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HARPER

"Érase una vez un ángel y un demonio
que se enamoraron. Pero su historia no
tuvo un final feliz."



Solía decirse que por amor se cometían las mayores locuras de la historia, que el amor mataba, y que por amor se mataba. Podía convertirse en nuestro motor para continuar adelante o para hundirnos en la mayor de las miserias.

Aun quería pensar que el amor no era razón para destruir, sino para sanar las heridas en nuestros corazones a pesar de haber presenciado como por amor se hacían las mayores atrocidades que habían asolado al mundo desde tiempos inmemoriales. Dentro de los seres humanos habitaban cientos de tipos de amores diferentes que nos hacían actuar de maneras muy distintas a como lo haríamos si fuéramos racionales con nuestras emociones.

Así que por ende, los seres humanos éramos incongruentes por naturaleza.

Todo aquello cruzaba mi mente mientras Mackenzie pasaba por Lambert Road para estacionar frente a una pequeña casa idéntica a las que habíamos dejado atrás. Solo había estado en Brixton con Carson una vez y no era un barrio que me gustara mucho, pero no quería dejarme llevar por las convenciones y darle una oportunidad.

Daniel no había podido acompañarnos, ya que tuvo que viajar a Los Angeles de improviso. No nos había dado ninguna justificación, tampoco a mí, pero no le di importancia.

Tom miró a través de la ventanilla y soltó un dramático suspiro.

—Me cuesta creer que Carson se mueva con esta clase de gente —canturreó con una nota escéptica.

—Está claro que en absoluto conoces a Carson —repuse apretándole el hombro en un gesto divertido. Miré por un instante hacia la casa y sacudí los hombros—. Además, no está bien dejarse llevar por las apariencias —conjeturé con una sonrisa petulante.

—Sí, genial, vayamos a conocer a la ex suegra de Carson —murmuró Mack con falso entusiasmo.

Desistí ante la seca diversión de Mackenzie y los tres salimos del coche, yo liderando el camino al abrir la vieja portezuela de metal oxidado. Subí el par de escaleras hacia la casa seguida de Tom y Mackenzie.

Tomé una débil respiración y piqué al timbre una vez, con los músculos tensos por la expectación. No iba a mentir, tenía muchas ganas de conocer a la señora Palmer y saber que era lo que tanto ella como Carson escondían; debía ser un gran secreto si Carson pagaba semejante cantidad dinero a una mujer a la que supuestamente no le debía nada.

Me apoyé en la pared y comencé a repiquetear con la punta de mi Vans. Mack soltó una palabra muy poco agradable en chino.

—Quizás no esté —comentó Tom, intentando aliviar la tensión.

—O quizás no le dé la gana de abrir a tres críos —repuso Mack con fastidio.

¡Ja! Pues no pensaba marcharme hasta que alguien me abriera o me diera señales de vida. No había hecho el viaje para irme con lo puesto, además, sabía que a veces no se conseguía nada si no se insistía.

—Pues no pienso largarme hasta hablar con ella —dije antes de volver a picar varias veces, hasta que me dolió el dedo y pensé que terminaría quemándole el timbre.

Por fin escuché algo en el interior de la casa.

—¡Un momento! —gritó una voz femenina.

Miré a Mack y Tom por encima del hombro con una sonrisa encantadora antes de que abrieran la puerta con mucha más brusquedad de la que me esperaba.

TWISTED LIESWhere stories live. Discover now