#Día once; Repiquetear. { Wigetta }

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El repiquetear del tono de llamada le podía los pelos de punta a Guillermo. Tenía cerca de media hora llamando a Samuel por Skype y no le contestaba. Chaval, cuando le contestara lo iba a escuchar. Aunque claro, más que molesto se encontraba preocupado por el estado de su pareja. La última vez que habían hablado Samuel no se escuchaba del todo bien, y seguía sin tener idea del porqué. Escuchó algo de la maleta, de la PS4 y no se enteró de más. Era algo difícil entender a Vegetta cuando estaba nervioso y hablaba mega rápido.

Igual ahí estaba, sentado en la silla de su computadora insistiendo una y otra vez para que el mayor contestara. Estuvo a punto de enviarle un mensaje enojón cuando vio aquel lápiz jugueton que indicaba que él estaba escribiendo.

 — Gracias al cielo —murmuró.

Leyó el mensaje cuando salió en la pantalla. Las palabras “estaba en la ducha” eran la única explicación que necesitaba, además de “espera” que le dejo al final con un corazoncillo. Espero intentando tener paciencia, con la cara larga y golpeando el escritorio con su dedo índice. Y así fue hasta que en la pantalla apareció la ventanilla de llamada, sin dejar un segundo más correr contestó.

— ¡Estaba preocupado! —gritó molesto, escuchando de paso las risas de su pareja sin aun verlo.

— Perdona, estaba tan ocupado con lo de la maleta que apenas vi las llamadas perdidas hasta ahorita —se excusó, al menos sonaba más calmado que la última vez que habían hablado.

— Tendrás que volver a explicarme que paso, amor, creo que me lo he perdido todo.

Las horas pasaron tan rápido que ninguno de los dos logró notarlo. Con cerca de nueve horas de diferencia había logrado ser ya de madrugada en el país europeo. Sin embargo, aunque las horas pasaban, ninguno de los dos se retiraba a dormir. Samuel puedo finalmente contar su historia, sacar el estrés y dejar a un lado la ira exclusivamente para escuchar las palabras reconfortantes de su novio. Ojalá lo hubiera llamado desde antes. Aunque era un hombre de mucha paciencia, definitivamente el que su maleta se hubiera perdido en el aeropuerto lo había descojonado por completo.

Todo se sostuvo en calma hasta que el menor de los dos soltó un largo bostezo, obviamente agotado. El haber pasado gran parte de su día grabando y preocupado no había sido una de las mejores mezclas del mundo, definitivamente no. En el acto, y sin siquiera dejar que el menor dijera algo a su favor, Samuel lo envió a dormir. Y eso, según Guillermo, era mucho peor que cuando su madre lo enviaba a dormir de niño. Es decir, era más insistente. Lo único que logró hacer Willy fue rodar los ojos mientras el discurso “debes cuidar de ti” estaba en su punto cúspide.

— Samuel —llamó por decima vez, y fue ignorado. — ¡Samuel! —absolutamente nada. De igual manera insistió e insistió una y otra vez.

En ese momento, llego al punto de apoyarse en el escritorio para quedar más cerca del computador. Lo veía hablar y hablar, pero ni una sola palabra del muchacho se procesaba en su cabeza. Se veía tan lindo cuando se preocupaba.

— ¿Me estas escuchado? —después de tantos minutos de silencio de parte de Willy, Samuel comenzaba a sospechar que ni siquiera lo escuchaba.

Entonces notó que la cámara del menor estaba encendida al contrario que la suya. Tenía una sonrisa suave, unos ojitos de sueño y una carita angelical que lo mataba por dentro. Si estuviera en casa le hubiera robado un beso, eso seguro. Lo vio asentir con la cabeza y suspiró; su niño era simplemente imposible, por más insistente que fuera.

— Hablo enserio, cariño, tienes que dormir… —su voz ahora sonaba tan calmada y preocupada que Willy logró sentir cosquillas en su estomago.

— Técnicamente hablando —comenzó a excusarse Guillermo—, allá es de madrugada. Es decir, tú eres quien debería estar durmiendo desde hace un buen rato.

— Lo sé, pero quiero ver si puedo arreglar esto… —contraatacó astutamente Samuel, encendiendo la cámara al igual que su pareja— Luego iré a dormir.

— ¿Qué dices? Ni siquiera tienes ropa de dormir, parece que fueras a salir en media madrugada —bromeó el risueño y adormilado Guille.

— Me quería ver presentable para el chico más lindo de todo el mundo —Samuel debería entender que aquel tono seductor no funcionaba con nadie, y que al contrario, solo lograba risas en el menor— Ya ve a dormir.

Hubo una pausa de cortos minutos en los que el silencio reino. Esta parecía ser solo una pelea visual en la cual ninguno de los dos quería darse por vencido. Willy sabía que tenía razón, y Vegetta creía exactamente lo mismo.

— A ver, mi amor, te comento —Samuel soltó una fuerte risa al escuchar aquellas típicas palabras que él diría de los labios ajenos— para mi es más importante estar aquí contigo, ¡y lo sabes!

— Lo sé, pero también sé que tienes que estar cansado, ¿por favor?

Victorioso, al final Samuel había salido victorioso. Sabía exactamente que Guillermo Diaz jamás se iba a poder resistir a la suplica, y a esa mirada tierna que tenía en esos momentos. Eso era jugar sucio. Willy pareció dudarlo por unos segundos, pero al final de todo acepto tras un suspiro. Samuel sonrió victorioso.

— Solo si mañana me llamas después de haber dormido un rato. —habló Guillermo como quien no quiere un no por respuesta.

 El mayor asintió seguro ante las palabras ajenas, sonriente aun. Vio a Willy dudar un par de segundos más con la mirada baja, como si buscará algo qué decir en la mesa del escritorio. Definitivamente, no había nadie más adorable en la vida que ese chico, al menos para Samuel De Luque.

— Te amo.

Una sonrisa algo frágil se dejó ver en rostro del más pequeño. Lucía disconforme. No iba a mentir al decir que no lo extrañaba, y eso que hacía solo unas horas se habían despedido. Sonaba totalmente exagerado, pero las cosas eran así. Y eso era porque Guillermo era su vida.

— Y también te extraño.

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Desde acá prometo subir a diario como en tumblr, a veces se me complica subir al mismo tiempo, perdón. Contadme, ¿como os ha parecido el reto hasta el día de hoy? ^^

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora