Capítulo 60: Pervertida.

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Lo miro, incrédula. Ha rebanado una berenjena en menos de un minuto.

— Jamás picaré una berenjena como tú.

Sonríe de lado.

— Me conformo con que lo intentes.

Me extiende el cuchillo, haciéndome una seña con la cabeza para que lo tome. Con muchos nervios tomo el cuchillo entre mis manos, sintiéndolo peligroso y grande.

— A ver, muéstrame que sabes hacer —me reta, sonriendo con diversión.

Con cuidado y bajo la atenta mirada de Mikhail, tomo la berenjena sobrante. La pongo sobre la tabla y corto el tallo de ésta.

— ¿También éste de aquí? —pregunto algo dudosa, señalando una parte de la berenjena.

Asiente.

— La picas en cuadritos pequeños.

— Lo sé, genio —con nerviosismo comienzo a picar el vegetal, estoy bajo su estricta mirada.

— ¿Te ayudo? —se ofrece, divertido, al verme tan frustrada intentar picar la berenjena.

¿Cómo es posible que sea tan difícil picar un vegetal? ¡¿Cómo?!

Como toda orgullosa me niego inmediatamente.

— No, gracias. Tú encárgate de la carne.

Asiente, riendo por lo bajo y retirándose a la cocina. Cuando creo que Mikhail ya dejó de observarme como un profesor a su alumna, siento que puedo picar la berenjena en sana paz. La rebano con cuidado y con un poco de rapidez, obvio tomando las precauciones para no quedarme sin una articulación, luego paso a las zanahorias ya peladas frente a mí, tomo una y comienzo a picarla.

De la nada comienzo a sentirme tan buena como Mikhail. La verdad es que no soy amiga de la cocina, prefiero un delivery a yo intentar cocinar, sin embargo amo la cocina casera que otras personas son capaces de preparar, y sé que Mikhail es un buen Chef aunque odie admitirlo.

— ¿Todo bien por aquí?

Bien, casi me corto un dedo.

Mikhail está detrás de mí, presionándome contra la isla y mirando los vegetales rebanados por encima de mi hombro. Su respiración acaricia mi cuello, erizándome la piel.

— ¿Qué se supone que haces? —inquiero, sintiendo mi sangre calentarse.

Volteo levemente hacia él, mirándolo lamerse los labios.

— ¿Hacer qué, cariño? —pregunta él, fingiendo inocencia.

Ruedo los ojos.

— Estás desconcentrándome.

Le doy un empujón con mi trasero, alejándolo un par de metros.

— ¿Hablas de desconcentrar? ¡acabas de empujarme con tu trasero! ¿acaso quieres provocarme una erección? —cuestiona, mirándome con una sonrisa depredadora.

— Tengo hambre —le hago saber, señalándolo con el cuchillo.

— ¿De qué? Porque yo tengo hambre de ti justo ahora.

Mierda.

Me guiña uno de sus ojos mientras se muerde el labio.

Maldito. Sabe cómo calentarme sin hacer nada.

— Quiero comida —aclaro rápidamente, dándome vuelta para seguir picando los vegetales.
Vuelvo a lo mío y él se acerca, inconforme por mi respuesta.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Where stories live. Discover now