Capítulo 26

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Incesante, es la palabra que describiría el dolor martirizante en mi cabeza. Mi cuerpo reacciona bruscamente al erguirse, agudizando el punzante dolor mientras llevo una mano a mis cienes intentando aliviar mi pesar. Mi vista aclarece, barriéndose sobre el lugar que no logro reconocer, pronto el pánico instalándose en mi sistema, alerta.

De pie a un lado de la cama, caminando lentamente me animo a inspeccionar la habitación, pósteres de algunas bandas presentes en la elegante decoración del lugar llaman mi atención. La ausencia del sol pronto me avisa que el amanecer continúa levemente distante, me acerco hasta la ventana apreciando la vista.

           « ¿En dónde demonios me he metido? »

La protuberancia en mi prenda inferior no pasa desapercibido para mí, tomándome algunos segundos antes de acomodar mis pantalones. Aún con mi mano reposando levemente sobre mi cabeza, me animo a continuar la pequeña incursión dentro del lugar, mis pasos dirigiéndose hasta el estante más cercano. Observando minuciosamente los pequeños cuadros que reposan sobre el lugar, puedo notar a Lauren en alguna de las fotografías, la confusión provocándome migraña.

             « ¿Qué demonios? »

En el peor de los casos podría haber terminado muerta, o al menos es lo que resuena en mi mente en cuanto giro la perilla de la puerta en busca de la salida.

La peor fracción de las consecuencias de tus actos no es sentir como los efectos pasados del alcohol te cala en los huesos mientras todo da vueltas. La peor situación es reconocer que lo has olvidado todo, siendo víctima de pequeñas escenas vertiginosas que abordan tú mente, inconexas, impidiendo armar un rompecabezas coherente. Mis pasos sobre los escalones que desciendo parecen premeditados con cautela, mi corazón acelerándose peligrosamente ante el leve eco de voces que aumenta conforme mis pies avanzan.

Al pie de las escaleras, inmóvil, meditando mi siguiente acción mientras observo fugazmente la decoración en la propiedad una preocupada Lauren aborda mi panorama.

— ¿Lauren? — el tono enronquecido de mi voz me provoca dolor de garganta, la chica de ojos verdes acercándose hasta palpar mi frente con su mano. — ¿Qué hago aquí? — indago con curiosidad sujetando su mano, la confusión abordando casi furiosamente el rostro de la chica pálida.

— ¿Cómo que, qué haces aquí? — reitera con gracia, el gesto desaparece al notar mi genuina confusión. — ¿No recuerdas nada? — pregunta, ésta vez la preocupación presente en su voz.

— No, creo que bebí demasiado — mascullo.

— Es mejor que tomes asiento, a duras penas pude curar tus heridas ayer — demanda mientras sigo sus pasos, tomando asiento en un taburete cercano a la cocina.

— ¿Heridas?, ¿qué heridas? — alarmante es mi tono, teñido en miedo más que en preocupación mientras Lauren rebusca en una despensa.

— Sí, anoche un tipo intentó propasarse conmigo y honestamente estabas muy ebria — dice con gracia, tomándose un momento para humedecer la gasa en alcohol y colocarla sobre mi ceja derecha. — Interferiste, inició una pelea y me sorprendió que aún en tu estado pudieses ahuyentar a ése asqueroso pervertido — continúa el relato, pequeñas escenas conectando en mi mente antes de quejarme de dolor ante la gasa que colocó en mi labio inferior.

La adrenalina que detonó en mi cuerpo al despertar me impidió notar las heridas de las que hablaba Lauren.

— Pero él pudo hacerte daño, así que tuve que traerte aquí de inmediato o acabarías muerta por tus estupideces — la risa de Lauren me desconcentra, la vergüenza cayendo sobre mí como balde de agua fría luego de reír.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora