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Diecisiete

Harry sostiene su teléfono entre las manos, no porque espera una notificación o algún correo importante de parte de alguno de sus socios o que tenga relación con su empresa, sino más bien porque hace unos cinco minutos le ha enviado un mensaje de texto a Louis y todavía no lo ha respondido. Así que está allí sentado sobre su cama, con un movimiento incesante en la pierna y la pregunta del por qué aún no contesta rondando en su cabeza.

Harry le ha invitado a dormir a su casa a pesar de que hoy es jueves y mañana debe presentar un examen de español a primera hora, él lo ha cubierto todo, le ha dicho que traiga su uniforme y los libros que necesita junto a su mochila para que pueda estar listo y cuando se fuera al trabajo que lo llevaría primero para evitar cualquier problema.

Es una buena idea, no parece tener falla alguna, aunque es de lo más simple, pero de nada le sirve porque Louis aún no da señales de nada.

Harry pierde la paciencia, está a punto de llamarlo, de hecho, ya ha deslizado el dedo sobre la pantalla buscando su contacto y cuando estuvo por presionar el botón de llamar, un nuevo mensaje de su parte llega. Harry lo abre de inmediato y lee como Louis acepta su propuesta a pasar la noche con él junto con un montón de emoticones de corazones y caritas con besos y corazones por ojos y un montón de ridiculeces que hacen que Harry ponga los ojos en blanco y se le derrita el corazón.

Le escribe que Liam lo llevará y Louis lo deja en visto, pero Harry no se preocupa porque él tampoco tendría una respuesta para eso.

Respira ahora más relajado sabiendo que Louis va a ir y decide bajar a la cocina para pedirle a una de las empleadas que se haga de cenar para dos personas, Harry no está seguro de lo que se cocinará, pero confía en que tiene a alguien de calidad para su alimentación.

Regresa a su habitación, ruega porque Louis no lleve pijamas para que pueda usar una de sus prendas y por si no lo hace decide sacar una de sus tantas camisas. La deja colgando en uno de los percheros que tiene en la habitación y que normalmente los ocupa para sus chaquetas, y se da cuenta de que ya no tiene más nada que hacer además de esperar a Louis.

Harry se siente impresionado porque por primera vez no tiene oficio alguno, su teléfono no ha sonado para indicarle que tiene algún nuevo correo electrónico, el tema de los contratos y los informes los ha resuelto hoy con Niall y en su despacho no tiene absolutamente nada que hacer, lo que significa que Harry tiene todas esas horas para ser devoto a Louis.

Le gusta la idea, más de lo que debería y cuando menos se lo espera el timbre de la casa resuena y Harry sabe que ha llegado.

Sale de la habitación recorriendo el largo pasillo en grandes zancadas, baja las escaleras a una considerable velocidad y sus ojos de inmediato encuentran la divina anatomía del chiquillo que no consigue sacar de su cabeza. Y Harry lo aprecia, lo mira desde allí tan bonito, sencillo, con una de las camisetas de Versace que le ha comprado y uno de esos caros pantalones de vestir marrones que le quedan espectaculares.

Louis luce muy elegante y bastante casual y Harry se da cuenta de que tiene una gran habilidad para combinar la ropa, pero aleja todos esos pensamientos al momento en que Louis sonríe ampliamente al verlo.

—¡Papi!— Exclama.

Y hace esto de correr a sus brazos y Harry lo atrapa justo a tiempo al instante en que se lanza sobre él. Lo aprieta casi con fuerza, le hunde la nariz en el hombro mientras Louis se aferra a su cuello y ambos se sienten como si han pasado años desde la última vez que se vieron. Y quizás es cierto que no se han encontrado en un tiempo, pero los dos son exagerados a más no poder y pueden decir en voz alta que no se miran desde siglos.

—Mi príncipe— Murmura Harry.

Pero eso es algo que ha pasado por su cabeza, no es su intención decirlo en voz alta pero ya está hecho y Louis aparentemente lo toma tan bien porque se aleja lo suficiente como para atrapar su boca y lo besa. A Harry le cosquillea la boca cuando se aleja porque ha sido solo una simple unión que le ha dejado con ganas de un poco más, pero no hay tiempo, no cuando alguien se disculpa delante de ellos y le informa que la cena ya está lista.