#Día veintitrés; Volar. { Luzana }

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Ya era hora. Esa cita especial por la cual había esperado desde casi de mitad de año estaba a punto de comenzar. No, cita no, era solo el baile de graduación. Lo que fuera. Los nervios de la rubia solían traicionarle en más de una ocasión y estaba segura de que su excepción no era tal día.


Suspiró mirando la hora en su celular antes de devolverlo a su bolsa. Había llegado al baile de graduación con sus dos mejores amigas tal y como lo había planeado. Luzu y las parejas de ambas chicas –que por casualidades de la vida eran amigos– llegarían en unos minutos. Se reunirían a la entrada del salón, que era justo donde estaban las chicas.


Su vestido azul marino largo se arrastraba sutilmente por el piso a cada que caminada de lado a lado casi desesperada, bajo la mirada de Melissa y Lucia. La mayor de la dos, que correspondía al nombre de Lucia, reía divertida al notar los nervios de la menor de las tres mientras la de vestido rojo solo formaba una sonrisa leve en su rostro. Ambas chicas sabían el esmero que Lana había puesto en la magnífica cita de ensueños, o baile. Lo que fuera.


— ¿Y si no llegan? —preguntó la rubia mirando a la castaña con suplica, casi al borde de dejar una carita de perrito en su rostro.


— Ya llegarán, Lana —contesto Melissa tan tranquila como siempre.


Tal y como lo predijo la chica unas voces masculinas comenzaron a escucharse al final del pasillo. Alarmando a Lana y haciendo a las otras dos reír escandalosamente. Al fin frente, al fin iba a cumplir lo que tanto quería. Su cita. ¡O lo que sea que fuese! Para Lana era una cita con Luzu, nadie le quitaría tal ilusión.

El comienzo de la noche pasó casi aburrido. Ninguno de los hombres se atrevía a bailar con alguna de las chicas. Y estas, al verse atrapadas por ello, simplemente bailaban entre ellas como si nada. Aunque había que destacar el esmero que hacían unos contados muchachos para integrarse. Lastimosamente, de esos contados chicos, ninguno correspondía al seudónimo de Luzu.


— ¡Es hora de ser valiente, linda! —le hablo fuerte al oído Lucia mientras casi le empujaba hasta el lugar en el que estaba sentado el muchacho de sus pensamientos.


Entonces lo hizo. En un completo acto de valentía que en su vida iba a volver a tener, invitó al muchacho a bailar una canción. No supo del todo si la buena o la mala suerte estuvieron de su lado cuando la música pasó a ser más lenta. Quizás, hasta cierto punto, fue mala suerte. Estas cosas definitivamente solo le sucedían a ella, no había duda.


— Tendrás que perdonarme, pero no sé bailar mucho música lenta —se excusó Luzu con usa sonrisa, pasando sus manos por el esmoquin antes de tenderle la mano derecha a la rubia.


— Tampoco sé hacerlo, pero intentemos que funcione —respondió la muchacha en un tono divertido. Había dejado ir a la vergüenza de una manera que ni siquiera le resultaba normal al decir tales palabras.


A continuación, como si fuera de lo más normal, el baile comenzó. Con algunos tropezones y risas por parte de ambos. Tontos, algo risueños y con pocas ganas de que la canción terminara. Y no era solo Lana, era también Luzu que –aunque muy malo bailando y todo– disfrutaba de la compañia ajena demasiado. Era divertido. Toda Lana era linda, divertida y tierna. Tres características que destacaban mucho a la bajita y le hacían imposible al muchacho no fijarse en ella.

Música lenta como un perfecto vals y un sentimiento que hacía a ambos muchachos perderse del resto de sus compañeros. Era justo como estar en el cielo, como volar y perderse entre nubes esponjosas. Simplemente era estar solos. Lana finalmente podía confirmar que, aunque no lo había planeado así, había resultado bien. Por lo menos, más natural que en su imaginación. 

El mejor –y único– baile de graduación de su vida junto a la mejor persona que pudo conocer en la secundaria. 

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora