verlo, y no podía estar acompañado. Aunque J-Hope se ofreció a quedarse a su lado, Jimin no podía permitirse privarlo de ciertas cosas. Menos quedarse encerrado por cinco días, quizás más.

Él ya había hecho de todo. Había cocinado, visto películas, limpio la casa, jugueteo con un par de gatos, práctico tiros, hasta incluso había terminado con la mitad de la despensa que Agust le había llevado días antes.

A penas iba a la mitad de su martirio, solo, aburrido y sobre todo, sin su amorcito.

Miraba el móvil una y otra vez, y aunque Agust le había prometido llamarle constsntemente, solo tenía un par de mensajes de texto, una foto y la esperanza de que le llamara en unas horas.

AGUSTD:

Prometo que cuando vuelva, voy a llenarte de besos.

JM:

No quiero tus mensajes, quiero tu voz.

Quiero tu voz diciéndome que me veo bonito.

Quiero tu voz diciéndome que me toque para ti.

Quiero tu voz jadeando mi nombre.

Aunque ellos no habían intimado personalmente, la distancia les había sentado tan bien. Porque el sexting y la hot line era algo que habían explorado, y les había encantado. Pero para el día cuatro de ausencia, Jimin necesitaba un poco más.

Estaba recostado en el sofá, cabeza abajo, mientras miraba la televisión, algún programa burdo de Netflix, sin mejor chiste o diversión. Entonces, tomo su móvil, vagando por internet hasta que por fin algo hizo que sus ojos brillarán con demasía.

Un bonito Rolex y... ¡Era de Hello Kitty!

Maldición, maldición, maldición. Por todos los malditos cielos. Era perfecto, precioso y Jimin lo quería en su muñeca.

Y ahora maldecía el no estar acompañado, el no poder decir cómo Agust: "Se me antoja robar..." Porque...

¡A la mierda todo! Ese reloj iba a ser suyo, completame te suyo, fuera como fuera.

Sin pensarlo demasiado, se levantó del sofá, para ir hasta su habitación. Se quitó de encima la bata de seda con peluche en las mangas para dejarla sobre la cama, bien ordenada, por cierto. De la misma manera, comenzó a quitarse los pequeños pantalones cortos de su pijama y por igual su delgada blusa.

Por sus piernas deslizó un par de pantalones de cuero negro, de los que tanto le encantaban, y por igual, tomo una de sus playeras favoritas, la blanca de Gucci y sus botas estilo militar color rosa, porque en contraste con su cabello eran hermosas. Un par de lentes de sol, traslúcidos con difuminado de rosa a morado, y un poco de labial bonito en sus labios en conjunto con su maquillaje impecable. Perfecto.

Antes de irse, no pudo olvidar pasar por la habitación de su, sí, sí, novio, para tomar las balas necesarias y la hermosa Walther P99 de color negro brilloso.

Con cada paso que dabas hacia el garage, su corazón latía aún más emocionado. Ese reloj tenía que ser suyo. No importaba que. 

Al entrar al garage, sus ojos se iluminaron al ver la bonita Mv Agusta Rvs de color negro reluciente en su lugar. Jimin era fanático de las motos en casa de su padre, en su vida anterior, pero nunca tuvo la oportunidad de comprar una, porque su madrastra decía que eran peligrosas y su padre le apoyaba ciegamente en todo. Por eso, en cuanto Agust le dijo que planeaba robar una, él no dudo en pedir alguna de sus favoritas.

Así que ahora estaba ahí, acariciándola de manera lenta y preciosa. No la consideraba suya, pero en parte lo era. Bueno, era de su novio.

Se montó sobre la misma y casi al instante arranco, con una sonrisa en los labios al escuchar el sonido, y aún más, abandono la mansión con los lentes de sol en su lugar.

El trayecto era largo, porque para abandonar el terreno de la mansión eran aproximadamente unos cuarenta minutos de trayecto, hasta cruzar con un camino desviado que nadie notaba y después, entronca a con el costado de una carretera que llevaba a Seúl. Dónde lo esperaba su bonito reloj.

Condujo por casi cuatro horas y media hasta llegar a la ciudad y adentrarse por una de las calles principales, que transitaba constantemente cuando vivía con su padre, de hecho, ubicaba realmente bien la tienda Rolex.

Estacionó en un costado de la tienda y sin demorar bastante se adentro en ella con una bonita y brillante sonrisa color cereza.

— El reloj, el bonito reloj de Hello Kitty.

Dictaminó con una voz dulce, y la sonrisa más amplia que podía tener en sus labios. Apuntaba con el arma a la chica trabajadora de la tienda, h él previamente se había encargado de entrar a la tienda en el turno del almuerzo del único guardia. Y la tienda era tan pequeña que existía una única chica empleada.

— Lo siento, estamos en horario de almuerzo y no atendem...

La chica se quedó callada cuando juro la vista y tenías una bonita P99 apuntándole a la cabeza, aún si habían unos metros de separación, era sumamente peligroso el moverse, no dudaba de la puntería de aquel chico.

Su acción natural fue caminar lentamente hasta la esquina del mostrador, en donde tenían ese botón rojo debajo de la vista que alertaba sobre un robo, sin despegar la vista del chico esbelto que ahora ya estaba a la mitad del local. Presionó con cuidado el botón, pero la alarma no sonó y solo esperaba que la conexión con la policía nacional funcionará.

— ¿Lo presionaste ya? — Jimin bostezo, algo aburrido por la actitud de la chica y sus ojos se volvieron más grandes. ¿Cómo sabía de aquel botón?— Bueno, querida, no tengo mucho tiempo, anda, el Rolex.

Si algo había aprendido Jimin era asegurarse que la policía no pudiera recibir el pedido de ayuda, así que previamente se había asegurado de cortar de la caja eléctrica, todos los cables rojos que eran normalmente los que JK alteraba. Así que la chica estaba perdida.

La chica opto por su mejor opción en ese momento, andar hasta el estante principal con el sonido de sus tacones resonando, y sin pensarlo, abrió la gaveta. Un nuevo bostezo se escapó de  los labios del pelirosa y golpeó sutilmente con la pistola el mostrador.

— Cariño, tengo un poco de prisa. —repitio y la chica termino de tomar el reloj, mientras Jimin extendía su mano y lo tomaba con una sonrisa enorme en sus labios.

Cuando levantó la mirada dispuesto a irse, su mirada se centro en una bonita chaqueta al costado de la entrada. Era negra, parecía de vinil piel con joyas y brillos en una hilera por el frente. Sin dudar ni un segundo utilizo la parte del mango de su arma para romper la vitrina y tomar la bonita chaqueta y salir de ahí tan pronto como podia.

— Gracias dulzura.

Jimin camino hasta la bonita motocicleta reluciente y antes de irse, colocó la chaqueta encima de su cuerpo y el reloj en su bonita muñeca. Volvió a guardar el revolver en su bolsillo y se dispuso a volver a casa.

El reloj brillaba tan bonito en su mano, y la chaqueta lucía increíble en su cuerpo. Ya quería que Agust volviera para enseñarle lo que había hecho, él solito.

Para Jimin, era claro que estaba listo, para crímenes mucho más grandes.

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