Quinto año 10

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- Padre, no creo que sea buena idea que se convierta en uno de nosotros.- me acerque a él, yo ya estaba metida en esto, pero no puedo permitir que metan a Draco, no a él. 

- ¿Por qué no querrías que alguien se uniese a mi?- me preguntó de espaldas.- ¿A caso, no deseas mi gloria?

- Claro que la deseo padre, solo pienso que él es algo inmaduro, no creo que sea apto para la misión que quieres entregarle.- llegue a su lado.

- Entonces estarás tú para ayudarle.- me dejó sola en la sala.


Estaba observando como mi primo obtenía la marca tenebrosa, podía notar el miedo en sus ojos, yo solo lo miraba sin expresión alguna en mi cara. Cuando la ceremonia acabó, subí a mi habitación, saqué del armario el jersey que la señora Weasley me dio por Navidad e iba a ponérmelo cuando escuché el ruido de la puerta y lo guardé rápidamente.

- ¿Qué quieres Draco?- cerré el armario.

- Yo... no quería estar solo.- me senté en la cama y le hice un gesto para que imitase mi acción. Apoyo su cabeza en mi hombro y pude escuchar sus sollozos.

- No te va a pasar nada, ni a ti ni a tu madre.- acaricié su cabeza.- Yo me haré cargo de que así sea.

- ¿Y quién te protegerá a ti?- me preguntó con la voz quebrada.

- Yo misma.- me levante.- Mira Draco, vamos a tener que dejar cosas atrás. Pero lo único que podemos esperar es que esto acabe pronto.- suspire.- Que Harry lo acabe pronto.

- ¿Puedo quedarme a dormir?- me miró aun con los ojos cristalizados.

- Claro, ve a prepararte.- cuando salió, fui a mi armario a coger el pijama.
Abrí la cama y me metí dentro, Draco no tardo en entrar y se acomodó a mi lado, dándome la espalda, me giré hacia él y lo abracé por la espalda. 
Desde hace algunas noches, fue la primera que dormí tranquilamente, la primera en la que dormía del tirón.


Estaba en el callejón Diagon, frente a la tienda Sortilegios Weasley, me arme de valor y crucé aquella puerta. La tienda estaba llena de gente, principalmente niños, todos se veían muy felices  mirando los artículos.

- ¿Necesita ayuda señorita?- mi pelirrojo favorito apareció, no lo dude dos veces y me lance a sus brazos.

- Perdón por lo escribirte, mis tíos no me dejaban usar las lechuzas.- mentira, fui yo misma, no quiero que nadie descubra que salgo con él.

- No importa cariño.- dejó un pequeño beso en mis labios.- Ven, te enseñaré el lugar.- tomo mi mano y comenzó a hacerme un recorrido. He de admitir que la tienda era impresionante, se notaba que los chicos le pusieron mucho esfuerzo, estaba feliz por ellos.- Bueno y este es el almacén.

- Me alegro mucho por los dos, es todo genial.- pase mi mano por las cajas llenas de productos. Me estoy desviando de lo que he venido a hacer.

- ¿Qué te parece si estrenamos el almacén?- puso sus manos en la parte baja de mi espalda, mientras besaba mi cuello.

- Esta bien, pero rápido.- otra mentira, deseaba que este momento durase para siempre. Después de lo que voy a hacer, dudo que vuelva a suceder.

- ¿Qué pasa?- dijo confuso al sentir como quite sus manos cuando intento quitarme la camisa, si lo hace vera la marca, y no puedo permitir eso.

-  Solo déjala puesta, si viene alguien será más fácil vestirme.- invente la mejor excusa que pude.

- Tiene sentido.- sonrió y volvió a besarme. 


Estire mi ropa para que no quedasen evidencias de lo que acababa de suceder. Bien, era el momento de hacer lo que había venido a hacer. 

- George, yo había venido a decirte algo.- me miró mientras abotonaba su camisa dándome paso a hablar.- Yo, quiero terminar.- lo solté de golpe.

- ¿Qué?- me miró perplejo, pero luego se río.- Es una broma ¿verdad?- volvió a reírse.- Me has asustado de verdad.- se acercó para abrazarme, pero me aparte.

- No es una broma George.- me miró sin comprender.- Ya no te quiero.

- ¿Qué estás diciendo?- su cara cambió a una de enfado.- No puede ser verdad.

- Lo siento, pero lo es.- me esforzaba para mantener las lágrimas.- No hay mucho que entender.- hizo todo lo que pude para mantener un tono frío.

- Bien, pues toma.- me lanzó el anillo que le di.- Vete de aquí por favor.- me señaló la puerta. Cogí mis cosas y salí lo más rápido que pude, siempre manteniendo la cabeza en alto.


Abrí las grandes puertas de la Mansión de los Malfoy. Camine enfadada hasta donde se encontraban las otras dos mujeres de la casa, junto a Draco.

- Bellatrix.- la llamé.- Acompáñame.- camine hacia una de las muchas salas vacías.

- ¿Qué quieres niña?- me habló de mala manera.- ¿Te ha dicho algo el Señor?

Me giré hacia ella y la empujé haciendo que cayese al suelo.

- Primero que todo, me hablas con respeto, para empezar soy tu hija, no creo que deba recordarte quien es mi padre.- me aleje de ella, intentó levantarse pero la detuve haciendo uso de mi varita.- No he acabo contigo.

Después de eso le estuve lanzando varios Crucios, ¿la razón?, estaba enfadada por lo de George, además le prometí a Harry que ella pagaría por lo que le hizo a Sirius.
Llevaba aproximadamente una hora con ella, tanto mi tía como mi primo habían intentado pararme, pero simplemente les ignoraba.

- ¿Qué pasa aquí?- reconocí esa voz, baje mi varita.

- Nada, padre.- vi como Bellatrix se levantaba.

- Señor.- se arrodilló a sus pies.- Ella estuvo lanzándome maldiciones imperdonables.- al escuchar eso, fijo sus ojos rojos en mi.

- Puedo saber el por qué.- se comenzó a acercar a mi.

- Solo me apetecía.- dije con una voz dura.

- Cada día te veo más parecida a mi.- acarició mi mejilla, cosa que me dio mucho asco, pero no me aparte, no podía.

- Si me disculpa, subiré a mi habitación.- salí de esa sala con la mirada de todos a mis espaldas.

Me tire a mi cama y comencé a llorar con la cara enterrada en la almohada. Me había sentido bien mientras torturaba a mi madre, pero ahora me sentía mal. Él mismo lo había dicho, cada día me parezco más a él, y no es lo que quiero, para nada.

- ¿Qué te ha pasado?- una rubia cabellera de asomo a mi puerta. Le hice señales de que entrase.

- No lo sé, yo solo estaba enfadada.- coloqué mi cabeza en su regazo, mientras él daba caricias en mi pelo.

- No te pareces a él, te conozco mejor que a mi mismo, eres lo contrario a él.- intento reconfortarme. 

- Le he dejado.- me giré para poder verle la cara.- A George, no sería bueno si descubre que tenía una relación con él.

- Tranquila.- limpio las lágrimas de mis mejillas.- Cuando todo esto pase, vais a poder estar juntos, por mucho que me duela.

- Te quiero.- lo abracé.- Duerme conmigo, por favor.

- Llevo haciéndolo desde que comenzaron las "vacaciones"- ambos nos reímos.- No hace falta que me lo pidas.

SerpienteWhere stories live. Discover now