30

1.4K 138 286
                                    

CARSON

"Cuando el amor no es recíproco,
recoge tu dignidad, empaca tus
sentimientos y sigue tu camino."

DANNS VEGA



Londres, Inglaterra.

1 año antes.

Me pasé las manos por el cabello en un gesto frustrado, intentando mantener la calma y no romper lo primero que tuviera a mano. Aquellas paredes me estaban asfixiando como nada ni nadie lo había logrado, plagadas de mentiras, falsas expectativas y recuerdos que solo quería arrancarme de la mente.

Quería odiarla. Quería tanto odiarla...

El papel ya arrugado volvió a hacerse una bola en mi puño antes de lanzarlo sobre la mesa de centro con estrépito.

¿Cómo había sido capaz de engañarme de una forma tan vil y miserable? Peor aún, como había sido tan estúpido como para dejarme engañar de esa manera. Las señales estaban ahí, estuvieron ahí todo el tiempo, pero preferí ignorarlas con tal de mantener el recuerdo que tenía de ella, no de la persona que había terminado descubriendo que era al cabo del tiempo.

Las lágrimas me ardieron en los ojos al escuchar la puerta del apartamento abrirse, pero me obligué a tragármelas y esperar con el poco orgullo que me quedaba. En cuanto la vi atravesar la recepción con la mirada pérdida y el rostro pálido supe que le había sucedido algo, pero mi rabia fue mucho mayor a mi preocupación.

La rabia pareció consumirlo todo cuando le lancé la bola de papel a los pies.

—Eres una puta mentirosa —gruñí, intentando no gritarle las palabras hirientes que estaba pensando.

Savannah pareció reaccionar en el momento que sus ojos se encontraron los míos antes de agacharse, pero la barriga de ocho meses que apenas la dejaba moverse con libertad. Casi me vi tentado a ayudarla, pero luego recordé lo que había hecho y solo quería que le doliera tan solo una cuarta parte de lo que me dolía a mí.

—¿Desde hace cuánto tiempo llevas poniéndome los cuernos, zorra? —inquirí.

—Carson...

—¿Cuánto tiempo? ¿Con quién? —repetí a punto de perder la poca paciencia que me quedaba—. Bueno, en realidad prefiero no saberlo —solté con una carcajada llena de dolor e impotencia.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y su barbilla comenzó a temblar, pero no me dio ni un poco de lástima. No sentía nada, ni para bien ni para mal.

No le hizo falta leer lo que ponía, ya sabía que la había pillado.

Lo encontré en uno de los cajones que tenía bajo llave en el estudio, el mismo en el que nunca me permitía mirar. Al principio intenté respetar su intimidad, pero al cabo de los meses y con su repentino cambio de actitud, supe que me escondía algo, algo que la estaba matando por dentro y no la dejaba vivir en paz.

Y ahora lo sabía.

Comenzó a llorar en silencio con la cabeza gacha, pero de nuevo, no sentí nada. La verdad, no quería saber nada sobre el asunto. No quería saber nada sobre el bastardo que se había atrevido a meterse en su cama. Tampoco quería saber nada de el crío y mucho menos quería saber nada sobre ella.

Me había engañado una vez, pero no volvería a hacerlo nunca más; ya me había visto la cara suficiente. Lo que más de dolía de la situación era lo patético que había quedado defendiéndola en una guerra que no era la mía, porque lo que Savannah significaba para mí ahora era poco o nada.

TWISTED LIESKde žijí příběhy. Začni objevovat