Secuestro

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— No seamos imprudentes.

— ¿Acaso no estás preocupada por Sirius?

— Por supuesto que lo estoy —Exclamé indignada ante la acusación de Harry— Es solo que creo que deberíamos ir con cuidado. ¿Qué pasa si es un plan de Voldemort?

— Parecía real —Se excusó Harry, sin sonar del todo convencido.

— La última vez también lo pareció y si no llega a ser por el profesor Dumbledore y La Orden no habríamos salido vivos de allí —A mi mente llegó el suceso en el Ministerio, donde Sirius estuvo a punto de morir.

— Harry, el espejo. El que te regaló Sirius para hablar con él —Antes de que Hermione terminase de hablar, Harry y Ron ya estaban de camino a su habitación, dejándonos solas en el pasillo —No quería decir esto frente a Harry pero, aquel día en el Ministerio, Sirius estaba destinado a morir, ¿verdad?—Incapaz de responder, incliné la cabeza de arriba a abajo en un silencioso asentimiento.

— ¿Crees que Voldemort de verdad lo haya secuestrado? Sirius no se dejaría atrapar tan fácilmente, ¿no? —Antes de que Hermione pudiera contestarme, una risa sonó a nuestras espaldas.

— Vaya, vaya, pero si es la pequeña Bloom. ¿Alguna razón para que estés en los pasillos en mitad de la noche? —Girándonos, observamos como Parkinson se acercaba a nosotras. Una sonrisa de autosuficiencia adornaba su rostro.

— Está conmigo, Parkinson, pero gracias por tu preocupación —Su sonrisa se transformó en una mueca de asco al escuchar a Hermione.

— Jamás pensé que vería a la perfecta Granger ayudando a una Hufflepuff a saltarse las normas. ¿Qué es lo siguiente? ¿Dejar que entre en otras Salas Comunes por la noche? Imagino que fue así como lograste gustarle a Draco —Parkinson se echó a reír, despertando a los cuadros quienes al instante comenzaron a quejarse por el ruido— Estúpidos cuadros. Dad gracias a que no os he quemado todavía.

— Parkinson, ¿sabes que los Prefectos también tienen prohibido deambular por los pasillos cuando no tienen que patrullar? Y creo recordar que hoy no es tu turno. No puedo quitarte puntos, pero puedo informar al profesor Snape.

— Haz lo que quieras, dentro de poco el premio de las Casas será lo que menos importe —Hermione y yo nos miramos preocupadas. Ambas parecíamos haber sentido el mismo malestar ante las palabras de Parkinson.

— Cuidado, Pansy, no vayas a desvelar todo. ¿No sería más divertido ver sus caras de sorpresa? —A su lado apareció Zabini. Su atuendo me llamó la atención, dándome cuenta de que tanto él como Parkinson habían cambiado su uniforme por ropa de calle.

— ¿De qué estáis hablando? —Como única respuesta recibí sus sonrisas, las cuales se agrandaron al ver a Harry y Ron correr hacia nosotras.

— Sirius está en problemas. El espejo... —Jadeó Harry, intentando recuperar el aliento— ...está en manos de los Mortífagos —La risa de Zabini hizo que los cuatro girásemos la cabeza en su dirección.

— Vuestra noche va a ser más interesante que la nuestra. Qué envidia —Parkinson se echó a reír por las palabras de su amigo.

— ¿Vosotros tenéis algo que ver con esto? —Ron se nos adelantó, acercándose a ellos.

— Ojalá. Habría sido magnífico saber que vuestras caras es gracias a mí —Al instante el puño de Ron aterrizó en la cara de Zabini seguido por el sonido de un hueso rompiéndose.

En respuesta, Parkinson levantó su varita contra Ron, en protección de su amigo que había caído al suelo por el impacto. Al igual que ella, nosotros cuatro también levantamos la varita.

Viviendo en el mundo de Harry PotterWhere stories live. Discover now