Capítulo 45: Buena Suerte.

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— Mueve el trasero, Natalie. Las demás también necesitamos cambiarnos —dos chicas de mi curso tocan con fuerza la puerta del baño.

Termino de acomodar la falda de mi uniforme mientras abro la puerta.

— ¡Ya está! Todo suyo —María, quien está recostada al lavamanos, mira con fastidio a las chicas que acaban de entrar al baño.

— Las chicas están afuera. ¿Nos vamos en el autobús del colegio o...?

Frunzo mis labios mirando mi reflejo. Luzco cansada, y no es para menos. Anoche duré hasta tarde estudiando para la evaluación de hoy, en la cual aspiro sacar un diez.

Ha pasado una semana desde mi cita con Mikhail y no lo veo desde ese día. Hoy lo veré en su colegio porque hay un juego de fútbol entre ambas instituciones a la cual todo el colegio debe asistir, no me quejo gracias a que podré beneficiarme de ello.

— El autobús está bien —acepto.

La verdad es que irme con Nate no es una opción porque 1: Nomar irá en ese auto y 2: no quiero mi otra muñeca adolorida.

Asiente, para luego salir del baño. La sigo. Después de encontrarnos con el profesor de educación física, nos guia al autobús escolar —repleto de púbertos malolientes— que se dirigirá al Tames High. Subo al autobús arrugando mi nariz y buscando con la mirada asientos alejados de los chicos de los primeros cursos. Tomo asiento junto a Rachell en uno de los primeros asientos y las chicas se sientan detrás de nosotras.

Miro por la ventana, imaginando el precioso momento en el que éste pedazo de autobús decida dar marcha y observo a Isabella con sus otras dos amigas de pie en el estacionamiento.

Esta semana he cruzado un par de palabras con la hija del entrenador Gians, pero casi siempre está con sus amigas y no decido interrumpir.

Una de las tres —la cual no es Isabella, claro está—, con cabellos castaños oscuros, habla por teléfono mientras se ríe a carcajadas. Frunzo el ceño, ella parece amargada pero la otra rompe el récord.

— Nat, tu teléfono está vibrando —Rachell señala mi mochila, la cual se mueve constantemente. Le sonrío y tomo el aparato.

— ¿Aló?

¿Si vendrás? —su voz hace que mi estómago se retuerza. Sonrío inmediatamente.

— Qué sí —aseguro mientras vuelvo a mirar por la ventana, encontrándome con un chico recogiendo a las chicas.

Alzo las cejas, impresionada por la gran camioneta en la cual el chico acaba de llegar. Puedo reconocer el vibrante color del uniforme de Mikhail.

¿Aún estás ahí? —oigo la voz de Mikhail lejana. Reacciono rápidamente.

— Sí, aquí estoy —respondo con rapidez, dejando a las chicas de lado.

¿Te espero afuera?

— Te llamo cuando llegue —sugiero, ansiosa.

Bien. Adiós —sonrío.

— Nos vemos al rato.

Corto la llamada.

Al cabo de quince minutos nos encontramos aparcando en el estacionamiento de Tames High. Las puertas del autobús son abiertas y los animales —sí, inadaptados— de los de primer curso intentan bajar a punta de empujones. Suspiro, esperando que la avalancha de chicos termine.

Las chicas y yo somos las últimas en bajar. El estacionamiento es tan grande cómo casi toda la institución. Los chicos comienzan a caminar hacia la gran entrada del colegio donde logro divisar a Mikhail de pie junto a Caleb, Lucas y otro par de chicos.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Where stories live. Discover now