Capítulo 59: San Valentín.

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#EF🌃💛.

#Etapafinal.

...

¡Cinco meses!

Así es, cinco mesecitos con Mikhail.

Hoy es catorce de febrero y decidimos celebrarlo como todas las parejas.

Son las cinco de la tarde y no nos hemos visto en todo el día. Acabo de ducharme, me dijo que vendría por mí a eso de las siete y treinta.

Suspiro, pensando en qué ponerme. Aun no sé a dónde me llevará por lo que no sé qué debo usar.

Ya me depilé, porque vamos, tenemos que festejar esto al máximo hoy en la noche; también me apliqué crema con olor a coco por todo el cuerpo. En definitiva me arreglé entera para él.

Me coloco un pijama, lista para pintarme las uñas de los pies; coloco música en mi teléfono pero justo antes de dar la primera pincelada a uno de mis dedos, alguien toca mi puerta.

— ¡Pasa! —grito, pensando que seguramente es mamá o Nathan.

No oigo respuestas y nadie pasa. Frunzo el ceño.

Decido olvidarlo y seguir con mi anterior trabajo. Vuelvo a coger la brochita para pintarme las uñas y de nuevo alguien toca la puerta.

Aprieto la mandíbula. Si es West que está jugandome una broma, lo lanzaré por las escaleras.

Me pongo de pie mientras le pongo pausa a la música. Con pasos firmes y molestos me dirijo a la puerta.

— ¡West, si eres tú te juro que te patearé el trasero! —grito, abriendo la puerta.

Al hacerlo, me encuentro con una maraña de rizos color chocolates que me hacen sonreír.

— ¡Esther! —chillo, emocionada, abalanzándome a ella en un abrazo.

— Pensé que ibas a patearme el trasero —bromea, devolviéndome el abrazo.

Niego.

— Pensé que eras el idiota de West.

— Ah, pues creo que soy mejor —se separa, adentrándose en mi habitación—. ¿Qué haces?

Cierro la puerta.

— Estaba por pintarme las uñas.

— Qué color tan asqueroso —alza la pintura de uñas color salmón torciendo un gesto de horror que me hace reír—. No puedo creer que sigas con eso de las princesitas. Tienes diecisiete años, cariño.

Se tumba sobre mi cama y mira al techo.

— Traje algunas de colores que sí te sentarán bien —se incorpora—. Podemos pintarlas más tarde.

— Lo siento, saldré con mi novio.

Alza una ceja con coquetería.

— ¿Tienes novio, Blake? A ver, cuéntame sobre el afortunado.

Parece ansiosa. Yo sonrío como loca y tomo asiento a su lado.

— Se llama Mikhail —comienzo, pero al instante soy interrumpida.

— Es un nombre raro.

— Es árabe.

— ¿Tiene terrenos en Dubái?

Niego con el ceño fruncido.

— No lo creo.

— ¿Tiene camellos que podamos vender?

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Where stories live. Discover now