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Treinta y seis

El sonido que hace el cuero marrón al chocar con la nalga de Louis es casi grotesco, resuena en ‪las cuatro paredes y Harry sólo puede ver como la piel de su mejilla se pone rojísima, y tal vez hasta se irrita así que espera unos segundos antes de dar el siguiente golpe.

Y luego el próximo, y acompañado de ese viene un número y después otro, y en algún instante Harry cambia el cinturón por la paleta, la cual aparentemente resulta ser realmente dolorosa porque ahora, en el siete, Louis llora en voz alta.

—¿Cuál es tu color, Louis?— Le pregunta.

El chiquillo solloza en voz baja, apenas se le entiende cuando abre la boca.

—Amarillo.

—Ya veo. ¿Deseas que vuelva a usar el cinturón?

—N-No, sólo, solo necesito un, un minuto por favor.

—De acuerdo.

Asiente para sí mismo mientras deja la paleta a su lado y le da la vuelta al escritorio para tomar asiento en la silla, queda frente a Louis y con una de las manos le alza el mentón, se inclina sobre él y lo besa en un intento de tranquilizarlo y aunque sea disipar el dolor.

Louis solloza su boca y Harry arruga las cejas en preocupación.

Le acaricia la mejilla caliente y colorada.

—¿Quieres parar?

Louis sacude la cabeza, pero vuelve a sollozar.

—¿Por qué estás llorando?

—Porque— Se sorbe la nariz. —Eres el mejor papi que he, he tenido y te quiero mucho.

Harry siente que el corazón le late en nombre de aquel muchacho, sus palabras consiguen endulzarlo y tiene la sensación de que de que el alma se le derrite ante de él.

Harry termina susurrando cuando habla.

—Yo también te quiero mucho, y eres el único príncipe que quiero tener.

A Louis se le dibuja una gran sonrisa a pesar de que tiene manchas de lágrimas en las mejillas, y Harry desea poder ver sus preciosos ojos, pero no es el momento, no cuando el chiquillo le avisa que pueden continuar y que está listo para ello.

El castigo termina un poco más rápido para fortuna de ambos, y el millonario ayuda a Louis a ponerse de pie, toma asiento en uno de los muebles y se lo coloca en el regazo, teniendo cuidado de no lastimar más su piel que de por si ya se encuentra afectada y de no remover el plug que todavía sigue clavado en su interior.

Le quita la venda de los ojos y Louis arruga las cejas intentando adaptarse a la claridad de la habitación mientras parpadea, Harry aprovecha para limpiarle los párpados inferiores con los dedos y le deja alguno que otro beso en el pómulo.

—¿Cómo te sientes?— Le pregunta.

Louis se apoya contra su pecho con las manos esposadas encima del regazo, Harry lo rodea con los brazos.

—Bien, me duele un poquito.

—¿Aprendiste la lección?

El chiquillo lo mira a los ojos mientras asiente ferviamente.

—¡Si, papi! Super aprendí la lección.

—¿Qué no volverás a hacer?

—Desobedecerte.

—Eso es. Buen chico.

Louis suelta una pequeña risa dulce y Harry lo llena de besos lentamente, sintiendo como le cosquillean los labios cada vez que entran en contacto con la tersa piel de su príncipe, y el millonario está muy concentrado dándole esta clase de cariño que se siente extrañado cuando Louis le agarra uno de los brazos y lo baja.