#Día cinco; Agua. { Wigetta }

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Posiblemente, el haberse pasado de copas la primera noche en Las Vegas no había sido una de las mejores decisiones que Guillermo había tomado a lo largo de su vida. Estaba mareado, demasiado, y sentía que de un momento a otro sus piernas iban a dejar de responderle. Eso pasaba cuando, estando sin resistencia para el trago, tomaba como si nada en la reunión que tenían.

Gracias a todo lo bueno en el mundo, Ali-a se había ofrecido a acompañarlo a su cuarto después de verlo casi caerse subiendo las escaleras. Ahora solo eran ellos dos, y varias habitaciones de por medio antes de llegar a la suya.

— Estás realmente loco —habló el rubio en su idioma natal haciendo reír a quien iba apoyado en su hombro derecho.

Guillermo no respondió, a duras penas podía procesar las palabras de su amigo por el dolor de cabeza. No le daba para contestar. El rubio, sin embargo, siguió hablando de algo que el contrario no se tomo ni la sutileza de escuchar, aunque asentía a todo como si estuviera totalmente convencido de lo que decía.

Finalmente, después de muchas puertas, llegaron a la suya. Ali-a abrió, y finalmente dejo al pequeño borrachín en la cama antes de desearle unas buenas noches e irme con una sonrisa divertida. El chico creía que era demasiado divertido ver a un personaje como Willy algo pasado de tragos.

Intentó dormir para disipar aquel dolor de cabeza, pero fue en vano. Y eso, más el frío de la noche y una cama vacía, no dejaban dormir al pequeño. A duras penas se levanto de la cama para caminar al baño, pensando que sería una perfecta idea el bañarse con agua helada para despejar la mente.

— Me cago en... —murmuró cuando, por accidente, choco con la puerta al ingresar al baño. Vale, que solo había tomado unas ocho copas, no era para tanto.

Con pasos perezosos camino hasta el lavabo para abrir la llave y lavarse la cara con el agua helada. Eso solo había logrado despertarlo en un diez por ciento, pero algo era algo. Si estuviera en casa quizás no se sentiría tan mal porque alguien estaría cuidándolo, pensó. Y a la par sonrió, sabiendo que eso sería totalmente un hecho.

Extrañaba estar en su hogar, y no hablaba de aquel apartamento viejo de España. Hablaba, literalmente, de su hogar en Los Angeles.

— Tres de la mañana... —habló entre dientes, pensativo, observando la hora en su celular. Sinceramente esperaba un acto de valentía para marcar el número de celular de su compañero de piso.

Pero la pregunta con qué razón llamarlo y la duda de si Samuel estaría despierto o no, no lo dejaban ni siquiera desbloquear el celular. Dejo el aparato a un lado y se saco con la camisa con la única disposición de tomar una ducha como antes lo había pensado. Comprobó antes que las toallas estuvieran ahí antes de cerrar la puerta con pestillo, porque aunque fuera habitación única prefería prevenir que lamentar. Y aquella duda volvió, pero esta vez hubo algo más que le regaño por no poder volver tomar su celular.

— A la mierda —pensó en voz alta antes de tomar el aparato entre sus manos, desbloquearlo, y acto seguido buscar el número de su amigo.

Un timbre, dos, al tercero quiso echarse para atrás. Pero gracias a su mala suerte, o a la buena, la voz adormilada de Samuel resonó en el aparato antes de que pudiera cortar la llamada. Mierda. Se había quedado sin idea de qué hacer; solo estaba ahí parado, respirando en el teléfono.

— ¿Willy? —repitieron el otro lado de la línea, escucho entonces un bostezo y supo que lo había levantado. La había cagado de lo lindo.

— Lamento haberte despertado —contestó en un suave susurro Willy, apretando el teléfono con fuerza. Las manos le estaban sudando, que asco.

— No estaba dormido, estaba editando —aseguró el mayor con una risa al final, logrando así que el contrario sonriese— Gracias por levantarme para que siguiera con mi trabajo.

— Tío, deberías dormir un poco —pidió, con una media sonrisa aun. Ni siquiera se había tomado el tiempo de notar que el mareo se le había bajado para ser reemplazado por los nervios. Aunque claro, aun seguía hablando semi enredado.

— ¿Estabas tomando? —Touché. Aquellas palabras ajenas no le había sonado absolutamente nada amables, ni en lo más mínimo. Aunque quizás, solo quizás, estaba exagerando.

— Había una fiesta —se excuso intentando sonar totalmente normal.

La llamada transcurrió de una manera normal. Guillermo tuvo que escuchar la típica charla de "razones por las cuales no debes tomar cuando no hay nadie que te cuide, o sea yo" de parte de Samuel justo antes de cambiar de tema. El mayor terminó hablando de las cosas que había hecho en el día, en las que no, etc.

— ¿Estas mejor ya? —aquella pregunta había cortado por completo la conversación que compartía con Samuel. El mayor soltó una risa al notar que Guillermo no había entendido, así que continuó— Suenas menos ido por el alcohol.

— ¡Que no he tomado mucho! —se quejó en voz alta, frunciendo el entre cejo aunque el contrario no pudiera verlo.

— Suenas tierno cuando estas pasado de tragos —y aunque no quisiera admitirlo, las mejillas del más joven me habían teñido de un ligero rojo.

— No pienso llamarte nunca más, me has gastado todos los minutos del mes —un cambio de tema drástico fue lo único que Willy pudo usar en su contra antes de escuchar a Samuel preguntar algo que lo dejo helado.

— ¿Por qué me has llamado a mi precisamente? —la preguntaría sería; por qué no. Simplemente era imposible dejar de pensar en Samuel.

— Porque te extraño… 

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora