Regalo

3.3K 408 15
                                    

— Hey chicos, ¿ha ocurrido algo? —

Tras la reunión con Dumbledore me dirigí al Gran Comedor. Era la hora de la cena y,aunque la mayoría de la gente estaba alegre y con unas ganas inmensas de comer, había tres personas que no parecían tener la misma energía.

—¿ Acaso tendría que ocurrir algo?— Preguntó Hermione un poco a la defensiva.

— Teniendo en cuenta que lleváis peor cara que los alumnos a los que Nick enseña su casi decapitada cabeza pues sí, creo que pasa algo—. 

— No es nada Stella, no te preocupes—. Harry que tenía una mezcla entre enfado y tristeza intentaba no ser muy brusco aunque su aspecto daba a entender que tenía muchas ganas de hechizar a alguien.

— ¿Estáis seguros? No sé mucho sobre hechizos de ataque  pero se dar buenos golpes al estilo muggle—. Poniendo mi mejor pose de defensa con los puños alzados conseguí sacarle una sonrisa a Harry pero Ron y Hermione eran otra historia. Por lo que había visto no terminaban de fiarse de mi y aunque Ron no parecía tener demasiados problemas con verme, a Hermione no se le notaban muy ilusionada por tenerme en frente.

— Pues la verdad es que sí que ha pasado algo—. Para que la gente no nos escuchase, Harry nos dirigió a otro pasillo cercano por el que no había nadie y comenzó a hablar en susurros.— Escuché una conversación en Hogsmeade sobre Sirius Black—.

— ¿En Hogsmeade? ¿No se suponía que no podías ir?—  Al parecer Harry no se había dado cuenta de ese pequeño detalle al contármelo.

—Sí, bueno, encontré una forma de ir. El asunto es que por lo visto era el mejor amigo de mis padres y además trabajaba para Voldemort—. Según hablaba se le veía más enfadado.— Por lo visto fue él quien traicionó a mis padres y ahora a venido para terminar lo que Voldemort no pudo—. Harry estaba devastado. Le dolía saber que el mejor amigo de su padre, a quien le había confiado su vida y la de su familia, le había terminado traicionando de una forma tan cruel como aquella. Ron y Hermione por su parte también sufrían de ver a su amigo en ese estado y no poder hacer nada.

— ¿Y si no es así?— Los tres me miraron extrañados.— No sé con exactitud lo que pasó aquella noche pero quizás que esté aquí no tiene relación ninguna. Incluso es posible que lo que todo el mundo cree no sea verdad—.

— Por favor Stella, ¿cómo puedes ser tan inocente? Sirius Black era el guardián de los Potter, el único que sabía cómo encontrarlos. Además aquí en Hogwarts no tiene nada que buscar más que a Harry. No se trata de lo que la gente crea o no crea, se trata de buscar la lógica en todo esto y la lógica dice que ha venido a por Harry—. Hermione estaba convencida y por lo visto Harry y Ron también. 

Sin nada más que decir, Hermione se fue. Después de un ligero asentimiento Ron fue tras ella y Harry, sin ganas de hablar más pero tampoco con intención de ser borde, se despidió brevemente de mí y se marchó.

Pasaron varios días hasta que pude volver a visitar a Sirius, las clases me habían tenido ocupada. Aprovechando que faltaba poco para la Navidad y que no sabía si podría volver a verle antes de esa fecha tan esperada, decidí que era un buen momento para llevarle un regalo que esperaba le hiciese mucha ilusión.

—¿ Qué te parece Stella? ¿Te gusta?— Sirius estaba parado en mitad de la habitación, su pelo y barba estaban limpios y arreglados y su ropa raída había desaparecido dando paso a una túnica negra que me recordaba a alguien.

— Te pareces al profesor Snape—. Al ver su cara de asco tras escucharme no pude evitar reírme.

— Dumbledore me lo dio. No tengo espejo para verme y él dijo que me quedaba bien—. Contestó Sirius a la vez que se quitaba la túnica y la tiraba al suelo dejando ver una camisa y pantalones negros.— No pienso volver a fiarme de él en temas de ropa. Solo pensar que haya podido coger esa túnica del armario de Snape... por las barbas de Merlín que asco—. A pesar de estar ofendido con la comparación no pudo evitar terminar contagiado con mi risa que no había parado.

— Entonces ya has hablado con Dumbledore por lo que veo ¿no?— Pregunté una vez nos conseguimos calmar.

— Fue toda una sorpresa verle por aquí. Al principio pensé que había venido para llevarme con los dementores pero cuando me explicó que había venido por ti comprendí todo—. Mientras se secaba una lágrima producida por la risa se sentó en el suelo indicándome que me sentase a su lado.

— Debería habértelo comentado antes pero no tuve tiempo de venir. Supuse que sería bueno que Dumbledore lo supiese, él puede hacer bastante más que yo—.

— Hiciste bien en decírselo, que Dumbledore lo sepa puede ser de gran ayuda. Supongo que tener la apariencia de una niña de 11 años no debe ser fácil para ti. ¿ Ya sabes porqué te ha pasado eso?—

— Dumbledore cree que puede ser producto de algún hechizo muy antiguo pero  no tenemos nada seguro. ¿Que habéis pensado hacer con tu situación?—.

— Por el momento hemos decidido que nadie más sepa lo que pasa, ni siquiera los profesores—. Sirius sabía que Remus era profesor en Hogwarts y se le notaba que no poder contarle la verdad al único amigo que le quedaba le estaba afectando.

Tras mucho pensarlo decidí contarle a Sirius la charla que había tenido con Harry unos días antes y las ganas que tenía de contarle toda la verdad.

— Cuando todo el asunto de la asquerosa rata esté solucionado Harry sabrá lo que en verdad ocurrió aquella noche. Pero lo mejor será que no sepa nada sobre quien eres realmente, al menos no por el momento—. Me dio un corto abrazo reconfortante, él mejor que nadie entendía lo duro que era tener que ocultar cosas a la gente que quieres.— Será mejor que te vayas, no creo que falte mucho para que se haga de noche—.

Nos dirigimos a la entrada del pasadizo y cuando estaba a punto de entrar, me acordé del regalo para Sirius.

— Por poco se me olvida. Tengo algo que darte—. Dije dándome la vuelta y poniéndome frente a Sirius.— Dentro de poco es Navidad y pensé que te haría ilusión tener esto—.

— No era necesario que me comprases nada Stella—. Dijo Sirius con sorpresa.— Pero ya que estamos, dime por favor que es una túnica y que no es negra—. Dijo con humor sacándome una carcajada.

— Lo tendré en cuenta para la próxima vez—.

Del interior de mi túnica saqué una varita, más concretamente su varita.

— Por las barbas de Merlín, ¿cómo la has conseguido?— Sirius estaba sorprendido, no se esperaba un regalo y mucho menos que ese regalo fuese su antigua varita.

— Tuve ayuda de Dumbledore, averiguó que el Ministerio la tenía guardada y de alguna forma consiguió que se la diesen. No quiso explicarme cómo lo hizo—.

Con un gran abrazo Sirius me agradeció montones de veces y, mientras me iba por el pasadizo hacia Hogwarts, pude ver cómo se le escapaba una lágrima junto a la gran sonrisa que tenía sujetando su varita fuertemente.

Viviendo en el mundo de Harry PotterNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ