#Día dos; Murmullo. { Wigetta }

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Murmullos, eso era lo único que escuchaba Guillermo mientras paseaba por la ciudad estadounidense de la mano de su pareja. Murmullos y más murmullos. Estaba seguro que ninguno de esos estaba cargado con comentarios buenos. La gente solo miraba, se daba la vuelta y hablaba como si supiera demasiado del tema. 

Era extremadamente hostigante que cosas así ocurrieran siempre que salían a la calle en plan de pareja.

El menor de la relación no tenía ni la más mínima idea de por qué era tan extraño para la gente ver a una pareja caminar de la mano. Si él bajaba la mirada para ver su mano derecha entrelazada a la izquierda de su pareja, se causaba a si mismo ternura. Es decir, era sumamente bonito para él ir de la mano caminando junto a Samuel. Pero al parecer algunas personas que pasaban por su lado no pensaban igual.

Comenzaba a molestarse. Quizás no deberían haber salido de casa. Guillermo no tenía problema alguno con ese tipo de demostraciones afectivas (que en si eran mínimas) pero la mirada de la gente le hacía sentir tan jodidamente incomodo que prefería encerrarse en el departamento y no salir. Por lo menos, no salir hasta que las personas comenzaran a acostumbrarse a ver a dos chicos unidos.  

— ¿Pasa algo? —Guillermo negó ante la pregunta, bajando la mirada para solo fijarse en lo que sería el sendero que seguían hasta llegar a casa de Luzu— Willy…

— Todo bien… —insistió el castaño, pero lo que hizo le dejó más que en evidencia. Su mano se aparto de la ajena para refugiarse en el bolsillo de su buzo gris. Ambas manos propias fueron a parar ahí. Intentaba resguardarse de algo que ni él sabía qué era.

El silencio se hizo presente por su tiempo mientras la caminata seguía su curso habitual. Samuel no era ningún tonto, podía ser algo distraído la mayoría de las veces, pero no era ningún tonto como para no darse cuenta de qué era lo que acomplejaba a su pareja. Podría no entender ingles del todo, pero las miradas de algunas personas le eran suficientes.

La gente debería ocuparse más de sus vidas que de este tipo de cosas ridículas, definitivamente. No lo culpaba, realmente no necesitaba culparlo. Aunque él no se sentía de la misma manera que su pareja, entendía perfectamente que para Guillermo no era algo fácil.

De un momento a otro los pasos del mayor cesaron. Su mente le había obligado a detenerse por la simple razón de que no deseaba a llegar a casa de su amigo a actuar como si nada. Situaciones así no se solucionaban dejándolas pasar sin más. El menor de los dos noto aquella acción y se detuvo segundos después, dándose la vuelta para ver al contrario con una mirada confusa. Ciertamente preocupada.

— ¿Sam? —el que su voz sonara tan baja y agrietada solo daba razón el hecho de que se sentía culpable, podía jurarse incluso que todo era su culpa. Y es que en verdad era su culpa.

— ¿Es más importante la habladuría al hecho de caminar junto a mi? —cuestiono Samuel sin pelos en la lengua, con desanimo y un toque de molestia.

— N-no… —intentar corregir no estaba entre las opciones que el menor se otorgaba a sí mismo. No había excusa, nada que decir. Samuel tenía las cosas claras, él era el ridículo— Lo siento.

— Guille… —aquí venía, esa típica voz suave, melosa y de reproche solo significaba una cosa— …mientras estés conmigo realmente no me importa el cómo me mira la gente y mucho menos el qué piensa. Me importa estar conmigo.

— Perdón —el mayor rodo los ojos ante la mirada apenada de más bajito. Nadie, o al menos él, podía resistirse a esa mirada de arrepentimiento que Guillermo tiraba cuando algo le salía mal.

— Ya deja de pedir perdón, cabezón —Habló Samuel con gracia. Ahora que el típico tono volvía, Guillermo se sentía mucho más seguro. Quizás el mayor tenía razón; necesitaba dejar de pensar en los comentarios de las demás personas.

Estaba seguro que, al menos por ahora, absolutamente nada cambiaría en la sociedad en la que vivían. No importaba en qué parte del globo terráqueo estuvieran, la aceptación no se encontraba en su totalidad.

— ¿Quieres una pequeña razón para que nos miren más? —el menor alzó la mirada que mantenía abajo para ver al contrario con confusión.

No había entendido nada. Aunque llego a entenderlo perfectamente cuando sintió los labios del más alto posarse en los suyos segundos antes de verlo reír mientras retomaba el camino que antes iban siguiendo. Si Samuel no se reía por la cara de empanado del menor, seguramente lo estaría haciendo por lo rojas que aun se podían sus mejillas cuando le robaba un beso.

El más bajito reacciono en contados segundos dándose la vuelta para seguir al otro, subiendo de paso la capucha de su buzo lleno de vergüenza. Aunque esta vez la pena no era porque la gente los hubiera visto, era por ese color que se le había subido a la cara de un momento a otro. Y para cuando llego al lado del ajeno lo empujó con el hombro, ganando más risas… y el que su mano una vez más volviera a quedar entrelazada con la mano de su pareja.

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora