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Veintiuno

Si le preguntan, él no cree que en su vida haya tenido tanto trabajo como el que tiene justo ahora. Ya no se encuentra en la oficina, la ha dejado hace unas dos horas porque todo lo que debía seguir haciendo se encontraba en casa, por lo que Harry simplemente dejó la compañía y se marchó a su hogar yendo directamente hacia su despacho.

No ha salido de allí desde entonces, ni siquiera para ir al baño cosa que no es realmente una molestia porque él tampoco ha ingerido ningún líquido. En cualquier instante considera que lo va a hacer, pero mientras tenga ese par de pilas de papeleo encima del escritorio sin revisar él no se mueve de ahí por nada del mundo.

Ha sido un día exhausto, por lo menos se ha podido quitar la corbata y la chaqueta, sus pies están cubiertos por las medias y los zapatos brillantes se encuentran en algún lado debajo del escritorio, no hace calor porque tiene el aire encendido y le duele la espalda por la mala posición que lleva, así que se endereza.

Se siente cansado, se aclara la garganta cuando la siente seca y de pronto su teléfono suena llamando su atención, cree que es uno de los tantos correos que recibe al día, pero se equivoca al ver el nombre de Louis en la pantalla.

Desliza el dedo en el cristal y el chat se abre. Harry lee rápidamente lo que Louis tiene para decirle y se le alzan las cejas cuando ve que su madre se ha ido a una conferencia del trabajo durante ese fin de semana y que no lo ha podido llevar porque regresa el lunes en la tarde y no quiere que pierda clases, por lo que él ahora se encuentra sólo y le está invitando a su departamento para que se quede con él.

Harry encuentra toda la situación errónea, desde el hecho de que su madre lo ha dejado sólo, así como así, hasta la invitación a aquel cutre edificio en donde Louis vive.

Harry se siente indignado, lo considera una falta de respeto y no puede creer que Louis suponga que él va a entrar a ese repugnante lugar. La respuesta es no, de hecho, es justo lo que Harry le escribe y envía casi al instante, añadiendo rápidamente que prepare sus cosas porque Liam lo traerá.

Bloquea la pantalla no queriendo ver ninguna otra respuesta y aunque el teléfono suena una vez más de seguro con la contestación de Louis. Se dedica a seguir trabajando para ver si cuando el pequeño ángel de ojos de diamantes llegue, Harry pueda dedicarle tiempo.

Pero las cosas se complican y hay uno de los contratos que faltan, y Harry ahora hace llamadas a Niall para saber si lo tiene o mantiene una copia, resulta ser la segunda porque según su abogado la original se la ha quedado él para revisarla, que si la perdió es su culpa. Harry ha terminado maldiciendo entre dientes y diciéndole a Niall que saque una copia de esos documentos por si acaso y que mañana se los lleve a la oficina.

Se llena los pulmones de aire en un intento de relajarse y sus ojos vuelven a la pantalla para continuar con la digitación, está por sumergirse en el trabajo nuevamente cuando escucha a alguien por el pasillo.

—¡Papi!

Harry vuelve a respirar cuando se da cuenta de que es Louis y el corazón se le ablanda un poco al oír como la madera de la puerta es tocada. Piensa que es un poco más educado de lo que espera cada día.

—Pasa— Dice en voz alta.

Louis entra de inmediato con una sonrisa brillante y unos pantalones cortos marrones que le gustan mucho a Harry visualmente y que si mal no recuerda él mismo le ha comprado, al igual que el bonito suéter crema que lleva puesto.

Louis camina hacia él de inmediato y encuentra un espacio en el regazo de Harry, le echa los brazos al cuello y lo besa antes de que pueda darse cuenta. Harry reacciona a tiempo para besarle de vuelta y Louis se aparta sonriendo.