Epílogo.

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Mikhail.

Me coloco la chaqueta mientras camino a la salida del hospital junto con mis compañeros. El frío de víspera de navidad en serio me está calando los huesos.

Estoy cansado, las últimas clases presenciales dentro del hospital son muy agotadoras, aunque no me quejo pues estoy haciendo lo que amo.

Descubrí que la medicina es lo que me gusta hacer. Ya estoy en cuarto año y pronto podré obtener mi título de doctor, aunque cuando termine oficialmente mi carrera haré un post-grado y luego quizá me especialice en cirugía.

Me acomodo la gruesa tira de mi mochila mientras llego a la puerta de salida. Me despido con un ademán de Ross, el jefe de seguridad, y salgo a la fría y aun clara calle. Miro el cielo, reflejando que deben ser cerca de las cinco de la tarde.

— Feliz navidad, Mikhail. Saludos a Nat. Conduce con cuidado —se despide Ethan, uno de mis más cercanos compañeros.

Les sonrío a todos, dirigiéndome con ellos a la calle. Mi auto está estacionado ahí.

— Para ustedes también. Que tengan linda noche —camino a mi auto rápidamente, el frío es insoportable.

Subo en este, lanzando mi mochila al asiento del copiloto y enciendo la calefacción casi de inmediato, luego me dispongo a soltar un suspiro que hace que vapor salga de mi boca. Me quito el gorro de lana color negro que cubre mi cabeza y me remuevo el cabello. Luego saco mi celular de la bata blanca que cubre mi cuerpo para llamar a Nat.

Hemos estado bien, eso sin contar que las peleas y crisis de su parte sinceramente no han faltado, aún está aprendiendo a sobrellevar las cosas a larga distancia. Aunque llevamos cerca de tres años y medio en esto, ella aun no logra acostumbrarse. Siempre están los celos, las crisis de querer abandonarlo todo —de hecho lo ha hecho dos veces. Hemos terminados por esa misma razón, aunque a los pocos meses volvemos, creo que no sabes estar el uno sin el otro—, pero no hay un par de besos y palabras que no puedan tranquilizarla.

Nat ha crecido muchísimo, tanto como mental como físicamente.aa Actualmente se encuentra estudiando publicidad como dijo y también trabaja, sí, mi Nat está trabajando creando marketing digital para algunos sitios web. Es genial que lo haga, así mantiene su mente ocupada todo el día con sus estudios y trabajo, luego en la noche puede relajarse junto a mí.

Está tan hermosa, ya no es la niña que conocí hace años, es toda una mujer, preciosa e inteligente, no puedo creer lo mucho que ambos hemos crecido, lo mucho que ambos hemos pasado y soportado para llegar hasta aquí, para estar siempre juntos a pesar de las adversidades.

Sonrío al desbloquear la pantalla de mi móvil. Una Nat sacándome la lengua aparece. Busco el contacto en mi agenda, encontrándola como: Futura esposa.

Al tercer timbre, su bonita cara aparece frente a mí.

— Hola, cariño —saludo sonriendo al verla tan atareada en la cocina. Reconozco fácilmente el lugar en donde está, es el apartamento que Matt y yo compartimos desde hace algunos meses.

Mi amor —saluda ella, dejando lo que sea que hacía para mirar su móvil. Sonríe, acomodándose sus cabellos despeinados—. ¿Cómo estás? ¿Qué tal la clase?

Le detallo el rostro mirando su nariz levemente respingada, sus labios extendidos en una sonrisa, los mechones color chocolate cayéndoles sobre la cara y sus ojitos preciosos puestos sobre mí. La observo, enamorándome perdidamente de ella de nuevo. Sucede cada vez que la veo.

— Cansado —admito, encendiendo el motor para luego conectar el teléfono con el auricular del auto para así poder conducir y hablar con ella al mismo tiempo—. Y las clases espectaculares, aunque aún no me llevo muy bien con la pediatría. Esta mañana atendimos un par de partos.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Where stories live. Discover now