Noticias

2.3K 232 2
                                    

Apenas podía dormir. Los Mortífagos sabían de mi existencia por lo que las vacaciones de verano las estaba pasando en Grimmauld Place con Sirius. La casa estaba protegida pues se encontraba escondida con el encantamiento Fidelio y los únicos que sabían que me encontraba allí eran Dumbledore y la familia Weasley.

Además, estaba haciendo lo que Dumbledore me había pedido: escribir todo los recuerdos que me viniesen a la mente en el diario que me regaló. Eso me estaba provocando más insomnio que el hecho de los Mortífagos. A cada día que pasaba me iba costando más escribir en el diario. Lo que había empezado siendo una simple laguna en mi memoria cada vez iba a más, hasta el punto de que para mitad del verano no era capaz de recordar los rostros de mis amigos cayendo en cuenta de que sólo se me venía a la mente los rostros de mis padres.

Y no solo se me estaba olvidando mi antigua vida sino también todo lo que sabía acerca de los libros de Harry Potter. Había decidido escribir todo lo que sabía en el diario, intercalándolo con detalles de mi vida para que fuese más difícil de encontrar si lo leía alguien que no debía.

Dumbledore no sabía nada. Las cartas que le había enviado pidiendo hablar me llegaban de vuelta sin contestación y las escasas visitas que hacía a Grimmauld Place eran para hablar con los miembros de la Orden del Fénix entre los que se incluían a Remus, Sirius y los señores Weasley quienes se habían instalado en la casa junto a sus hijos cuando las reuniones comenzaron.

Por mucho que intentaba averiguar de que hablaban, aunque intuía que tenía relación con lo que le había contado a Dumbledore sobre Voldemort, nadie quería decirme nada. Al parecer lo que me había dicho de que él se encargaría de todo era verdad y no me parecía buena idea.

— Sirius —Le llamé, interrumpiendo su conversación con una chica que llevaba el pelo rosa.

— Stella, ven. Te presento a mi sobrina Nymphadora Tonks. Ella estuvo en Hufflepuff igual que tú —Nos presentó Sirius cuando llegué a su lado.

— Un placer Stella. ¿Nos conocemos de algún lado? Tu rostro me suena familiar. No creo, seguramente te estaré confundiendo con otra persona —Sin darme tiempo a contestar se respondió a sí misma a una velocidad que me sorprendió. No esperaba que tuviese una actitud tan hiperactiva.

— Tonks, ¿puedes venir? Necesitamos tu ayuda — Desde la puerta del comedor la llamó Remus. Tonks, sin perder el tiempo y con una sonrisa, fue corriendo tirando un jarrón a su paso.

— ¡Lo siento! — Le gritó a Sirius a la vez que con un movimiento de varita lo dejaba como estaba.

— Esta chica — Negó Sirius con una sonrisa—. ¿Qué necesitabas Stella?— Me devolvió la atención una vez Tonks se adentró en el comedor.

— ¿Qué? ¡Ah, sí! Sé que no puedes decírmelo pero, ¿de qué habláis ahí dentro? — Le pregunté señalando al comedor dónde escasos minutos antes había tenido lugar una de sus reuniones. Con un suspiro se negó.

— Sabes que me encantaría decírtelo pero Dumbledore nos indicó claramente que no podía saberlo nadie que no pertenezca a la Orden, tú incluida. Y me resulta muy extraño, por un momento pensé que incluso te permitiría asistir a las reuniones.

— Yo también lo creí pero me dijo que no me preocupase de nada, que el se encargaría de todo. Y no me malinterpretes, me fío de Dumbledore pero hay ciertos temas que él todavía no sabe y no soy capaz de convencerle para que hable conmigo —Sabía cuál era la intención de Dumbledore: alejarnos a Harry y a mí para evitarnos más problemas. Comprendía su preocupación por nosotros pero su método no solo le perjudicaba a él sino a todo el mundo mágico.

— Por lo que sabemos —Sirius me alejó de las escaleras donde seguramente estarían los Weasley intentando escuchar—, han habido algunas desapariciones muggles, no lo suficiente graves como para que se preocupen las autoridades pero sí para llamar la atención de Dumbledore. Estamos haciendo algunas rondas de vigilancia en los barrios muggles por si acaso. ¿Recuerdas algo que pueda tener relación con esto? —Con su pregunta mi mente se trasladó a mi habitación, dónde tenía escondido el diario.

— Sobre eso es de lo que necesito hablar con Dumbledore. Estoy teniendo lagunas, muchas lagunas, sobre mi anterior vida. Dumbledore me aconsejó escribir todo en un diario que me regaló y es lo que he hecho. Cuando me vaya a Hogwarts lo dejaré aquí escondido, es el lugar más seguro de momento.

— Intentaré hablar con él en la próxima reunión pero no te prometo nada —Apoyó su mano en mi hombro intentando reconfortarme—. Por cierto, ¿sabes algo sobre Harry?— Desde que habían empezado las reuniones nos prohibieron comentarle nada a Harry sobre lo poco que sabíamos, prohibición que se le aplicó también a Hermione en cuanto llegó. Los demás le habían dejado de enviar cartas por miedo a que se les escapase algo pero yo junto a Sirius, sabiendo lo mal que lo pasaría Harry sin cartas le escribíamos cortos mensajes entre los dos, recibiendo a cambio cartas llenas de preocupación por el repentino silencio que recibía de Ron y Hermione.

— Pues lo de siempre. Está molesto por no saber nada sobre sus mejores amigos pero se alegra de que al menos tú y yo le enviemos cartas. No parece estar pasándolo demasiado bien en casa de sus tíos —Lo único que conseguía alegrarme era saber que Harry, a pesar de tener que estar con sus tíos, no había tenido que vivir la tercera prueba del torneo y todo lo macabro relacionado con ella.

— Por suerte no tendrá que estar allí mucho más tiempo. Remus y yo hemos decidido ir a buscarle en un par de días. No es necesario que pase todas las vacaciones con sus tíos y quiero que disfrute sus últimas semanas con vosotros y conmigo — Su noticia me llenó de alegría. Mientras escribía en el diario había recordado el ataque del dementor y con alivio supe que no había ocurrido. Harry no tendría que preocuparse por el juicio y podría disfrutar de unas semanas con Sirius.

Viviendo en el mundo de Harry PotterWhere stories live. Discover now