Séptimo año 4

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Si hay siete horrocruxes, y ya se han destruido dos, aún quedan seis, seis objetos que podrían estar en cualquier lugar.

Tengo que ir a Grimmuld Place, quizás Sirius investigase sobre los horrocrux.

- Draco.- abrí despacio la puerta de su habitación y asomé la cabeza.- Necesitó que me vuelvas a cubrir.

- ¿A dónde vas?- quito la mirada del libro que estaba leyendo.

- Tengo cosas que hacer, no preguntes.- cerré la puerta de golpe antes de que pudiese seguir preguntando.

Pensé en el lugar al que quería ir y en segundos me encontraba ante las puertas de Grimmuld Place. La puerta número doce apareció delante de mi.

- ¿Señorita Black?

- Oh Kreacher.- salude al elfo doméstico.- Quiero preguntarte algo.- ambos caminamos hacia la sala, donde sorprendentemente estaba Dobby.

- ¡Señorita Alya!- el elfo camino hacia mi y abrazo mis piernas.

- Cuanto tiempo Dobby.- acaricié con cariño su cabeza.- Necesitó preguntaros algo.- me senté en el sofá.- ¿Alguna vez visteis a Sirius, o a alguien, esconder aquí algún objeto?- realmente no sabía como preguntarlo.

- A Sirius no.- contestó serio Kreacher.- Pero mi querido amo Regulus...

- ¿Quién es Regulus?- preguntó confusa.

- Era el hermano del señor Sirius, fue un mortífago, él consiguió uno de los horrocrux, si el que busca.- lo mire atenta.

- ¿Qué hizo con él?- sonreí a Dobby que se sentó a mi lado.

- Un día el Señor Tenebroso hirió a Kreacher, el señor Regulus se enfado mucho por eso, así que decidió ir en busca de los horrocrux.- hizo una pausa dramática.- Por desgracia el amo Regulus murió, pero consiguió uno de los horrocrux, era un guardapelo. El amo le ordeno a Kreacher que lo destruyese, pero por más que lo intentó no lo consiguió.

- ¿Dónde está?- preguntó algo alterada.

- Mundungus, vino por la noche y se llevó muchas cosas, incluido el guardapelo.- mierda, a saber dónde está ese inútil.- Pero el se lo vendió a una tal Dolores Umbrige.- esto cada vez es peor.

- No se preocupe señorita Alya, Harry Potter ha ido a por él.- Dobby nos interrumpió.
Saber que Harry va detrás del él me tranquilizó, pero debo asegurarme de que consigue destruirlo.

- Gracias por la información.- fui hacia la puerta.- Por cierto, bonitas zapatillas Dobby.


Me aparecí con polvos flu dentro del ministerio, camine en busca del asqueroso sapo rosa, de Harry o de alguien que pueda ayudarme a encontrarlos.

- Señor Ministro.- el hombre se dio la cuenta al escucharme.

- ¿Quién es usted?- preguntó confuso.

- Me presento.- extendí mi mano hacia él.- Soy Alya Ryddle Black.- aparte mi mano rápido de la suya.- Iré al grano, ¿sabe dónde puedo encontrar a la Señora Umbridge?- me costo  decir el nombre de la arpía.

- ¿Perdone?- me miró confuso.- Creó que no es momento para bromas, le agradecería que se fuese antes de que tenga que echarla por la fuerza.

- Bueno, no quería llegar a esto.- saque mi varita disimuladamente.- Imperio.- sus ojos se pusieron blancos por un instante.- Volveré a repetirlo señor Ministro, ¿dónde está Umbridge?

- Abajo, en los tribunales.- dijo como un robot.

- Bien, gracias.- me fui de allí lo más rápido que pude.
Entre en el ascensor, dentro había dos hombres que me miraron algo sorprendidos al verme, pero simplemente decidí ignorarlos.

Cuando llegamos a la planta indicada salí a toda prisa del ascensor, el sapo estaba haciendo interrogatorios para conseguir localizar a los hijos de muggles.
Uno de los hombres del ascensor empujó al otro al lado de la señora que estaba por ser juzgada, al parecer era su esposo.

- Le fue requisada una varita a su entrada al Ministerio.- la pobre mujer asintió con miedo.- ¿Es esta dicha varita?- le enseñó una varita.- ¿Podría decirle al tribunal de que bruja o mago la obtuvo?

- No la robe.- habló temblorosa.- La compre en el callejón Diagon, en Ollivander's cuando tenía once años. Ella me eligió.

- Miente.- dijo con seriedad.- Las varitas solo escogen a brujas, y usted no es una bruja.

- Si que lo soy.- la mujer sonaba desesperada.

Fije mi mirada en el cuello del sapo y pude ver el guardapelo descansando en él.

- Perdone.- llame la atención de todos en la sala.- Me presentó en caso de que no me conozcan, soy Alya Ryddle Black.

- ¿Qué haces aquí señorita?- Umbridge se sorprendió al verme.

- No es asunto suyo.- la desafié.- Pero he estado viendo el juicio desde el inicio y déjeme decirle que es una insolente.

- ¿Perdona?- preguntó ofendida.- No tienes permiso ora estar aquí.

- Tengo permiso para estar donde quiera.- he de admitir que estoy disfrutando esto.- Es más, le ordenó que deje a esta mujer irse, supongo que tendrá trabajo que hacer.

- ¡No puedes hacer eso!- se levantó molesta.

- No te equivoques.- coloque mi pelo.- No eres nadie para darme órdenes.

Uno de los hombres sacó su varita y en apenas unos segundos vi todo negro.

Desperté con un gran dolor en la cabeza, estaba tirada en el suelo. Me levante rápido y camine hacia la salida.

- ¿Qué ha pasado?- arrinconé al sapo rosa.

- Señorita Ryddle.- habló con miedo.

- ¿Dónde está el guardapelo de mi padre?- preguntó con rudeza.

- Harry Potter... me lo quito.- podía ver como lágrimas se acumulaban en sus ojos.

- ¡Cómo has podido ser tan ignorante!- fingí molestia.- Sígueme.- camine hacia su despacho, me senté en su sillón y ella lo hizo enfrente te mía.- Mm debe estar por aquí.- busque en sus cajones hasta que encontré lo que buscaba.- Aquí esta.- adíeme feliz.

- ¿Qué va a hacer?- preguntó asustada.

- Llamémoslo venganza.- coloque un pergamino enfrente suya y le di su pluma especial.- Me haría el favor de escribir "Soy un asqueroso sapo rosa"- me levante del asiento y me coloque a sus espaldas.- Las veces que sea necesario.

Estuve al rededor de tres horas allí, no negaré que disfrute verla sufrir, no llegue a sentirme mal en ningún momento. Se lo merecía, era una mala persona, me hizo esto mismo a mi y amas gente de Hogwarts, incluso a niños de primer año.

- ¿Dónde has estado?- mi primo se acercó a mi en cuanto entre a la mansión.

- No es asunto tuyo Malfoy.- respondí de mala gana.

- Creo que hay algo que te interesaría saber.- ignoro lo que dije.- Han traído prisioneros, un duende, Ollivander y Luna Lovegood.- me paralice al escuchar el nombre de mi amiga.- Están en las mazmorras.

- Hablamos luego.- fui directa a las mazmorras para sacar a Luna de allí, pero una mano me detuvo.

- No puedes liberarla, sospecharían de ti.-Draco me susurró en el oído.- De momento están bien.

SerpienteWhere stories live. Discover now