Sexto año 5

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- Harry.- llame al chico que abrochaba sus pantalones.- Esto, quiero decir lo que acaba de suceder, mejor dejarlo entre nosotros, tú amas a Ginny.

- Si.- rascó su nuca.- Tienes razón, espera.- iba a irme pero el chico me detuvo.- Tengo que contarte algo, tú primo, él es un mortífago, y el profesor Snape también, les escuché hablar.- mi corazón se paró por unas milésimas de segundos, al menos no me escucho hablar con ellos.

- Harry, creo que te lo estás imaginando, si mi primo fuese un mortífago lo sabría, vivo con él.- volví mi camino hacia la salida.

- Es la verdad, Alya.- el chico insistió.

- Harry, deja tus paranoias.- esta vez lo dije algo más enfadada, salí de allí rápidamente.


Entre a mi habitación con cuidado de no despertar a ninguna de mis compañeras, pero a juzgar por los sonoros ronquidos de Parkinson, las tres tenemos un sueño muy profundo. Me puse el pijama y me metí en la cama.
No podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder con Harry, estuve con él pero no significo nada, fue solo porque echo de menos a George y porque ambos estábamos con el corazón roto. El egoísta de mi primo tampoco salía de mi cabeza, parece que solo mira por su propio culo y el resto le damos totalmente igual.


Las vacaciones de Navidad habían comenzado y la tensión en la Mansión Malfoy cada vez era mayor.
Escuché ruidos en la entrada, bajé rápido para ver quien era.

- ¿De dónde vienes?- le pregunte a mi madre con una expresión seria.

- De hacer una visita a los Weasley.- comenzó a reírse como la loca degenerada que es.- Por desgracia, no mate a ninguno.- sentí como un peso caía de mis hombros.

- ¿A qué se ha debido la visita?- termine de bajar las escaleras, posicionándome enfrente suya.- Que yo sepa el Señor no ha mandado ninguna misión.

- Fue por mera diversión.- respondió burlona.- ¿Qué pasa, acaso les tienes aprecio a esas comadrejas?

- Claro que no.- esta tratando de dejarme en evidencia.- Son solo unos traidores de la sangre. - me fui de allí dejándola sola.

Durante el resto de vacaciones, me mantuve el mayor tiempo posible encerrada en mi habitación. He estado mejorando mi oclumancía y aprendiendo legeremancia, podrían serme útil en un futuro, no soy ninguna experta pero creo que se me da bastante bien.
Sin apenas darme cuenta me encontraba en el express camino de nuevo a Hogwarts. 


Antes de la próxima clase fui rápido al aula de pociones, me había dejado allí mis plumas, fui a entrar pero escuché a Harry desde la puerta, me pegue a la pared.

- El otro día estaba en la biblioteca, en la sección prohibida.- me acerque más para poder escuchar bien.- Y encontré algo muy extraño sobre una magia especial.

- Ya, ¿y qué magia es esa?- le pregunto algo confuso el profesor.

- Bueno, no lo sé. No recuerdo su nombre exactamente...- mire por el hueco de la puerta, al interior de la sala.

- Alya.- me giré deprisa.- Hola... ¿estás enfadada conmigo?

- ¿Por qué preguntas eso Neville?- le pregunte algo nerviosa.

- Llevas sin hablarme desde que empezó el curso.- su voz cambió a una más seria.- De hecho te veo rara, estás más pegada a tu primo de lo normal.

- Tu mismo lo has dicho, es mi primo.- fruncí el ceño.- Y si ya no voy por vosotros no es por él, es porque me he dado cuenta de que no valéis la pena.- me fui de allí dejando al chico petrificado en su sitio.

Mi padre sabe que estuve siendo amiga de Harry, aunque claro le puse la excusa de que no sabía ni lo que hacía, pero solo sabía de Harry, prefiero que no sepa la identidad de otros amigos míos.

- Draco, ¿qué es eso?- entre al cuarto de mi primo sin tocar.

- No es nada.- trató de ocultar lo que tenía en las manos.

- Déjame ver.- le quite lo que había tratado de esconder.- ¿De qué es?- mire la botella.

- Déjalo.- se levantó enfadado, pero apreté la botella antes de que me la quitase.- Es para Dumbledore.- suspiro.

- Tiene, ¿veneno?- trague en seco y el asintió.- Mierda Draco, primero esa chica y ahora esto.- le devolví la botella.- Ya te he dicho que lo dejes en manos de Snape, promételo.- le exigí.

- Lo prometo.- rodo los ojos.- Ahora lo tiro.- dejó la botella en la mesilla de noche.

- Bien, recuerda que solo pienso en tú bien.- salí con una sonrisa de allí.


Caminaba por los pasillos en dirección a la enfermería, me había levantado con un gran dolor de cabeza, e iba a ver si la señora Pomfrey podía darme algo para que se me pasase.

- Buenos días, venía por dolor de cabeza.- hable cuando vi a la enfermera.

- Claro, espera aquí cielo ahora vengo.- la señora Pomfrey se fue, dejándome de nuevo sola.  

Camine por la enfermería hasta que vi a tres chicos rodeando una camilla, donde descansaba un pelirrojo.

- ¿Qué le ha pasado?- los tres se giraron al escucharme.

- Lo han intentado envenenar.- Hermione sostenía su mano.- No directamente, fue con algo que tenía el profesor Slughorn, se ve que iba a regalarle esa botella a Dumbledore.- mierda, Draco.

- Me alegro de que esté bien.- salí corriendo de allí, olvidando completamente por lo que había ido.

- Te dije que lo tirases.- llegue al lado de mi primo.- Eres un estúpido.- le di en la cabeza, llamando la atención del resto, quienes apartaron la mirada rápidamente, cuando ambos les miramos serios.- Para variar tu plan a fracasado, y ha sufrido otro inocente.- le susurre.

- Una pena.- dijo como si nada, cosa que me enfado mucho más.

- Mira Draco, no sé cómo decírtelo, deja que se ocupe Snape, y si tanto quieres hacerlo tú, ve y hazlo directamente, sin trucos, deja de ser un cobarde.- me fui de allí echando chispas y dejando la cara de mi primo totalmente roja.

Ese día no acompañe a Draco a la sala de Menesteres, como había estado haciendo hasta ahora, no tenía ni las ganas ni el humor, como para estar cerca suya.

SerpienteWo Geschichten leben. Entdecke jetzt