Trampa

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— ¡Se puede saber que has hecho Potter! —Gritó Draco viendo que la chimenea nos había llevado a nada menos que el Ministerio de Magia que por ser de noche estaba completamente vacío.

— ¡Harry! — De una de las chimeneas a nuestro lado salieron Neville, Luna y Ginny y segundos más tarde de otro par de chimeneas salieron algunos miembros de la Orden del Fénix, entre ellos Remus, Tonks y Sirius.

— ¿Sirius? —Preguntamos Harry y yo al unísono, sorprendidos.

— Chicos. ¿Estáis bien? ¿Qué hacéis aquí? — Sirius se acercó preocupado, examinándonos en busca de heridas hasta que se topó con Draco, a quien lanzó una mirada extraña pero no dijo nada.

— Yo... Pensé que estabas en peligro —Harry cada vez se encontraba más confuso.

— ¿En peligro, yo? ¿Por qué pensaste eso?

— Porque lo soñé y como pasó lo mismo con el señor Weasley pues pensé que tú también estabas en peligro. Supe que estabas aquí, en el Ministerio de Magia, por eso hemos venido —A cada momento que pasaba entendíamos menos lo que ocurría.

— Harry, sabes el control que Voldemort tiene sobre ti, debiste asegurarte antes de venir —Le reclamó Sirius.

De un momento a otro, una decena de magos, todos con máscaras puestas, salieron por diversas puertas, apuntándonos con sus varitas.

—  Vaya, vaya. Cuánto tiempo querido primo —Con su característica risa maníaca, Bellatrix, la única que tenía el rostro descubierto, lanzó un hechizo a Harry siendo parado a tiempo por Sirius y comenzando así una pelea en la que los hechizos destruían paredes y chimeneas.

La Orden del Fénix nos dejó atrás, poniendo a Tonks como nuestra protectora, quien nos guió por los pasillos en un intento de alejarnos de la batalla. Apenas habíamos recorrido unos metros cuando un par de Mortífagos nos siguieron, haciendo que nos separásemos de Tonks y que entrásemos en una sala llena de bolas de cristal.

— Esto es sencillo Potter, buscas la profecía y me la entregas — Mientras que uno de los Mortífagos se había quedado luchando contra Tonks, el otro se había encerrado con nosotros en aquella amplia sala.

— No puede ser —Susurró Draco, con los ojos fijos en el Mortífago, siendo escuchado solo por mí que estaba a su lado.

 — ¿Profecía? —Harry estaba confuso.

— Sólo necesitas saber que es una de estas bolas y que lleva tu nombre. Búscala y entrégamela. Si no lo haces por las buenas, lo harás por las malas —Apuntó a Harry con la varita.

— Me temo que eso no va a ser posible. ¡Bombarda Máxima! —Ginny hizo estallas una de las estanterías, haciendo que cayese y dándonos tiempo para correr y escapar.

A pesar de que intuíamos que el Mortífago no nos seguía decidimos seguir corriendo, atravesando varios pasillos hasta que llegamos, de nuevo, a la sala principal del Ministerio dónde la batalla seguía.

— ¡Harry! —Gritó Sirius cuando nos vio haciendo que, durante un segundo, dejase de prestarle atención a Bellatrix, su contrincante, provocando que un hechizo le diese de lleno, lanzándolo varios metros hasta chocar contra el suelo.

Sin darnos tiempo a reaccionar y con apenas unos segundos de diferencia, Voldemort y Dumbledore aparecieron, comenzando una pelea entre ellos dos y provocando que los Mortífagos desapareciesen al instante por las chimeneas y nosotros nos escondiésemos tras un muro y algunas protecciones de los miembros de la Orden hasta que, unos largos minutos después, aparecieron el Ministro y algunos Aurores que hicieron que Voldemort desapareciese tal y como había llegado.

— ¿Sirius? —Harry se acercó a su padrino que estaba inconsciente tumbado al lado de Remus.

— No te preocupes Harry, no ha sido un golpe tan fuerte. Se recuperará —Aseguró Remus tranquilizando, no solo a Harry, sino a todos— ¿Estás bien Tonks? —Le preguntó viendo cómo se sujetaba el costado izquierdo con la mano.

— Sí, Remus. Estoy bien. Un simple Mortífago no podrá conmigo tan fácilmente —Contestó con media sonrisa.

— ¿Draco? ¿Estás bien? —Pregunté preocupada.

— Su voz —Susurró, con los ojos fijos en el suelo, aunque se notaba que su mente estaba mucho más lejos.

— ¿Su voz? ¿Qué voz? —Pregunté confusa, sin saber a qué voz se refería.

— ¿Eh? Nada, da igual —Draco, que empezaba a ser consciente de dónde estaba, negó con la cabeza incapaz de mirar a nadie a la cara pero sabiendo que gran parte de los ojos estaban puestos en él.

Tras varias horas en San Mungo, en las que nos examinaron a todos, nos dejaron volver a Hogwarts. Sirius, que seguía inconsciente, se quedó ingresado haciendo que Harry no quisiese marcharse hasta que los medimagos le aseguraron que estaba fuera de peligro. A Tonks también la tendrían en observación esa noche para asegurarse de que no era nada grave.

Nadie sabía lo que había pasado esa noche por lo que, al ver cómo quitaban los cuadros de normas que había impuesto Umbridge y que Dumbledore volvía a ocupar su puesto de director fue una alegría y sorpresa para todos los alumnos.

— Menos mal que Umbridge ya no está —Dijo George durante el desayuno mirando a Dumbledore.

— Sí, aunque nuestro plan de huida se tendrá que quedar en el olvido — Siguió Fred con tristeza.

— Y tendremos que presentarnos a los exámenes —Terminó George. Ambos se miraron con tristeza y lanzaron un suspiro tan exagerado que las risas llegaron a todas las mesas.

— ¿Vuestro plan de huida? —Pregunté acercándome al terminar mi desayuno.

— No nos veíamos capaces de seguir aguantando a Umbridge —Respondió Fred.

— Y tampoco es como si nos fuese a servir saber lo que pasó en a saber que guerra élfica — Secundó George haciendo referencia a las clases de historia.

— Así que pensamos en hacer una salida a lo grande.

— Pero ya no vamos a poder.

— ¿Y por qué no? Podríais hacerlo cuando acabe el curso pero en vez de una huida tomadlo como una despedida al estilo Weasley —Con una sonrisa cómplice se levantaron, dándome un abrazo de agradecimiento y se fueron a ultimar los detalles de su plan.





Viviendo en el mundo de Harry PotterWhere stories live. Discover now