Séptimo año 3

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- Atacaremos en la boda.- Voldemort y algunos mortífagos estaban reunidos, había estado escuchando tras la puerta todo el rato. Iba a celebrarse una boda en casa de los Weasley y pensaban aprovechar para lanzar un ataque, algo obvio a mi parecer.

- Yo iré.- abrí la puerta ocasionando que todos me mirasen.

- Oh querida, ¿a caso quieres divertirte un rato?- me preguntó sonriendo Voldemort.

- Si.- respondí seca, si quiero ir es porque quiero intentar evitar que se haga el mayor daño posible.- ¿A que hora nos vamos?

- Señor, no me malinterprete, pero creo que es mejor que no venga.- habló un mortífago que desconocía.- Es solo una niña.

- No soy cualquier niña.- le eche una mirada de odio.- Soy el doble o quizás más poderosa que todos en esta sala, menos que padre por supuesto.- Voldemort me miró con algo de orgullo.- Sin hablar que probablemente sea la mortífaga más leal.

- Partiréis a las seis.- habló Voldemort.- Dejó a Alya al mando de la misión.- dicho eso desapareció.

Les eche una mirada de superioridad a todos y me fui con la cabeza bien alta de allí. Cada vez consigo que Voldemort confíe más en mi, y eso puede suponer que me cuente sobre los horrocrux, nunca me había dado cuenta de lo buena actriz que era.

- ¿Por qué el Señor confía tanto en ti?- mi madre habló a mis espaldas.- ¡Yo soy su más fiel seguidora!

- Serás la más fiel.- me giré para mirarla.- Pero no la más inteligente o poderosa.

- ¡Cállate niñata!- levantó su varita hacia mi.

- ¿Estás segura?- moví mi mano e hizo que su varita volase a mi mano, nunca había intentado hacer magia sin varita, ni se me había ocurrido, pero en ese momento me salió sin pensar.- Por esta vez pasaré por alto tu comportamiento, y lo diré nada al Señor, no me apetece escuchar tus gritos, madre.- hice énfasis en la última palabra. Tire su varita y fui hacia mi habitación.

Me puse una capa negra encima de mi ropa y bajé a la entrada de la casa, donde me esperaban los mortífagos que irían conmigo a la boda.

- Bien, cuando mande retirarnos, todos me haréis caso.- los mire a todos, quienes asintieron con algo de miedo.- Es hora.- todos comenzaron a desaparecer y yo no me quede atrás. Cuando llegue a la boda el caos ya se había desatado, los invitados corrían como locos y los mortífagos les lanzaban maleficios.

Camine por el lugar, vi como un mortífago iba a lanzarle un Avada Kedabra a unos pobres niños, no podía ponerme delante sin más, luego se lo diría a Voldemort, intente volver a hacer uso de mi magia sin varita, conseguí proteger a los niños y hacer que el ataque rebotase a quien lo lanzó, sonreí al ver eso y me fui de allí.

Vi a Harry, Hermione y Ron desaparecer del lugar, eso de algún modo me tranquilizo.

- ¿Alya?- escuché una voz temblorosa a mi espalda.- ¿Qué haces aquí?

- George...- lo mire incrédula.

- No puedes estar con ellos, no puedes.- levantó su varita hacia mi.

- Lo siento.- levante mi manga, enseñando mi marca.

- ¡Bombarda!- una explosión se produjo a mi lado.

- Vamos George.- vi como su gemelo se llevaba a su hermano agarrado del brazo.

Me quite los escombros de encima y conseguí levantarme, mire a mi alrededor y vi el gran desastre, ya apenas quedaban invitados y por suerte solo había heridos, ya que no había ningún cuerpo en el lugar, aparte del mortífago que mate indirectamente.

- ¡Nos vamos!- todos asintieron y desparecieron, deje la marca tenebrosa en el cielo, iba a irme cuando vi a un mortífago atrapado en unos escombros, me acerque a él y su cara mostró alegría, supongo que pensaría que iba a ayudarle.- ¿Algo que decir antes de morir?- su cara cambió totalmente a una de miedo.

- No, no por favor, soy fiel a tu padre.- comenzó a llorar.

- Ese es el problema.- saqué mi varita.- Avada Kedabra.- el rayo verde impacto sobre aquel hombre.- Mi trabajo está hecho.- desaparecí del lugar.

Llegue a la Mansión Malfoy y subí de nuevo a mi habitación sin cruzarme con nadie, tampoco es que quisiese hacerlo. Esta noche había matado a dos personas, lo peor es que no me tembló la mano a la hora de hacerlo, la primera fue para proteger a alguien, pero la segunda, pude habérmela ahorrado y simplemente dejarlo allí, pero no, tuve que matarlo, es verdad que era un mortífago, ¿es esa razón suficiente?

Me quite la túnica llena de polvo y lance al suelo, la mire durante un rato y con solo pensarlo hice que esta comenzase a arder.

¿Realmente está valiendo la pena infiltrarme en los mortífagos?
No he conseguido averiguar nada que el propio Snape tampoco supiese. Ni si quiera he sido capaz de averiguar nada sobre los horrocruxes, ni la más mínima pista.
Lo único para lo que ha servido estar cerca de Voldemort es hacerme hacer cosas que en el
fondo no quiero hacer. No quiero ser una asesina, por mucho que sean mortífagos.

Mire de reojo mi varita, que descansaba en la mesilla de noche, me acerque a ella y la sostuve con cuidado en mis manos, la cogí y la estrelle contra mi rodilla haciendo que se partiese en dos.

- ¿Qué haces querida?- su espeluznante voz me pillo por sorpresa.

- Nada, solo que esta varita no potenciaba todo mi poder.- deje las dos mitades de la varita encima de la cama.

- En ese caso, déjame hacerte un regalo.- extendió frente a mi su antigua varita.- Tómala.- con mis manos algo temblorosas sostuve en mis manos mi nueva varita.

- Gracias.- dije con una disimulada falsedad.- La cuidaré.

- Eso espero.- miro el objeto entre mis manos.- Fue mía durante mis tiempos de gloria.

- Me honra que confíe en mi para portarla.- hice una leve reverencia.- Señor.- lo llame antes de que se fuese.- Cuando estaba en Hogwarts leí sobre un tipo de magia oscura, se llamaba horrocrux.

- Si, se cual es.- se giro de nuevo hacia mi al escuchar la última palabra.

- Me precio una magia muy interesante, quiero decir, quien lo usase podría ser inmortal.- su cara era de confusión.- Usted señor debieron usarla, así podría estar para siempre.

- Agradezco la sugerencia, pero ya la realicé, siete veces.- me miró serio.- Tu misma destruiste uno, hace cinco años.

- Perdóneme.- me agache, se refería a su diario, yo fui quien lo destruyó en la Cámara de los Secretos.

- Lo he dejado pasar, supongo que es culpa de con quien te educaste, Lucius es alguien débil.- dicho eso salió de mi habitación.

SerpienteWhere stories live. Discover now