#Día uno; Comienzo. { Rubelangel }

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Cada día era un nuevo comienzo para Rubén. Un amanecer significaba una nueva oportunidad para abrir los ojos y cambiar una parte de su historia en la tierra. Porque para él, las historias se construían todos los días de manera diferente. "Lo que hiciste el día de ayer causará algo en el hoy, y probablemente afectará al mañana de una manera que quizás no esperes" Aquellas palabras eran las que su madre solía repetirle cuando era niño, cuando no hacía más que encerrarse en su cuarto a jugar vídeo juegos como si no existiera nada mejor en la vida.

La verdad era que a ese punto de la vida no había conocido mejor cosa que pasársela enfrente de una computadora, o detrás de una pantalla, sacándose risas a si mismo con los comentarios idiotas que hacia mientras el juego se desarrollaba. Después, con mucho tiempo e imprevisto de por medio, había conocido algo mejor; a él.

Entonces creyó en las palabras de su madre.

Lo que había hecho cuando pequeño lo tenía en donde estaba ahora, con las personas que le rodeaban ahora. Era mejor que un sueño hecho realidad, porque nunca había soñado con algo tan grande.

Hacía mucho que no se detenía a pensar en cosas como estas, a veces ni siquiera tenía tiempo de pensar por estar tan ocupado en lo que sería un futuro no planeado que intentaba construir sin saberlo. Algo difícil de entender. Aquella mañana pensó también cerca de diez manera de cómo comenzar el día con el pie derecho, y así fue como termino dándole comienzo a la semana, a ese día, con una llamada telefónica.

Un timbre, dos, tres... cuatro.

- Duermes como morsa -acuso el mayor divertido al notar como el contrario apenas podía murmurar un saludo con demasiada pereza.

- ¿Y tu qué llamas a las siete de la mañana, tío? -como siempre que escuchaba su voz se encontraba con una sonrisa de oreja a oreja, con una felicidad que parecía imposible de alcanzar sino era hablando con él.

- Quería tener un buen comienzo de semana, pero vale... que ya no te vuelvo a llamar -entonces hizo ademan de colgar mientras en silencio reía con cierta maldad. Era un hijo de puta por molestar a Mangel de esa manera, tan temprano en la mañana.

- Me cuelgas y te rompo un brazo, Rubén -escuchó al otro lado de la línea y no pudo más, las risas fueron algo que no alcanzo a contener. Y mientras él se ahogaba como todo un retrasado, el menor solo sonreía, aunque este no lo pudiera ver.

- Buenos días, amor -saludó correctamente tras haber recuperado el aire que la risa le había robado. Esa era definitivamente la mejor manera de comenzar con el pie derecho; saludando a su pareja, ganando su primera risa de la mañana con solo escucharlo.

- No, nada de amor, que me has levantado.

Porque los comienzos son los mejores y los fáciles de escribir, el definitiva son los mejores, quizás por eso mismo intentaba que todos los días de su vida fueran un comienzo. Nada de finales.

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora