Capítulo 32: Castigada.

11.9K 812 505
                                    

— Gracias por la cita —agradezco bajando de la moto; él hace lo mismo.

Son las dos de la madrugada y acaba de terminar nuestra segunda cita.

Después de lanzarlo al agua, lo seguí yo y nadamos y jugamos un buen rato, eso sin contar los otros besos que nos dimos, los cuales corté al recordar que él no quiere nada serio.

— Fue divertido —dice, acompañándome hacia la puerta.

— Sí —concuerdo, comenzando a subir los peldaños frente a la puerta principal.

— Podríamos repetirlo —sugiere, deteniéndose frente a la puerta junto conmigo.

— Cuando aclares tus dudas con respecto a nosotros, quizá podamos volver a salir.

— ¿Qué se supone que debo aclarar? ¿Qué soy el cuerno en tu relación? —inquiere con un deje divertido.

Respiro profundo. Para todos los demás lo que entre Nomar y yo exista es prohibido porque yo estoy con Mikhail.

— No voy a dejar a Mikhail —le aclaro de una vez, aunque realmente Mikhail y yo no somos nada así que no hay nada que dejar— y menos si tú no sabes lo que quieres, Nomar.

— Claro que sé lo que quiero.

— ¿Ah, sí?

— Sí, te dije lo que quería.

— No pretendas que seré tu zorra en secreto, Nomar —escupo, llena de cólera.

— No serías mi zorra, Natalie —

— ¿Cómo le llamas a la persona que solo quieres para follar? —lo interrumpo— ¿novia? —me burlo en medio de una risa carente de humor—. No lo creo.

— No hay que ponerle etiquetas, Nat.

— Nosotros no le pondríamos etiquetas pero toda la maldita sociedad sí, y a mí me tildarían de zorra solo porque estoy contigo sin ser nada —le explico a punto de estallar. Él no entiende nada.

Bufa, frustrado.

— ¿Entonces que sugieres? —pregunta, mirándome con fijeza.

Bajo la mirada, harta del tema.

— Olvídalo ya ¿sí?, es hora de dormir.

Me doy vuelta para abrir la puerta. Nomar me toma del brazo y me da vuelta hacia él.

— No te pongas así, por favor.

Aprieto mis dientes intentando contener mi contrariedad.

— Suéltame.

— Bésame ¿sí? —se acerca a mí, rozando nuestros labios suavemente.

— Vete, Nomar —le pido, reuniendo fuerzas para separarme.

— Dame un beso, Nat —suplica presionándome contra la puerta, inmovilizándome.

— ¿Me dejarás irme a dormir? —cuestiono, ya sin muchas ganas de discutir. Al fin y al cabo es un beso que me muero por darle.

Asiente con una sonrisa de triunfo extendida en los labios.

Le pongo una mano en el cuello y lo beso. El beso es lento pero al mismo tiempo intenso. Nuestras lenguas danzan a un ritmo acompasado. Me encanta besarlo. Me encanta como él me besa, como se sienten sus dientes contra mi lengua, como se mueve conmigo y me guía, me encanta él completamente.

Se mueve un poco, buscando comodidad, haciendo caer una de las macetas que hay a un lado de la puerta. El ruido de la cerámica quebrándose nos hace separar.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Where stories live. Discover now