Capítulo 20

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Al llegar a casa de Camila, luego de hablar de diferentes temas al azar, obteniendo un par de miradas atentas sobre mí a través del retrovisor provenientes de un preocupado piloto, finalmente en su habitación anunció que se ducharía y podía esperarla tranquilamente justo antes de darme una toalla para intentar secar todo aquél desastre que estaban provocando mis zapatos inundados. Con cuidado tomé el teléfono en mis bolsillos traseros, rogando a un ser supremo que no resultara arruinado una segunda vez, en cuanto lo desarmé dejé el aparato reposar libremente sobre un escritorio en la habitación, que asumía, pertenecía a la morena que podía escuchar cantar algunas canciones en la ducha. Una sonrisa me acompañó mientras retiraba de mi cuerpo mis zapatos, medias y gorro empapados, colocando uno encima del otro para dejarlo en un pequeño espacio de aquella mesita de noche que se encontraba a un lado de la cama.

Impaciente esperaba a que Camila finalmente saliera de la ducha, todo aquél rato de pie observando algunas de sus fotografías y afiches en su habitación aún con la toalla sobre mis manos en un inútil intento de secar todo lo que podía evitando incomodar después a la morena. Mi respiración se detiene completamente en cuanto noto los pantalones contraídos de una manera en la que se denotaba mi peculiar anatomía, al borde de la desesperación intento sujetar la toalla a mi cintura.

— He vuelto — comenta con una sonrisa la morena mientras abandona su cuarto de baño con tan solo una toalla cubriendo su cuerpo y otra en sus manos secando el resto de la humedad en su cabello. Siento mi cara hervir de la vergüenza en cuanto noto que la observo más de lo necesario. — ¿Qué haces con eso? — menciona con una risa apenas se da cuenta de la tolla en mi cintura aún con los pantalones presentes.

— Bueno, la verdad es que esperaba ocasionar menos problemas — el constante balbuceo me deja en un peor estado de vergüenza, deseando profundamente que la tierra sea capaz de abrirse y tragarme.

— No te preocupes, lo limpiaremos luego, puedes quitártela — responde con gracia una vez que toma asiento su cama. Los nervios presente en mi sistema por un momento me privan del movimiento, segundos después reaccionando ante la curiosa mirada de la mujer a unos metros lejos de mí, procedo a retirar la toalla e inmediatamente ocupar ambos bolsillos delanteros con mis manos en puños.

— Camz — llamo su atención con una apretada sonrisa intentando mirar hacia otro lado, el calor extendiéndose por mis orejas. — ¿Podrías prestarme algo para secar mi ropa? — pregunto con timidez, mirándola fijamente a sus ojos chocolates. Mi corazón da un vuelco con su sonrisa cargada de amor.

— Claro, ven — dice con una pequeña seña para que siga sus pasos, y eso hago.

Una vez entramos a la habitación que me informó era la lavandería, indicó que en la secadora presente podría completar mi misión.

— Solo tienes que quitártela y colocarla aquí — explica brevemente, el calor en mis mejillas presente al rehusarme completamente a desvestirme frente a la morena, escucho su risa. — No tienes que hacerlo mientras estoy aquí — añade riendo, la sigo levemente y sonríe con ternura. — Estaré arriba mientras termino de secarme, frente a ésta habitación hay un baño, toallas y todo lo que necesites — anuncia señalando la puerta al otro lado del pasillo.

— Muchas gracias Camz — respondo en voz baja, observando detenidamente lo hermosa que era aquella chica. Ella se acerca, impulsando un poco sus pies hasta dejar un casto beso en mis labios, robándome el aliento.

— Te espero — dice sonriente justo antes de abandonar el sitio, perdiéndose segundos después de mi vista.

Una vez que logro asegurar el pestillo de la habitación, procedo a despojarme de toda mi vestimenta, dejándola caer cuidadosamente en la secadora antes de envolverme en una toalla. Apenas termino de establecer el temporizador de la máquina, me dirijo al cuarto de baño dispuesta a tomar una ducha mientras la secadora cumplía su función con mi ropa. Después de alguna media hora, salgo de aquella habitación cuidando no crear un posible desastre, unos segundos transcurren antes de que el aparato termine y entonces procedo a vestirme, agradeciendo profundamente al ser responsable de toda creación por haber traído ropa interior de compresión.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora