Crookshanks

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Ya habían pasado algunas semanas desde lo ocurrido en la clase de oclumancia con Snape. Había hablado con Dumbledore sobre todas las preocupaciones que tenía y, aunque por el momento no habíamos hallado ninguna respuesta, me había servido mucho para desahogarme. Además, los alumnos no habían hecho demasiada mención a mi estadía en la enfermería.

— Es normal que a la gente no le haya interesado demasiado. Todo el mundo sabe que eres amiga de Harry, para los alumnos ya es normal que tanto él como sus amigos acaben en la enfermería de vez en cuando—. Me explicó Ginny mientras dábamos un paseo por el castillo.— Además, mañana es el primer partido de Quidditch y dentro de poco será la primera salida a Hogsmeade así que la gente está centrada solo en eso —.

Ginny llevaba razón, al día siguiente sería el primer partido de Quidditch, Gryffindor contra Hufflepuff. Dumbledore y yo habíamos quedado en que dejaríamos que la historia siguiese su curso pero aun así estaríamos muy pendientes de que no pasase nada demasiado grave.

— He quedado con unos amigos en la biblioteca para estudiar, ¿quieres venir? — Me ofreció Ginny parándose en el pasillo.

— Gracias por la invitación, pero prefiero seguir paseando un rato más —.

— Está bien. Ten cuidado y recuerda que no podemos salir de los terrenos de Hogwarts. Si necesitas cualquier cosa ya sabes donde estoy —. Con un corto abrazo, Ginny se despidió de mi.

Aunque estar en la biblioteca con Ginny sonaba estupendo, necesitaba un momento a solas para pensar en todo lo ocurrido estas semanas.

Ginny y los demás me habían esperado en la puerta de la enfermería a la mañana siguiente de lo ocurrido. Tras asegurarles cientos de veces que estaba bien me contaron que algunos miembros de Slytherin habían visto a Snape sacándome inconsciente de su despacho. Al saber eso no tuve más remedio que inventarme una excusa rápida para que se tranquilizasen.

 Les conté que Dumbledore había insistido en que recibiese clases extra de pociones por recomendación de mis padres y que un pequeño accidente al mezclar los ingredientes había hecho que me quedase inconsciente.

No me gustaba la idea de tener que mentirles sobre tantas cosas (mi familia, las clases con Snape...) pero era lo más seguro para todos.

Tras recorrer algunos pasillos llegué a uno desde el que se podía salir a los terrenos de Hogwarts. Desde mi posición, tenía una vista clara de los terrenos y, un poco más alejado, se veía al Sauce Boxeador cuyas hojas tenían un ligero movimiento debido al viento que hacía.

Estuve un rato mirando el sauce hasta que sentí un roce en mi pierna que me hizo saltar del susto. Crookshanks, el gato de Hermione, se encontraba a mi lado mirándome fijamente. Al ver que ya había llamado mi atención se dirigió al final del pasillo, donde se encontraba la salida hacia los terrenos. Una vez allí, se quedo parado a la espera de que lo siguiese.

Ya tenía una ligera idea de hacia donde me llevaba por lo que no dude ni un segundo en llegar a su lado. A paso ligero y muy pendiente de que nadie me viese, nos dirigimos hasta el Sauce Boxeador. Me quedé parada a una distancia prudente sin saber como iba a acceder al pasadizo.

Si me acercaba más el árbol me golpearía y todavía no había aprendido ningún hechizo inmovilizador. Con paso tranquilo, Crookshanks se acercó a la base del árbol y presionó lo que supuse que sería el nudo que lo paralizaba.

Siguiendo al gato me adentré al pasadizo. Era largo y estrecho, en algunas partes incluso era necesario andar a gatas por su pequeñísimo tamaño. Según me iba acercando a la casa de los gritos mis nervios aumentaban. Aunque ya sabía lo que me iba a encontrar, no tenía ni idea de en que estado estaría. Una vez recorrido el pasadizo y ya dentro de la casa, lo único que se escuchaban era el crujir de la madera bajo nuestros pasos.

Crookshanks, me guió hasta una pequeña habitación que se encontraba vacía a excepción de un viejo colchón del cuál ya habían pasado sus mejores momentos. En la esquina más alejada de la puerta, se encontraba un hombre sentado, con las rodillas flexionadas hacia el pecho y la cabeza gacha. A simple vista podía parecer que estaba muerto ya que no se movía pero si te fijabas podías ver un ligero movimiento, señal de que estaba respirando calmadamente.

No se movió ni un centímetro cuando entramos ya sea porque no nos oyó o tal vez porque ya estaba tan acostumbrado a que la madera crujiese que ni se inmutaba. El gato se acercó a él, logrando que levantase la cabeza lo suficiente para verlo.

— ¿Que haces aquí pequeño? Siempre me esperas en los terrenos de Hogwarts, ¿por qué has decidido venir hoy hasta aquí? — Le hablaba al gato a la vez que le acariciaba la cabeza.

Al levantar la cabeza pude observar su rostro. Su extrema delgadez hacía que la piel se le pegase a los huesos, cuando hablaba se podían observar sus dientes amarillos y todo ello, junto a su pelo largo y enmarañado, le daba aspecto de cadáver.

Crookshanks, deteniendo las caricias que estaba recibiendo, se acercó hasta la puerta en la que me había quedado parada desde que llegamos. Cuando descubrió que Crookshanks no era el único que había llegado a la casa, se levantó de inmediato y se acercó a mí.

— ¿Quien eres? ¿Que haces aquí? — Su voz, debido a la falta de uso, era muy ronca. 

No me dio tiempo a decir nada cuando Crookshanks, al ver la cercanía y la ira que tenía, se puso en medio mientras soltaba un bufido en una aparente señal de protegerme.

— Crookshanks parece confiar en ti y es un gato muy inteligente así que me fiaré de ti —. Dijo calmándose un poco aunque todavía parecía sentir algo de desconfianza hacia mi. —Además, necesito a alguien con quién hablar y que no sea un gato. Sin ofender Crookshanks — Aclaró viendo como el gato se alejaba hacia el pasadizo.

— Es un placer conocerle Señor Black. Soy Stella Bloom — Me presenté, esperando calmar un poco el ambiente.

— El placer es mio Stella. Llámame Sirius por favor que soy demasiado joven como para que me trates de señor —. Contestó con una pequeña sonrisa. — Supongo que sabrás lo que dicen sobre "el asesino Sirius Black" así que no entiendo que haces aquí tan tranquila y no con algún profesor desvelando mi paradero —. Parecía que su curiosidad había ganado a su desconfianza porque con paso tranquilo se dirigió al colchón sentándose y ofreciéndome asiento a su lado.

— Digamos que sé lo suficiente como para que cierta rata y cierto perro vistos por Hogwarts me hagan pensar que no son exactamente unos animales normales y corrientes. ¿O acaso me equivoco, Canuto? — A esa última pregunta, le siguió una conversación mucho más larga que, de no haber sido por Crookshanks que volvió unas horas después recordándome que debía volver a Hogwarts, habría durado muchísimas horas más.



Viviendo en el mundo de Harry PotterWhere stories live. Discover now