Capítulo 49: No quiero estar solo.

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La cena transcurrió con tranquilidad y diversión. ¿Quién diría que West heredó el carácter divertido y pícaro de la señora Amelia?

Todo en la mesa del comedor eran burlas y comentarios sarcásticos por parte de todos. Fue la cena de navidad más divertida de mi vida. Después de cenar nos tornamos más serios y hablamos sobre futuras carreras universitarias mientras que los adultos en la mesa nos aconsejaban.

Ahora estamos en la sala esperando para abrir los regalos de navidad.

Mikhail y yo estamos acurrucados en el sofá frente al árbol de navidad que mi madre y yo tanto nos esforzamos en decorar. Me abraza por encima de los hombros y me apega a él, haciendo que yo me recueste en su pecho. Podría acostumbrarme a esto.

West está sentado con Nate frente a la mesita de la sala jugando cartas y mi madre junto con la señora Amelia y Luis conversan de pie mientras degustan una taza de chocolate caliente.

— Bien, es hora de abrir los regalos —mi madre mira el reloj en la pared y asiente. Son las diez y pronto Mikhail se tendrá que ir a cenar con su familia.

Sí, ellos cenan a las once de la noche.

Nos ponemos de pie con lentitud y flojera, y todos nos reunimos alrededor del árbol.

— Wesley Jones, no quiero que Bethany lo repita dos veces —la señora Amelia amenaza a su hijo quien apresura la partida con Nate.

— ¡Ya vamos! En serio —los susodichos lanzan un par de cartas con efusividad para luego Nate lanzar un bufido y golpear la mesa—. ¡Gané, puto!

— ¡Wesley! —la señora Amelia camina hacia su hijo y lo golpea repetidas veces en la cabeza, haciéndome reír mientras que West se cubre como puede.

— ¡Perdón, ma!

— Hablaremos de esto en casa —le advierte, mirándolo amenazadoramente—. Ponte de pie ya, muchacho.

West y Nate a regañadientes se acercan a nosotros.

— Comencemos —sugiere mi madre, emocionada—. ¿Quién quiere iniciar?

— ¡Yo! —la señora Amelia es la primera en animarse.

Camina hacia debajo del árbol, donde yacen la mayoría de los regalos que vamos a intercambiar, y coge uno de tamaño mediano envuelto con papel celofán color naranja.

— Este es para —observa la pequeña nota—...Nat.

Me sorprendo y lo tomo con cuidado.

— No debió —

— ¡Oh, vamos! No seas modesta, cariño —le resta importancia mientras sonríe—. Ábrelo.

Hago lo que me pide bajo la mirada expectante de todos los demás. Al quitar el papel celofán de encima del regalo, me encuentro con un libro.

Hush hush.

El tomo número 1.

Leo en la portada de éste y de inmediato sonrío.

— Hush hush —repito, sonriéndole con agradecimiento—. Me encanta. Gracias, señora Amelia.

Me acerco a ella y la abrazo. Ella me corresponde, encantada.

— ¿Un libro? ¿es en serio, mamá? —West frunce el ceño mirando mi reciente regalo.

— Tú cállate. Solo lo dices porque las dos neuronas que tienes no te dejan apreciar un buen libro como lo es ese, así que no opines —su madre lo reprende, haciéndome reír nuevamente y West me dedica una mirada mordaz.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Where stories live. Discover now