#Día ocho; Perfecto. { Wigetta }

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Samuel estaba seguro de que podría pasar horas enteras viendo películas de esa manera; acostados en el colchón de su cuarto que estaba en la mitad de la sala, debajo de aquellas mantas blancas que colgaban de techo, alumbrados únicamente los las luces navideñas del diciembre pasado y la televisión prendida que, hasta el momento, ninguno de los dos se había molestado en ver. Era un día de películas en el cual la película era lo último que quería ver. 

Los besos eran algo que hasta el momento no había cesado, ni las caricias. Besos tranquilos, cortos, algunos apenas picos robados que dejaban risas suaves de por medio. Simples juegos que los mantenían ocupados, alejados de cual quiera que se estuviera reproduciendo en la pantalla. Sinceramente, Samuel no tenía ni idea de qué película había puesto el menor a estas alturas.

Y así, mientras los pensamientos sin sentido afloraban en la cabeza de Samuel, Guillermo lo observaba divertido. Sonriendo a más no poder. En medio de tantos pensamientos cruzados el mayor de los dos no podía dejar de ver esa sonrisa tan preciosa, tan perfecta, que tenía frente así. Dios, es que era adorable.

— ¿En qué piensas? —preguntó el menor con valentía después de tanto haberlo discutido consigo mismo mentalmente, borrando su sonrisa por segundos únicamente cuando el contrario el robo un beso antes de contestar.

— En que eres demasiado perfecto para ser verdad —confesó Samuel con una sonrisa. Adoraba lograr que el menor se sonrojara seguido.

Era mirar esos pequeños ojitos y enamorarse un poquito más. Simplemente una palabra o una sonrisa lo dejaban sin aire. Literalmente, estaba sin oxigeno en los pulmones mientras los dedos del menor acariciaban su mejilla. Podía sentir como temblaba levemente, pero seguía seguro el camino hasta apenas tener tacto con la comisura de su labio.

Tan jodidamente adorable.

Sin siquiera pensarlo dos veces retiró la mano del menor con suavidad, terminó con el corto espacio que había entre sus rostros y finalmente lo beso una vez más. Justo como el primer beso, sin pensar en cuál sería el último. Volvió una vez más a disfrutar el grosor de los labios ajenos, apenas deslizándose sin llegar a tornar el beso más rápido. No tenía prisa, el tiempo ni siquiera existía. El tiempo jamás corría cuando estaba con él.

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora