Capítulo 20

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El pasar altas horas encerrado en su taller era inexplicablemente relajante. El hacer nuevos diseños, colocar nuevas ideas, felicitarse, reír. Disfrutaba ese momento.

Pero se había comenzado a acostumbrar a ser acompañado, Robin, siempre perspicaz había notado que el peli azul se había sentido un poco solitario. Y ella, siempre cordial, lo había acompañado junto a sus libros; Le agradaba su compañía, siempre hablaba con ella, reía con ella, y aunque no lo admitiera le gustaban esos pequeños instantes donde Robin decía algo fuera de lugar y el quedaba "casi" apenado.

Pero no entendía porque de pronto ella había dejado de frecuentar el taller, ya siquiera pasaba por simple costumbre.

No, nada, ya ni le hablaba ni miraba cuando estaban reunidos todos. Le dolía, ella era su nakama, su amiga, y no podía imaginarse que ella, su amiga, podía estar pasándola mal y él no había estado a su lado.

Descarto la idea de que no solo era a él que le ignoraba, noto como le sonreía a los demás, como decía sus bromas oscuras, pero solo a él no le dirija la palabra. No entendía que había hecho mal, pero no podía soportar más esa situación.

---Al diablo con todo, hermano ---dijo dejando su martillo de lado y fue a buscarla.

Quería respuestas, y solo ella las tenía.

Y ahí la vio. La luz de su pequeña lámpara alumbraba a su lado, un gran libro estaba en su regazo, estaba centrada leyendo. Y por un momento, temió molestarle, pero no quería tener esa duda. No, la resolvería como una persona adulta.

Toco la puerta con timidez, no queriendo espantarla. Por un leve momento la azabache levantó la vista y le vio, ya no existía ese brillo en sus ojos. Ella rápidamente bajó la vista a la lectura, ignorando su corazón.

---Hola ---saludo con una pequeña sonrisa adentrándose con su camisa de botones llena de grasa, quiso esconderse en ese instante, había olvidado cambiarse--- ¿Cómo haz estado?

¿En serio? ¿Luego de no hablar con ella durante tiempo era lo primero que decía? Beber mucha cola le estaba matando sus neuronas, definitivamente.

---He tenido buenos días ---confeso aún sin verle, toda su atención centrada en su libro mientras esperaba que el peli azul entendiera la indirecta y se fuera.

---¿Es interesante? ---señalo el libro aún rehusándose a dar por terminada la conversación--- Lo había visto, pero he estado muy ocupado. ¿Puedo sentarme? ---señalo la pequeña silla que yacía a su lado. Sin esperar una respuesta, se sentó.

Estaba nervioso y hasta confundido, ¿Porque había tanta tensión con su nakama?

---Creo que podría decirse ---respondió evitando verle--- ¿Se te ofrece algo, carpintero-san?

---No, bueno si ---dijo rápido sin pensar--- Yo... Te he notado un poco reacia a estar conmigo ¿Hice algo mal?

La azabache sonrió ante lo directo que había sido el ciborg, agradeciendo tener que evitar que él se fuera por las ramas.

---No, solo haz sido tú mismo durante este tiempo ¿Qué habrías hecho mal?

El ciborg no sabía cómo tomarse aquellas palabras; ¿Era sarcasmo? ¿Unas simples palabras?

---Supongo... Yo... He estado haciendo unos planos de unas súper pequeñas naves de batalla ¿Qué piensas?

---Que las víctimas de las armas tendrán muy mala suerte ---respondió aún sin verle.

Esperaba, deseaba que el ciborg se fuera, ya. Pero él no lo podía captar, porque no era consciente de lo que causaba en el corazón y mente de la azabache.

---¿Porqué no me ves? ---dijo por fin esperando una respuesta, nunca llego--- No he sido mal educado, me he comportado... ¿Que demonios hice mal, hermana?

"Hermana"; "Amiga"; "Nakama". ¿Desde cuándo esas palabras comenzaron a lastimarle? La azabache seguía sin verle, pero atenta a todo lo que decía.

---Si me dijeras que hice mal lo pudiera corregir, somos nakamas. ---dijo con voz cansada--- Solucionemos esto. No somos unos chicos hormonales aunque pareciéramos.

Por un momento sonrió la arqueóloga, pero sabía que la conversación era seria, muy seria. ¿Porque no decirle todo ya? ¿Que importaba?

--- ¿Como vas a corregir algo que ni si quiera es tu culpa? ---dijo con voz cansada aún sin verle--- Me lastima hablarte

---No... No lo entiendo...

---¿Quieres escuchar todo? ¿Quieres saber porque te evitó? ¿Porque no quiero verte? ¿Porque ya no logró pasar tiempo contigo sin que mi pecho se comprima de dolor? ¿Quieres saber las noches en las que he quedado viendo la luna, el mar esperando que me dijeran que hacía con ese sentimiento que no paraba de crecer en mi pecho? ---Por fin le miro. Sus ojos llenos de lágrimas, sus labios magullados, ojeras presentes y una sonrisa para nada alegre. Su sonrisa estaba llena de ironía y sarcasmo--- ¿Que esperas de mi, Franky-san? ¿Que sea fuerte y permanezca con una sonrisa falsa o esperar a mejorar para poder sonreírte?

---Yo... Lo siento, hermana. Sea lo que sea que hubiera hecho lo siento ¿si? ---comenzó a hablar nerviosamente el ciborg sorprendido por la reacción de la arqueóloga--- Lo siento, hermana.

---No tienes porque lamentar nada. ---dijo ya intentando relajar su respiración--- ¿Que piensas que siento?

---No lo sé... ---confeso en un bajo susurro.

Su pecho comprimido por la culpa que sentía al ver a su nakama a punto de llorar.

---Me gustas, Franky-san.

Y todo se quedó en silencio. El viento se coló por la biblioteca haciendo que las hojas del libro que permanecían en el regazo de Robin se moviesen. Robin miraba fijamente los ojos de Franky.

Ella sintió que se había quitado un peso de encima, todo lo que había acumulado, todo lo que había callado ya no le dolía. Pero le puso atención en los ojos de Franky; Noto sorpresa, la confusión, la culpa y el remordimiento. Sabia que la mirada que le regalada podía ser de todo, menos de amor.

---Yo... A mi no me gustas, Robin-aniki... ---dijo tan bajo, temiendo romper más a la azabache. No quería que se escuchara pero al mismo tiempo si. ¿Como podía mentirle en algo así a su nakama? No, jamás le mentiría.

---Lo sé.

Pero aunque lo sabia, no significaba que dolía menos. El dolor en el pecho era como una llama, crecía con el tiempo. Y dolía como el mismo infierno.

---¿Quieres.. algo?... ---pregunto queriendo hacer sentir mejor a la arqueóloga, pero simplemente no sabía como hacerlo.

---No.

La azabache se levantó dejando a su libro atrás, y se fue. El dolor en el pecho de ella no se fue, pero no quería ser consolada, no quería hablar con nadie. Solo quería estar sola.

Mientras el cyborg ya le salían lágrimas de sus ojos, había lastimado a su nakama y no había forma de remediarlo. ¿Porque siempre lastimaba los demás?

Tal vez era cierto, el ser un cyborg le había quitado lo humano. Pero quería a sus nakamas; ¿Eso no era ser humano?

Quería ayudar a su amiga, a su nakama pero ¿Como hacerlo si lo único que lograba era lastimarle?

Porque eres mi nakamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora