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Treinta y nueve

Louis se lanza a sus brazos de repente, el chiquillo en serio camina hacia él con velocidad y toma lugar en su regazo y le echa los brazos al cuello con fuerza mientras tararea muy contento.

—¡Te extrañé mucho, papi! ¡Traigo excelentes noticias!— Se aparta para mirarlo y pone un puchero en los labios arrugando las cejas. —En serio lamento haber interrumpido tu reunión con ese señor.

—No te preocupes por eso. ¿Qué noticias tienes?

—¿No me vas a dar un besito primero?

Harry parpadea lentamente, casi con pereza, y sube una de las manos hacia su nuca, le acaricia la piel que el cuello de la camiseta escolar le permite y tira un poco más cerca de él.

Le roza los labios, Louis casi jadea y se abraza a su pecho, por poco derritiéndose por un beso que no parece llegar porque Harry está muy concentrado en él, en lo bonito que hoy se ve, en lo mucho que le ha echado de menos y la nostalgia que le ha provocado el no tenerlo así, entre sus brazos.

Exhala y no se demora un segundo más en juntar sus bocas, y por fin lo acaricia como se debe, y le quita el aliento al pobre chiquillo que lo ha extrañado con la misma intensidad o quizás más que él. Harry no tiene idea, y no la va a tener ahora que sus lenguas se tocan y lo abraza mucho más cerca y de alguna manera Louis casi tiene la mejilla recostada sobre su hombro y ninguno de los dos puede abrir los ojos porque el vaivén de sus labios les provoca somnolencia, ebriedad.

Uno de los dos se aparta primero, el otro le deja unos cuantos besos, Harry abre los ojos y le acaricia con el pulgar la esquina del pómulo.

Louis alza los párpados y ambos se miran, y se quedan así durante un tiempo que solo el cielo sabe y que a ellos no les concierne en absoluto.

El chiquillo sonríe suavemente, con pequeñas lágrimas en las esquinas de los ojos.

—Te extrañé mucho, papi.

—Y yo a ti, Louis— Susurra. —No sabes cuánto.

—¿En serio? ¿No pudiste dejar de pensar en mi?

—Mi cabeza está ocupada de muchas cosas, príncipe... Pero tú eras una de las principales.

Aquellas lágrimas ahora corren por las esquinas de sus mejillas y Harry se las limpia.

—¿Por qué lloras?— Cuestiona, visiblemente consternado.

—Es que me hace muy feliz que pienses en mi, papi. Te quiero mucho.

—Oh, Louis.

Y las palabras ya no le salen de la boca además de eso así que lo besa, mucho, hasta que los pulmones le gritan y el alma le revolotea. Le seca el resto de lágrimas a Louis y lo endereza en su regazo.

—Ahora sí, ¿cuáles son esas noticias que traes?

—Ah si, las noticias. ¡Me voy a quedar a cuatro días completos contigo, papi!

El millonario arruga las cejas de repente, confundido por aquellas palabras y se aleja un poco para mirarlo a los ojos.

—¿Qué significa eso?— Inquiere.

Louis se muerde la boca, ansioso.

—Pues, como ya terminé la escuela le pedí permiso a mi mamá para que me dejara quedar en tu casa durante cuatro días, ya que desde hoy estoy de vacaciones, ¡y dijo que si!

—¿Dijo que sí?

—¡Ajá!

Harry aprieta los labios y entrecierra un poco los ojos.