#Día catorce; Pasión. { Wigetta }

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Labios. Malditos labios gruesos que desataban esos ataques de pasión desenfrenada en Samuel. El de veinticinco creía ciertamente imposible de que una sonrisa o un par de besos pudieran hacer de su día una completa maravilla. Y eso que recién abría los ojos.

Benditos labios que le provocan la pérdida de la noción del tiempo, el espacio y de la consciencia. Malditos labios, los labios de Guillermo Diaz por cautivarlo de una manera tan poco real. Preciosos y perfectos esos labios que podía degustar día tras día. Solo suyos, completamente suyos. Benditos los labios de su novio por ser una contextura tan agradable de sentir con los propios, y por ese sabor divino que jamás borraría de su mente.

Samuel no pedía más cosa que la oportunidad de levantarse todos los días y robarle un beso. Un buenos días, un beso más. Un te amo, y otro más. Miles, no importaba cuantos, estaba seguro que en su vida jamás se cansaría de ellos.

— Buenos días para ti también.

Una sonrisa se le escapó al escucharlo. Desde que el menor despertó ni palabras había podido decir con tanta intervención de parte de Samuel. El mayor prefería los despertares a besos, mientras el menor prefería solo embriagarse con el aroma ajeno en un abrazo.

Solo unos días separados y ya estaban así.

— ¿De qué te ríes? —preguntó Guillermo con inocencia.

— Pienso es que es increíble que solo tengamos unos días escasos estando lejos y yo esté pensando en cómo cobrarte cada uno de los besos que me faltaron en esos días —contestó sin problema Samuel.

El silencio se hizo presente por unos cortos segundos. Ambos mantenían los ojos cerrados ante el contacto de la piel ajena en un ligero beso esquimal que volvía la situación de lo más tierna. Finalmente el menor tomo valentía para hablar, aunque no dejaba completamente la pena atrás.

— ¿Cuántos dices que te debo?

Y Samuel sonrió por la pregunta sin siquiera tener respuesta a ella. Ni idea de cuántos debía cobrarle, pero no era como si pasarse del pago le molestara demasiado. Guillermo volvió a reír cuando su propio cuerpo fue apegado aun más al ajeno. La protección estando en esos brazos era algo que nunca le faltaría; le protegían de la desnudez, del frío e incluso de la vergüenza y la timidez que sentía en esos momentos.

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora