#Día decisiete; Aullido. { Wigetta }

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24 de diciembre.

Un muérdago, un par de besos y dos sonrisas bien formadas. La noche del veinticuatro comenzaba de la mejor manera posible. Habían quedado con su grupo de amigos para hacer una pequeña fiesta antes de que cada uno tuviera que irse a sus respectivas casas a pasar fechas con sus familiares, todos estaban en España exceptuando a Rubén que habían tenido que viajar a Noruega (cosa que era de esperar). Algunos reían, otros simplemente tomaban, mientras Mangel aplaudía entretenido a la pareja Luzana que bailaba en la sala algo de salsa. No muy lejos de ahí, Samuel y Guillermo estaban brazados, bajo el muérdago, claramente fuera de la vista de sus amigos. Porque, aunque estos supieran que afectivamente eran pareja, seguía existiendo la vergüenza de que los vieran juntos. Era un momento de intimidad pequeño, luego volverían a la fiesta con los demás, volverían a pasar unas horas más con ellos y listo. La noche era joven cuando el reloj aun marcaba a las seis de la tarde.

Un beso más fue robado de los labios del chico de ojos finos, logrando también una risita suave en él. Serían ya largos minutos juntos en la privacidad, pero ninguno de los dos quería separarse, ninguno de los dos mostraba ni la más mínima señal de querer dejar de abrazar al otro. Y es que, si fuera por Samuel, jamás soltaría al joven muchacho que tenía en sus brazos. A diferencia del año anterior ya lo tenía en sus brazos, lo podía besar, le podía decir que lo quería sin que una pantalla estuviera entre ellos dos. Y esas eran cosas que no tenía ganas de cambiar.

— Amor —las suaves manos de Willy fueron a parar al rostro de su pareja al llamarlo. Le notaba distraído, o más bien elevado, desde el último beso.

Demasiado tierno como para que Samuel no deseara volver a robarle otro beso más, cosa que obviamente hizo. Lastimosamente, el bello momento les fue arrebatado de las manos cuando la pólvora se hizo escuchar en el cielo. Probablemente algún centro comercial ya se encontraba con un espectáculo para la fecha. Los ladridos y el aullido que se escuchó por parte de Max, el perro de Alexby, les indicaron a quienes estaban en la casa que los fuegos artificiales habían comenzado. El que más de uno de sus amigos llegaran corriendo al lugar en donde estaban les obligo por inercia a separarse y alejarse hasta una distancia considerable. El espacio personal de cada uno había vuelto a la normalidad.

— ¡Ostras tío, que es aquí no más! —gritó Frank antes de dejar salir su contagiosa risa.

Probablemente ninguno de sus amigos lo notó. El balcón se llenó de los integrantes del grupo de amigos, siendo Lanita la primera en salir para quedar con más visibilidad, seguida de su pareja que iba casi arrastrándose por el piso por la prisa de la muchacha. Alexby, Mangel e incluso Abraham que había aceptado la invitación al final, estaba presentes ignorando el apenado Guillermo que desde la presencia de sus amigos no había ni levantado la mirada.

No fue sino hasta que el cachetón sintió a los brazos de su pareja rodearle la cintura por detrás que reaccionó a alzar la mirada, confundido. Ni de replicar tuvo tiempo cuando Samuel besó con delicadeza su hombro para seguidamente perder su vista en el espectáculo de colores que se libraba en el cielo. Guillermo suspiró tranquilo, finalmente no tenía mucho por qué temer si eran sus compañeros. Sabía que el juzgar de ellos por su condición sexual jamás existiría.

— Te amo, ¿sabes?

Por simple inercia sonrió como idiota al escuchar las palabras de Samuel y asintió.  Sus manos se posaron sobre las de su novio y dejó su mirada elevarse al cielo para perderse en la inmensidad de colores llamativos que desplegaban del cielo. 

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora