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Veintiocho

Harry despierta en algún momento ‪de la mañana.

No porque su alarma haya hecho su trabajo quince minutos antes ‪de las seis de la mañana, ni porque alguna de sus empleadas haya ido a comunicarle que el desayuno está listo, no. La razón por la que Harry consigue desvanecer su somnolencia profunda es porque ha querido girarse creyendo que está en su gran cama y casi se cae.

Se da cuenta justo a tiempo antes de que su cuerpo siquiera piense en tocar el suelo y parpadea varias veces con el ceño fruncido cuando ve que no está en su habitación. Le toma unos segundos ubicarse, quizás un minuto completo, pero entonces ve el cuerpo diminuto y enfermo de su príncipe y comprende que en algún instante ‪de la noche se quedó dormido.

Respira profundamente, se frota un ojo con los dedos y pone los pies en el piso sentándose sobre el colchón. Louis no se mueve en absoluto y la única manera en la que Harry sabe que sigue con vida es porque su cuerpo se infla y desinfla con cada respiración pesada que da.

El millonario le pone el dorso de la mano en la frente, en la mejilla y en el cuello, tiene fiebre, lo que significa que aún no mejora. Su corazón se carga de pena al verlo allí, enroscado entre sus gruesas colchas aun cuando no hace tanto frío como para que tiemble de aquella manera, con los labios entreabiertos y resecos, y las mejillas enrojecidas por el calor que inunda su cuerpo.

Se inclina sobre él, le deja un beso en el pómulo sin mucha consciencia y se pone de pie, revisa la hora en el reloj de su muñeca y se sorprende cuando ve que van a ser ‪las diez de la mañana. No puede creer que haya dormido tanto en aquel pequeño espacio, él jamás ha tenido tantas horas de sueño en su cama, que resulta ser una de las mejores en el mercado con una garantía de sueño espléndido que Harry no se creyó ni un minuto.

Ahora tiene más razones para no creer.

Respira profundamente, se revisa los bolsillos buscando su teléfono y cuando lo encuentra le envía un mensaje a Manuel informándole que quiere que cancele todas sus reuniones y actividades del día, porque decide no ir a trabajar.

Quizás quiere cuidar a Louis un poco más, pero definitivamente le echa la culpa a la pérdida de tiempo que le ha causado dormir.

Tuerce ligeramente la boca, vuelve a inhalar y sale de la habitación, se pregunta sí la madre de Louis está en casa o se ha marchado para ir a trabajar, y su cuestión recibe respuesta inmediata cuando ve a Johannah poniendo manteles y un par de platos sobre la mesa.

Se detiene frente a la entrada del pequeño espacio.

—Buenos días— Saluda.

La madre de Louis arrastra los ojos hacia él y una pequeña sonrisa crece en sus labios.

—Harry, buenos días. Iba a ir a buscarte para avisar que el desayuno está hecho— Le comunica. Harry no tiene expresión alguna. —Puedes sentarte donde gustes.

—No creo que sea apropiado, señora. Ya le he faltado el respeto al quedarme dormido sin su consentimiento. Le pido que me disculpe, sinceramente no sabía que estaba tan cansado.

Johannah chasquea la lengua y hace un gesto con la mano que le resta importancia a sus palabras porque no le afecta.

—Nada de eso. Por favor, ven. Desayuna conmigo y charlemos un poco.

Harry asiente y en un par de zancadas ya se encuentra tomando un lugar en la pequeña mesa que tiene mucho sentido porque en ese departamento sólo viven Louis y ella.

Empiezan a comer, Johannah habla cuando tiene la boca vacía.

—Entonces, Harry Styles, ¿no es así?