Cincuenta y cinco

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Es el maravilloso día de la Navidad.

La nieve cae como si no hubiese tiempo para ella en el día de mañana y es muy probable que las calles estén desoladas, los árboles y los coches que no estén bajo techo deben de estar cubiertos por una preciosa capa blanca inolvidable y existe esta posibilidad de que no haya ni un solo local abierto.

El viento frío silba tal cual fantasma y hay cierto millonario de rizos divinos que duerme profundamente en una solitaria e inmensa cama.

El cuerpo de Harry sube y baja con cada respiración tranquila que da, está cubierto hasta el cuello por la gruesa colcha de color oscuro que lo protege del frío que echa el aire acondicionado y la tranquilidad que se visualiza en su rostro es tanta que cualquiera que lo viera pensaría que está teniendo el mejor de los sueños.

Él tiene sus razones para estar así de calmado, lo asuntos que alguna vez perturbaron su cabeza por fin han sido resueltos en la mejor de las maneras, de hecho, casi como un milagro.

Hay alivio en su corazón, no habitan más tormentas en su mente. 

Inhala profundamente por milésima vez y quizás está soñando con algo que definitivamente no tiene que ver con el trabajo y que posiblemente se trata de Louis, y puede estar siendo un buen sueño, pero resulta que este sonido muy conocido resuena en su cabeza y lo despabila.

A Harry se le fruncen mucho las cejas, tanto que se le hacen marcas de arrugas profundas en el centro de la frente, y le toma unos buenos segundos el abrir los ojos. Parpadea unas cinco veces intentando comprender qué es ese condenado ruido que no para de inquietar sus oídos y que ha echado a perder el buen descanso que estaba gozando hace unos minutos, y tiene que forzarse a sí mismo a sentarse en el colchón para comprender la situación.

Respira por la nariz, junta los párpados hasta que sus bonitas pestañas rozan el inicio de sus pómulos y cuando su cabeza consigue estar en orden él se da cuenta de que es el timbre de la casa el que está a punto de ser destrozado por todas las veces que han, y continúan tocando.

Tiene el pensamiento de preguntarle a Lydia qué rayos está haciendo que no atiende la puerta, pero entonces tiene este recuerdo fugaz de que aquella milagrosa mujer no está en su casa, ni Marisol, ni ninguno de sus otros empleados porque tienen el día de hoy libre.

Se pasa las manos por la cara sintiéndose exhausto y le parece un poco irónico porque recién acaba de despertar. Se quita las sábanas del regazo y se arrastra hasta sacar las piernas de la cama, se calza los pies y se levanta sin mucha prisa.

La persona que está detrás de la puerta debe tener planes de hundir el botón del timbre, Harry lo tiene por seguro, y él hace todo lo posible por no perder la paciencia mientras baja los escalones, cruza la sala y llega a la entrada.

Espera a que el ruido agudo cese y sólo cuando lo hace pone la mano sobre la cerradura, quita los pestillos y abre la puerta. Sus ojos serpentean hacia cierto chiquillo que tiene una sonrisa inmensa en los labios, arruguitas divinas en las esquinas de los párpados y una mochila contra el pecho como sí su vida entera estuviese dentro.

—¡Hola, papi!— Exclama Louis muy contento, y de repente jadea como sí estuviera sorprendido por algo, cualquier cosa. —¿Estabas durmiendo?

Harry se llena los pulmones de aire lentamente y se pasa la mano una vez más por la cara al creer que tiene apariencia de recién acabado de despertar. Se aclara la garganta y parpadea una sola vez.

—Bien lo haz dicho, estaba. Buenos días, Louis, por favor pasa.

Se hace a un lado para que el adolescente pueda cruzar y cierra la puerta en cuanto se asegura de que no hay nadie más detrás de él. Pone el pestillo principal y se gira hacia un Louis que parece estar escondiendo algo detrás de la sonrisa que intenta no mostrar.

Baby Blue ✦ daddykink! [ls] | ✓Where stories live. Discover now