Incertidumbre

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"28 muertos y 7 desaparecidos tras un tiroteo"

"Un grupo de encapuchados ataca el Callejón Diagon"

"Bombas destruyen por completo un edificio del gobierno, ¿vuelven los atentados?"

"¿El Ministerio de Magia aliado de El-que-no-debe-ser-nombrado?"

A tan solo dos días de empezar el nuevo curso, estalló el caos. Todos los periódicos, tanto mágicos como muggles se llenaron de noticias sobre lo que ocurría alrededor del país. Aunque cada uno contaba una versión distinta de los hechos, todo el mundo mágico sabía que era debido a Voldemort y sus Mortífagos.

El Ministerio era el objeto de mira. Su silencio ante lo ocurrido provocó el malestar de los ciudadanos, quienes llenaban los transportes tanto mágicos como muggles en busca de salir del país ante la posibilidad de que estallara una segunda guerra mágica.

A pesar de todo, King Cross se llenó el uno de septiembre, día en el que el Ministerio negó todo rumor que lo relacionase con Voldemort y envió decenas de Aurores para la protección de los alumnos que se dirigían a Hogwarts.

Durante la cena, en lugar de prestar atención al Sombrero Seleccionador me centré en los Aurores que habíamos visto por los pasillos hasta llegar al Gran Comedor. La mayoría parecían muy jóvenes, lo que me llevó a pensar si Cedric estaría entre ellos.

Mi atención volvió a la mesa de los profesores cuando Dumbledore, tras ponerse de pie, empezó a hablar.

— Me gustaría decir unas palabras antes de perder vuestra atención por el banquete. Para empezar, quiero dar la bienvenida a Remus Lupin, quien volverá a tomar el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

Mis ojos se abrieron con sorpresa a la vez que aplaudía con el resto de alumnos, acallando los abucheos que salían desde la mesa de Slytherin. Al girar mi vista hacia las mesas de Gryffindor y Slytherin comprobé que tanto el Trío de Oro como Ginny, Draco y Theo estaban igual de sorprendidos que yo pues ninguno habíamos tenido noticias de que Remus volvería a trabajar en Hogwarts.

— Y ahora —Continuó Dumbledore una vez disminuyeron los aplausos—, me temo que debemos abordar un tema más serio. Como todos saben, recientemente se han producido ataques perpetrados por Voldemort y sus aliados, los Mortífagos. Hogwarts ha sido siempre un lugar seguro y con la intención de que lo siga siendo, debo comunicar algunas reglas que se van a implantar. En primer lugar, y como ya han debido notar, habrá Aurores en todo el castillo. Tendrán acceso a las salas comunes y el privilegio de quitar puntos en caso necesario. Queda prohibido recorrer el castillo a solas, siempre deben ir acompañados de algún compañero o, en su defecto, un Auror. Y por último, las salidas a Hogsmeade quedan suspendidas hasta nuevo aviso. Ahora sí, a comer.

Abriendo los brazos, la comida apareció en las mesas. Al contrario de años anteriores, en los que todas las mesas estaban llena de risas y conversaciones, ese año fue silencioso, con apenas unos cuantos susurros esparcidos.

— ¿Crees que El-que-no-debe-ser-nombrado sería capaz de atacar Hogwarts? —Me preguntó Simone.

Durante el trayecto en tren fui capaz de ponerla al día sobre mi recuperación e inventarme una excusa para explicar porqué sus cartas eran devueltas sin contestación.

— No lo creo. Hogwarts siempre ha sido conocido por lo seguro que es. Ahora que han reforzado las protecciones y han traído Aurores no creo que Voldemort sea tan tonto de intentar entrar. Sería casi un suicidio.

— Me sorprende que el profesor Dumbledore haya permitido que vengan Aurores. Pensé que no querría volver a saber nada del Ministerio después de que insinuaran que mentía. ¿De verdad podemos confiar en el Ministerio?

Viviendo en el mundo de Harry PotterWhere stories live. Discover now