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CARSON

"Cierra los ojos y corre...
Te hago responsable de cuánto
tiempo dejas que lo que te duele,
te persiga."

DAVID SANT



Me metí las manos en los bolsillos, mirando de un lado a otro en busca de algún hueco que colarme para subir las escaleras hacía la zona privada que Dustin había reservado. Las luces de colores me levantaban dolor de cabeza y la música a todo volumen me irritaba; todavía estaba procesando porque había aceptado ir cuando era lo último que me apetecía hacer.

Dustin siempre escogía la misma sala y el mismo portero, así que en cuanto el hombre me vio, abrió la puerta. Como de costumbre, había tirado de su extensa lista de contactos, ya que medio instituto estaba allí: algunos bailando al ritmo de la música. Otros bebían y algunos otros estaban en la barra, pidiendo.

Mis amigos estaban en los sofás cerca del ventanal con vistas a la pista inferior. Me tomé un segundo para escanear quienes estaban..., y me arrepentí de haber puesto un pie allí.

Addison estaba sentada en el regazo de Jackson mientras se sacaban selfies y grababa vídeos para Instagram. También estaban Dustin y Camilla, algunas chicas del equipo de animadoras y otros de nuestro equipo y los de baloncesto... Y como no, Olivia, sentada al lado de Trevor mientras le daba vueltas a la pajita en su Sexo en la Playa.

—¡Eh! ¡Al final has venido! —exclamó Dustin echándose hacia delante con una gran sonrisa divertida.

Las miradas de todos los presentes se posaron sobre mí, incluso Addison, que puso los ojos en blanco y desvió la mirada, haciendo una pequeña mueca de disgusto. Bueno, el odio era mutuo; lo último que quería era ver su estúpida cara de estirada, de hecho, solo la soportaba por Jackson.

«Idiota.»

Mostré mi mejor sonrisa y me senté en el sofá frente al de Dustin.

—Sí, estaba aburrido —le contesté sin darle mucha importancia.

Mejor dicho, necesitaba airearme y dejar de pensar en lo ocurrido con Har. No quería rememorar lo que habíamos hecho, mejor dicho, como se había comportado. Estuvo muy rara, como si estuviera a punto de gritarme en cualquier momento.

Detestaba no saber si lo había disfrutado tanto como yo, aunque las situaciones habían sido diferentes. No sé cómo no pude darme cuenta de que era virgen. Sabía que no tenía mucha experiencia, pero contaba con una seguridad en sí misma que me había cogido por sorpresa.

Me había acostado con ella para engancharla. Aunque al principio no había sido nada planeado, de hecho, no pensé que fuera a aceptar mis condiciones.

A muy temprana edad comprendí que el sexo era poder, un poder que la gran mayoría intentaban ostentar, pero que muy pocos sabían cómo utilizar con la eficacia en la que yo había aprendido.

Harper era la personificación de la inocencia y la idea de haberla corrompido de ese modo tan íntimo me fascinaba y me aterraba a partes iguales. La idea de haber sido el único que se la había tirado me otorgaba una sensación de poder única; era una emoción que pocas veces tenía el placer de experimentar, como una dulce pesadilla de la que no querías despertar. Pero lo peor había venido después, porque era incapaz de saber si lo que sentía hacia ella era algo más que una malsana obsesión... Si me estaba obsesionando con un fantasma o solo de la idea de posesión que me había regalado.

Había sido mía, completamente mía y no era ningún idiota, sabía que una parte de ella no soportaba lo que representaba. Que quizá solo le gustaba la persona que hubiera querido ser si no estuviera tan jodido. Tal vez, estaba encaprichada del reflejo de lo que podría haber sido y nunca iba a ser.

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