Capítulo 10

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Un sonido perturbador a mis oídos consigue despertarme, no pasan segundos antes de que pueda reconocer es alguien que toca la puerta de mi habitación. Mi perezoso cuerpo se opone a hacer contacto con un solo centímetro del suelo, sin embargo mi sensación de deber es más fuerte, consiguiendo que de mal humor me dirija hasta la puerta.

— Buenos días cariño — mi madre me saluda sonriente, sosteniendo una bandeja en sus manos.

— Buenos días mamá — respondo, mi voz ronca y áspera debido al recién despertar.

— Cielo, tú... — al no terminar su frase, mi confusión aparece notando cómo trata de decirme algo.

— ¿Qué sucede? — pregunto confundida, la mujer en frente no menciona palabra alguna, se limita a señalar con su dedo índice en dirección hacia abajo. — Disculpa mamá, no quise incomodarte — digo inmediatamente en cuanto reconozco la situación.

— Está bien hija, a tú padre le sucede lo mismo — comenta riendo.

— Esa información es innecesaria mamá, no es gracioso — respondo, provocando una risa más fuerte en la mujer debido a mi mueca de desagrado, mientras ingresa a la habitación yo me dirijo hasta el armario, tomando una toalla para envolverla en mi cintura.

— Traje tú medicamento — menciona en cuanto deja la bandeja encima de mi mesa de noche, entregándome el vaso con jugo y una píldora.

— Debo ducharme primero — aviso, obteniendo una mirada seria de la mujer por rechazar lo que sostiene en sus manos, río por su expresión.

— Luego te tomas esto y bajas para el desayuno, ¿entendido? — deja un beso en mi frente antes de dejar ambas cosas en la bandeja y desaparecer por la puerta de mi habitación.

Después de un determinado tiempo, luego de ducharme y seguir las indicaciones de mi madre salí de mi habitación en dirección al comedor. Todos se encontraban sentados allí, esperando a que apareciera, mi padre sostenía el periódico mientras los demás charlaban.

— Buen día a todos — digo justo antes de tomar asiento.

— ¿Cómo amaneces, hija? — pregunta mi padre dejando el periódico a un lado para tomar un sorbo de su café.

— Muy bien, gracias — respondo cortés, de buen humor tomando el cubierto para iniciar.

— Dame un beso primero — escucho como demanda mi pequeña hermana, quien se encuentra a mi lado, su ocurrencia provoca mi risa, me acerco hasta dejar un beso en su mejilla antes de retomar mi actividad. El desayuno transcurre con tranquilidad, todos compartiendo anécdotas de días pasados, recuerdos en nuestro antiguo país y nuestros padres curiosos por saber nuestro estado emocional luego de la mudanza.

— No saben cuánto nos alegra que estén llevándolo tan bien — comenta mi madre con una sonrisa.

— Estaré mejor cuando conozca a mi amor platónico Harry — responde Elizabeth, ocasionando la risa de todos, el timbre suena indicando que alguien espera en la puerta.

— Yo voy — anuncio, excusándome antes de levantarme de la silla para dirigirme a la puerta principal.

Descubrí mi error al notar a la chica de ojos grisáceos frente a mí.

— ¿Qué haces aquí? — apenas puedo pronunciar las palabras, sin embargo, el tono de reproche se mantiene firme.

— Necesito que hablemos Gianna, por favor — suplica con sus ojos cristalizados, segundos después de meditarlo y rogar porque no resulte un error, permito su paso.

— ¿Quieres algo de tomar? — pregunto con amabilidad, a pesar de no haber querido su visita en primer lugar.

— No, gracias — responde en voz baja, observando toda la decoración.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora