#Día veintidos; Reflejar. { Rubegetta }

830 45 4
                                    

El sol había comenzado a ocultarse anunciando al mundo entero que la noche estaría por caer pronto. En minutos contados las calles comenzarían a iluminarse dando paso a la vida nocturna de la ciudad e iluminando a unos otros la necesidad de llegar a casa después de un día de pesado trabajo laboral. 

Rubén caminaba con tranquilidad por las calles vacías de la ciudad hacia su departamento para por fin descansar, de reflejar el agotamiento en sueño, aunque parecía como si hiciera de todo por no querer llegar y es que al tener un roommate sus ganas por estar en casa disminuían. Más aún cuando se tenía a alguien como Samuel. Samuel era esa persona “especial” con la que compartía su hogar,  no es que tuviera algo en contra de dicho chico, para él el convivir con las personas nunca había sido algo grato de hacer. Al irse de casa la primera cosa que había pensado era conseguir su propio lugar, con un sueldo tan bajo un bibliotecario como Rubén era muy difícil de tener su propio departamento. Razones por las cuales había aceptado ser inquilino de aquel pequeño cuarto en el cual vivía ahora, sin lujos, sin bienestares. 

Pateó una pequeña roca que había encontrado en el camino a casa con su pierna derecha, como si aquello pudiera detener sus pensamientos sobre todo esto. Y es que el solo pensar en casa le traía recuerdos vagos de cuando conoció al chico. Totalmente extraño y mañoso, por cierto. El solo hecho de tener ese tipo de pensamientos le hacía erizársele la piel, sentir frio por su columna dorsal.

Era como aquella vez que vio el interior del cuarto ajeno; Un cuarto promedio como el suyo. Al contrario de en él había millones de fotografías pegadas, fotografías de ciudades, cafeterías y un sinfín de teclas de pc formando su nombre en la pared. Bien, si aquello no era del todo raro falta conocerle. El chico era un poco –demasiado– entusiasta para su gusto. La hacía sentir extraño.  Y extraño de una manera que no era del todo mala. Después de todo, días antes, no había dejado que este le robara un beso por nada.

Un suspiro grueso surco sus labios al encontrarse enfrente de aquel edificio color blanco deteriorado, aquel donde se encontraba su departamento y el de muchos otros más universitarios. Y con forme entraba al lugar y subía al ascensor podía escucharse rezar porque aquel chico se encontrara ya dormido. No tenía ganas de hablar con nadie, no cuando había tenido una semana tan pesada entre trabajo, estudios y exámenes parciales. Su respiración se perdió en cuanto diviso la puerta de su residencia, dio un paso largo y saco las llaves de su pantalón, girando la perilla tras haber colocado las llaves en su lugar, y con sumo cuidado como si pudiese despertar a alguien con el mínimo ruido que hiciera por error.

— ¿Hola? — preguntó al abrir la puerta y fijar su vista en aquella sombra similar entre la sala y comedor.

No había nadie, o así parecía. Suspiró tranquilo ingresando al lugar, cerrando a su paso la puerta para caminar a toda prisa hasta su habitación a encerrarse. No quería ver al chico raro que tenía como compañero.

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora