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Veintinueve

La vida vuelve a ser lo que era antes.

Harry regresa a su día a día en donde se despierta muy temprano en su gran cama, se viste, desayuna y se va a trabajar, imagina que Louis ahora que ya se encuentra bien de salud ha vuelto al colegio como debe de ser.

Es martes y Harry se ha pasado gran parte del día intercambiando mensajes con Louis, le ha regañado un par de veces sobre que debería de estar atendiendo a la clase, pero el chiquillo siempre tiene una excusa que Harry termina creyendo porque no tiene manera de saber si es verdad o no.

Le ha preguntado si tuvo una buena merienda durante el receso, que sí ha llevado sus medicamentos para tomarlos a la hora que debe y que sí se ha abrigado bien porque todavía está nevando y puede volver a caer en las garras de la gripe.

Louis le agradece con un montón de corazones por su preocupación y menciona algo sobre que su relación está prosperando que Harry no termina de entender muy bien así que simplemente lo deja en visto y continúa trabajando.

Es medio día cuando se aparta del monitor, se pasa las manos por la cara y luego por el cabello y se pone de pie tomando sus llaves y su billetera, camina hacia la puerta y Manuel se pone de inmediato de pie.

—¿Va a salir a comer, señor?— Pregunta.

Harry asiente y Manuel, eficiente al fin, le pasa en un santiamén su abrigo marrón y la bufanda oscura que se ha puesto el día de hoy.

—Recuerde que tiene una reunión ‪a las dos y treinta.

—Ponla para mañana, es probable que no regrese.

Su secretario asiente y Harry empieza a caminar hacia el ascensor, con la mirada en alto y pasos firmes, la espalda erguida y aquel aire de que nadie puede alcanzarlo, aunque quisieran con todas sus fuerzas. Consigue entrar al elevador y bajar al primer piso, la recepcionista le desea un buen provecho, Harry inclina la cabeza en un agradecimiento y sale del gran edificio entrando directamente al coche después de haber devuelto es saludo de su chófer.

Miguel cierra la puerta y no tarda en entrar al carro.

—Vamos a buscar a Louis a la escuela— Le indica.

El conductor asiente y Harry se dedica durante todo el camino a estar en el móvil, responde mensajes, borra unos otros, ignora unos cuantos, y envía más de los que desearía. En algún momento alza la mirada y ve que ya están llegando al instituto en donde Louis estudia, así que decide enviarle un mensaje al chiquillo diciéndole que ya está afuera y sin esperar respuesta apaga el celular desde ahora.

El auto se detiene frente a la escuela al mismo tiempo en que suena la campana de última hora y Louis aparece en un santiamén. Va con esos pantalones de ejercicio otra vez y tiene un suéter grueso y azul marino que Harry recuerda haberle comprado en Prada, va cargando su mochila en los hombros y tiene la nariz un poco enrojecida.

Miguel baja del auto para abrirle la puerta y Harry escucha como Louis le saluda antes de entrar y lanzarse a sus brazos.

El millonario descruza las piernas tan solo para que Louis se acomode en su regazo y encuentra el camino indicado para abrazar su cintura por encima de aquella gruesa y cálida prenda, lo aprieta contra su pecho y le besa la boca como si no lo hubiese hecho nunca. El chiquillo le coloca una de las manos en la mejilla y se deja tomar de la mejor de las maneras por su papi.

Harry se aparta tomando una profunda respiración y quizás le deja pequeños besos en los labios a Louis que provocan que suelte una pequeña risa.

—Hola, papi. Veo que me extrañaste— Sonríe.

Harry le aparta un delgado mechón de cabello de la frente.