Capítulo 17

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La adrenalina fluyendo en mi torrente sanguíneo es incapaz de permitirme reaccionar, deteniendo mi carrera de manera repentina en aquél parque que solía visitar desde mi llegada a Miami. Me hacen falta unos segundos para notar mi ropa completamente empapada debido a la fuerte lluvia que ignoré en todo mi recorrido, dándome por igual el hecho de que podría contraer alguna enfermedad decido sentarme en una de las tantas bancas presentes en el lugar. Llueve a cántaros y antes de recriminarme lo que he hecho, me encuentro llorando de manera desconsolada, el sabor salado de mis lágrimas mezclándose con la lluvia.

Más de media hora en aquél lugar, en medio de la lluvia y la oscuridad de la noche, profundamente me lamento de cometer ése error con la morena de ojos chocolates, pensando en la posibilidad de que jamás vuelva a dirigirme la palabra. El auto que se estaciona a unos metros de mí logra distraerme por un segundo, notando que un chico baja de éste corriendo hacia donde me encuentro.

— ¿Gianna?, ¿qué haces aquí? — cuestiona con preocupación, colocando su chaqueta sobre mis hombros, aún sorprendida con su gesto me levanto, observándolo detenidamente.

— ¿Thomas? — las palabras salen con sorpresa de mis labios, sin poder creer a quien tengo en frente. Podía afirmar que el chico continuaba recuperándose de sus lesiones.

— El mismo — responde con una sonrisa, sus ojos azules haciéndose aún más notorios con la lluvia. — ¿Qué hacías ahí? — pregunta en cuanto entramos a su camioneta, estacionada no muy lejos de donde me encontraba momentos antes.

— Quería ver las estrellas y comenzó la lluvia — miento, obteniendo una mirada rápida mientras coloca el vehículo en marcha. — Arruinaré tú auto — comento antes de que pueda cuestionar mi respuesta, notando las gotas de agua que descienden de mi vestimenta, mis zapatos inundados en agua.

— No te preocupes, está bien — responde entre risas. — Iremos a mi casa, necesitas secarte — comenta observando el pequeño desastre en mi lugar. — No acepto un no por respuesta, es lo mínimo que puedo hacer por la chica que salvó mi vida — dice al notar mis intenciones de negar su ofrecimiento.

— Está bien — respondo riendo ésta vez.

En cuanto llegamos al hogar de Thomas, anonadada aún desde mi puesto observo la mansión, ambos salimos del auto con su chaqueta sobre nuestras cabezas, corriendo hasta la entrada principal, la decoración interna robándome el aliento nuevamente. Antes de que el chico desaparezca de mi vista me guía hasta uno de los sofás del recibidor, tomo asiento sintiéndome miserable, las lágrimas formándose en mis ojos.

— ¿Qué tienes? — pregunta Thomas, la preocupación en su rostro en cuanto lo observo, secando mis lágrimas.

— Nada, estoy bien — respondo a medias, sintiendo como las lágrimas continuaban descendiendo por mis mejillas sin poder evitarlo.

— Gianna, sé que no te conozco — dice mientras toma asiento frente a mí, colocando la ropa seca que trajo en su regazo. — En otros términos somos extraños con una historia en común, pero no tengo que ser alguna especie de adivino para notar que algo te sucede — explica mirando mis ojos, consiguiendo que desvíe mis vista antes de hablar.

— No tienes derecho a juzgarme, mi familia no lo ha hecho — el tono bajo de mis palabras es aún audible para el chico de ojos azules que me observa confundido y preocupado, justo antes de que responda decido continuar. — Existe una chica que tiene mi mundo entero de cabeza, la he besado y lo considero mi mayor estupidez en diecinueve años de vida, temo que no vuelva a hablarme jamás y es la razón por la que me encontraba sentada en esa banca bajo la lluvia — la rapidez con que las palabras salieron de mi boca dejan al chico desconcertado, intentando procesar todo lo que he dicho, se remueve en su asiento.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora