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Tal como había ocurrido meses antes, tantos meses antes, estaba ahí, adentrado en el bien ambiente del pub con un montón de gente a su alrededor a pesar de estar en la zona privada.

Su atuendo lucía perfecto y sin duda nadie ahí podría si quiera pensar que se trataba de Kitty Gang, simplemente de un sumiso sumamente delicioso que sabía menear las caderas. Sus pantalones de cuero tono rosa bien entallados que brillaban con las luces, esas botas de plataforma con lazos que le encantaba atar, el bonito croptop blanco con perlas incrustadas en el bordado formando la palabra "Baby" en el medio, y ese bonito abrigo de tono rosa pastel, sumamente esponjoso y suave al tacto. Todo combinaba a la perfección con su cabello rosado y los labios cereza que tenían un ligero tono carmín debido a la paleta que había comido hace unos segundos, y al brillo labial que dejaba una capa encima. Un poco de sombras, un poco de rubor y el rimel en sus pestañas lo hacían ver: Deseable.

La manera en que sus caderas se movían de un lado al otro al caminar y la seguridad con la que lo hacía habían atraído más de una mirada. Había escuchado murmullos, y un par de piropos soltados al viento, pero el sabía bien a lo que iba, y no podía quitar los ojos de encima de su objetivo.

Una vez que subió los cinco peldaños de los escalones, su deliciosa figura apareció en la sección principal de la zona privada, un par de guardaespaldas le dieron la bienvenida, y Jimin sacó la paleta de cereza de sus labios y la sumergió en su copa de vidrio con un buen trago.

Cuarenta años, cabello castaño bien peinado, traje de color negro, camisa blanca y la corbata bien atada al rededor de su cuello. Le encantaba jugar con ese tipo de hombres, porque era increíble como con esa pinta de elegancia y cordura, buscaban chicos como él en los pub para poder coquetear y tener un buen orgasmo como posiblemente no lo tenían con sus esposas.

— ¿Lee Sung-Min? — Preguntó con un toque de inocencia mientras le miraba, encargado de morder su labio inferior al final de la pronunciación de su nombre. Claro que sabía que era él.

— Claro, cariño, ¿Y tú eres...?

El hombre que de encontraba recargado en el barandal con su vaso de whisky caro le miró de arriba a abajo, y Jimin dio un par de pasos para quedar cerca suyo. De inmediato, los guardaespaldas se activaron como si de un robot se tratara. Todos centrados en lo que haría Jimin.

— Si quieres saber mi nombre tienes que ganártelo, cariño. Pero yo he venido aquí por otra cosa. — Jimin observó de reojo a los mandriles trajeados que tenía y simplemente se relamió los labios, dejando sus rostros muy cerca pero aún sin tocarle ni un solo pelo o rozar sus cuerpos. Sabía que tenía que ser cuidadoso.— Tu nombre es muy bonito, ¿Y si me enseñas a gemirlo?

Y así era como había comenzado todo.

Así era como había terminado sentado en el regazo del bien vestido hombre trajeado, moviendo las caderas y frotándose contra su cuerpo de todas las maneras posibles. Los besos estaban sobrando, pero Jimin sabía lo bueno que era besando y le encantaba presumirlo. En un comienzo habían sido una buena manera de coquetear, ahora estaban siendo, más que nada, expresión de calentura de ambos.

Las manos ajenas se paseaban por sus muslos en los costados de su cadera y delineaban perfecto sus glúteos. Un par de quejidos se ahogaron dentro del beso cuando un par de azotes se hicieron presentes, inclusive, la espalda de Jimin se había arqueado. Las caricias por debajo de la ropa eran insistentes, el pequeño crop top de Jimin dejaba a la vista un montón de sus tatuajes, pero estaba seguro de que aquel hombre ni siquiera los había notado en su intento —Nada sensual— de quitarle la ropa.

Los besos bajaron a su cuello, y Jimin hacía lo que mejor sabía hacer, gemir de maneras mil veces más excitantes que cualquiera, era un don. Las manos de Lee apretaban sus glúteos y los masajeaba a su antojo, haciendo que sus caderas se friccionaran aún más contra la erección bastante dura y palpable que tenía.

De un segundo a otro, su mano paso a deslizar el ziper de los pantalones bonitos y ajustados que tenía Kitty, y ahí era donde debía parar.

— No, no, no... — Repitió y casi de inmediato Lee se separó de su cuello para mirarle un tanto desconcertado. La mano de Kitty había dejado de acariciar sus hombros para detener la suya sobre su entrepierna— No es mi estilo tener sexo en lugares como este.

— No puedo llevarte a casa, pero puedo ofrecerte el auto. — Lee respondió casi en un gruñido antes de volver a su cuello.

— Me gustan más los espacios abiertos... — Murmuró insinuante Jimin mientras sonreía de medio lado y miraba la salida de emergencia a un costado no muy cercano de donde estaban.

Oh, si, era esa misma que había atravesado meses estarás que lo había llevado a dónde estaba.




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Ambos caminaban entre el montonal de gente que bailaba en la pista. A pesar de tener a sus dos gorilas abriendo el paso, cuidando del majestuoso empresario que le tomaba de la mano y se dejaba guiar por Jimin y el ritmo de sus caderas, la gente era tanta que no había manera de pasar como si nada ocurriera.

Jimin había sugerido salir del lugar y Lee no había dudado en aceptar. Para nada, si tenía toda esa pinta de ser tradicional, sin mucho juego, y Jimin podía asegurar que únicamente tenía una sola posición para follar de la que su esposa, posiblemente, estaba cansada. Así que una propuesta como esa no iba a ser negada.

Jimin sonreía amplio mientras caminaba con los dedos entrelazados detrás suyo, mientras contaba desde veinte hacía atrás.

Siete.

Seis.

Cinco.

Cuarto.

Tres.

Jimin tomó ambas manos de Lee y las colocó en su cintura, girando sobre sus talones para besarle los labios y abrir con agilidad la puerta detrás de ellos.

Dos.

Uno.

Uno de los guardaespaldas salió primero, justo frente a ellos, mientras que el otro se encargaba de cerrar la puerta. El sonido de un par de disparos hicieron que el beso se cortará, y a pesar del intento del último guardaespaldas por meterles de nuevo al pub, fue inútil. Al igual que su compañero terminó cayendo al suelo, medio muerto, medio vivo, pero sin poder si quiera moverse.

Lee le había apretado en sus brazos, como si quisiera protegerlo, cuando él había sido justamente la causa del estruendo.

— ¿Me devuelves a mi gatito? — Casi de inmediato se escuchó la voz gruesa de Agust salir del mismo escondite detrás de los contenedores de residuos frente ellos.

Lee se tensó casi de inmediato, ahora caía en cuenta de en donde, y con quién estaba. Cuando sus ojos se centraron en los de Jimin, el tenía una sonrisa coqueta e inocente, como si fuera todo un niño travieso que recién acababa de ser descubierto. Y en sus labios sostenía una bonita paleta de cereza.

¿De dónde mierda la había sacado?

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Aaaah está es otra escena que ya me había imaginado desde el comienzo del Fanfic 🤭 ya quería redactarlo.

¿Les molesta que narre con Kitty y Jimin en el texto? ¿Le seguimos llamando Jimin? ¿O mejor corazónbebéchiquitopreciosodeAgust?

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