Capítulo 38

82 4 0
                                    

Dentro de aquél elevador en el enorme edificio que permitía apreciar el vaivén de personas con vestimenta formal y elegante, mi reflejo luce como un auténtico estropajo. La sombra que cubría mis ojos podrían notarse a kilómetros de distancia, mi mirada perdida dificultaría deducir las emociones que me abordaban, parpadeo un par de veces, intentando recobrar la compostura en cuanto el elevador detiene su recorrido. Cada paso más pesado que el anterior, la vista de la secretaria de mi padre sintiéndose como plomo sobre mi espalda.

— Buenos días señorita D' Amico — saluda amable, la curiosidad desbordando de sus poros ante mi deplorable estado.

— Buenos días — apenas pronuncio — Comuníquele a mi padre que estoy aquí — demando tras un suspiro, la mujer acatando inmediatamente mi orden.

— Buenos días hija — saluda el castaño sonriente en cuanto cede mi paso dentro de la oficina.

— Buenos días padre —

— No pensé que vendrías tan temprano — comenta, rodeando su escritorio antes de tomar asiento.

— No puedo esperar más — respondo, la ansiedad en mi cuerpo delatándome en cuanto mi vista se pasea a través del enorme ventanal.

— ¿Ya no estás segura? — él no me mira, pero el atisbo de alegría se denota en su voz. Sé que quiere escuchar que me he arrepentido.

— No intentes confundirme más, necesito los documentos — sentencio al borde de la desesperación, plantándome frente a su escritorio.

Theodore inspecciona durante unos segundos, suspirando con rendición antes de abrir un cajón para tomar un sobre amarillo, dejándolo reposar frente a mí.

— Todo está listo, debes hablar con Emma — informa, mi vista clavándose sobre aquella pequeña envoltura que cambiaría mi vida para siempre.

— Gracias — mascullo, tomándolo indecisa antes de girarme sobre mi posición, dispuesta a salir corriendo de allí.

— Gianna, tú vuelo sale a la una — sentencia, provocando que abandone el lugar despavorida, sin mencionar palabra alguna.

Nunca hubo oportunidad de cambiar el rumbo que tomarían mis decisiones. En cuanto aquél hombre pactó a mi lado tras una conversación en el mismo lugar, ambos sabíamos que no habría forma de revertirlo.

Flashback

— Entonces, ¿qué es lo que querías discutir con tanta urgencia? — indaga con curiosidad en cuanto tomo asiento frente a él, sus manos entrelazadas mientras apoya los codos sobre los brazos de la silla.

— Quiero un traslado a Londres —

Theodore permanece absorto a mis palabras, como si éstas aún hicieran ecos en su mente inconexa mientras intenta comprenderlas. Carraspea antes de hablar.

— ¿Cómo que un traslado a Londres, Gianna?, ¿de qué estás hablando? — desconcertado, acomoda sus brazos sobre el escritorio.

— Así como lo has oído, que necesito irme, mudarme, como quieras llamarle — con ansiedad me irgo de pie, sintiendo las emociones en mi pecho encogerme sobre el sitio.

— ¿Irte?, ¿por qué harías tal cosa? — la confusión se filtra en su voz con algo más de trasfondo — Tienes tú vida aquí, a nosotros, tus amigos, tus estudios, Camila — completa, irguiéndose de pie, haciéndome sentir que me ahogo con el poco aire en mis pulmones.

— Precisamente por eso debo irme, y no te olvides que también tenemos a Alex — espeto — Algo que todavía guardo aquí conmigo — mi voz se vuelve más débil con cada palabra, robándome el aliento.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora