Capítulo 33: Zombie.

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Dedicado a: @DanielaCouffaine12 ¡Gracias por leer, votar y comentar mi historia! Me haces muy feliz, preciosa.
.....

— ¿No irás a clases de nuevo? —pregunta mi madre desde el otro lado de la puerta.

Ya es jueves y he faltado dos días seguidos al colegio.

He fingido malestar y dolor de barriga, gracias a Dios mi madre no hace preguntas.

— Me duele la cabeza —vuelvo a mentir mientras me arropo y acomodo sobre la cama nuevamente.

— Ya no me mientas más, Natalie. Puedes decirme lo que te pasa.

— No me pasa nada —corto de una vez—, solo es un virus o algo.

La oigo suspirar del otro lado de la puerta, resignada.

— Está bien. Dejaré el desayuno listo y después me iré al hospital. No olvides tus aspirinas.

Cierro los ojos sin responder y comienzo a intentar conciliar sueño, cosa que no sucede ya que llevo varios días sin poder dormir bien.

Desde la pelea con Rachell no he hablado con ninguna de las chicas. Ese día fingí malestar y no entré a ninguna de las dos clases restantes, también lo hice el martes y miércoles, incluyendo también el jueves, o sea hoy.

La verdad es que no estoy lista para enfrentar a Rachell. Estuve meditando seriamente y logré entender un poco su comportamiento, entiendo el temor a que me lastimen, yo siempre lo tengo con ella, quiero lo mejor porque ella merece lo mejor, pero debe aceptar que yo no me meto en sus relaciones amorosas, así sean noviazgos o simplemente algo casual.

Nunca he opinado respecto a los gustos de los que han sido sus parejas, nunca opiné sobre el obeso Frank y menos sobre ell cara de drogadicto de Tim —estoy muy segura de que se drogaba—. Son relaciones que han terminado mal pero en las cuales yo la he apoyado sin importar nada de sus respectivas parejas. ¿Por qué ella no puede hacer lo mismo? ¿Por qué es su primo? Eso no tiene nada que ver ¿o sí?

Además de estar evitando a Rachell, he estado evitando a todo el mundo. Mi teléfono celular ha estado apagado por tres días, sí, repito ¡Tres días! No sé nada de las chicas, de Nomar, de Mikhail, de West, de nadie. Debo aceptar que se siente bien separarse de todo el mundo, es como respirar aire fresco.

Ah, tampoco he podido salir, aún sigue en pie mi castigo el cual ha empeorado ya que no salgo al colegio, por lo que no salgo a ningún lado. Básicamente estos tres días se han convertido en un encierro total en donde solo tengo contacto con mi mamá, con North y con los tipos del delivery.

Qué vida tan espectacular.

En las mañanas leo un poco, al medio día pido un delivery, por las tardes intento preparar postres que por lo general se rostizan y en la noche me encargo de fingir dormir, que es lo que menos hago ya que mi mente se encarga de trabajar toda la jodida noche.

Después de un rato de cansarme de estar tirada como una vaca sobre la cama, me dispongo a ponerme de pie e irme a bañar.

Al salir, me coloco una camisa gigantesca de Nate —que me queda como una bata—, con unas bragas sueltas por debajo; me hago un moño desarreglado sobre la cabeza y bajo perezosamente a desayunar.

Tomo una aspirina de sobre la mesa —la cual no debo tomarme porque no tengo nada— y me siento a desayunar.

Mientras estoy sentada frente a la barra comiendo mis cereales y mirando tv, alguien toca la puerta.

¿Quién será a esta hora?

Tomo unas gafas de sol de sobre la mesa y me las pongo. Tengo tantos días encerrada que ya la luz solar me molesta. Abro la puerta.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora