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Un tiempo después.

— Las manos donde pueda verlas y nada de lloriqueos.

En definitiva nadie reconocería a ese chico pelirosa de buen cuerpo. Nadie nunca imaginaria que era el hijo perdido del gobernador ni mucho menos que alguna vez fue un chico rebelde pero sumiso y adinerado de la capital. Nadie.

Jimin lanzó dos maletas de color negro hacia la barra amplia del banco central de Seúl, mientras que con su mano derecha sujetaba el revolver bien firme y con una puntería de "te mueres" antes que dudar. 

Justo a su lado, JK hacía lo mismo con el otro costado de cubículos para atención ciudadana. Los empleados no demoraron en acatar las ordenes mientras que los ciudadanos permanecían recostados contra el suelo y con las extremidades a la vista.

— Y al primero que intente hacerse el valiente le reviento la cabeza, ¿Entendido? — Dictaminó Jimin en su voz odiosa y molesta.

Estaba enojado por una razón tan tonta, que si yo la contara no tendría sentido.

— Chts, Chts, Chts. — Chasqueo su lengua un par de veces en cuanto una de las servidoras bancarias se acercó solo un poco al botón de seguridad como si quisiera tocarlo.— ¿Hoy es un buen día para morir? — Preguntó con una sonrisa ladina mientras centraba el arma en su mano directo a al frente de la chica.— estoy seguro que no, así que ni siquiera lo pienses.

— ¡Treinta segundos! — Grito JK desde su costado, mientras apuntaba con un arma de la misma manera a los empleados quienes no habían parado ni un segundo en llenar las maletas.

— Ya va. —Dijo Jimin antes de acercarse a la barra para tomar las dos maletas que le correspondían.— Y solo para que tengas algo bueno que contarle a la policía... —Jimin se refirió a la misma chica a la que le había apuntado hacía medio segundo y apunto la pistola una vez más, pero está vez, no se detuvo a pensar cuando y había disparado.

Entonces los gritos comenzaron. Las mujeres eran un manojo de nervios muy divertido para el pelirosa. Y un si no había dado contra el cuerpo de la chica, un buen susto si se había llevado.

— Muchísimas gracias por tan amable servicio. Ahora cuenten hasta diez en voz alta. — Volvió a gritar Jimin mientras caminaba junto a Jk a la salida, asegurándose de que todo estuviese en orden para huir.

Los clientes comenzaron a contar en voz alta, pero ahora el número tres, JK y Jimin ya estaban lejos de ahí.

La alarma sonó a los pocos segundos siendo accionada por la misma chica que había sentido la adrenalina correr por sus venas cuando Jimin disparo. Aún desde sus motocicletas, podían escuchar la alarma y a los pocos segundos las sirenas de la policía. Condujeron entre las calles transitadas y no transitadas hastaa lograr perderse y ganar unos segundos de ventaja.

JK se había convertido en su secuaz para las locuras. Las locuras "No peligrosas" como robar bancos, saquear tiendas o hacer desaparecer trailers con cargamentos especiales. Y ahora no podían parar con sus diversiones. A Jimin le ponía de buen humor y ahora lo necesitaba.

— Estoy seguro que la policía se va a reír si les dices que haz asaltado un banco porque no encontraste tu lencería favorita.

JK habló por el audífono interlocutor que los comunicaba aún cuando cada uno estaba en su motocicleta.

— No es una lencería favorita, JK, es la edición especial de Sanrio con Swarovski. Es más que favorita. —Aclaro Jimin mientras seguía conduciendo la bonita motocicleta de color rosa que Agust le había regalado hacía unos meses.— Por eso Hoppie me entiende más en esos temas, delicadeza al hablar de lencería, bobo.

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