#Día veintiocho; Burla. { Wigetta }

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Fit For Rivals sonaba a alto volumen en la casa número trecientos cinco del conjunto residencial Bella Vista. Eran cerca de las tres de la mañana y el ruido (considerado así por los vecinos y todo ser racional que deseara dormir a esa hora un día mitad de semana) más un par de tragos tenían en las nubes a más de un adolescente. Ni incluir la droga, claro. La marihuana se conseguía en cierto apartado de la casa, al igual que los hongos y la misma cocaína, todas con diferentes precios y lo suficientemente baratas para que cualquier adolescente de clase media pudiera conseguirla con facilidad.

Guillermo se encontraba cerca del baño, en el sofá que allí habían acomodado para hacer más espacio en la sala que era ahora la pista de baila, tomando algo de licor mientras varios de sus amigos se encontraban bailando, a excepción de una de sus amigas que ya había conseguido afortunado de una noche (como solía llamarlos ella misma). Disfrutaba simplemente de verlos intentar bailar sin aparentar la droga o el trago, mientras él digno y feliz sólo había consumido un par de vasos de cerveza. La costumbre de simplemente no consumir le mantenía en un mediano buen estado para regresar a casa lo suficientemente consiente para que su madre no deseara arrancarle la cabeza.

Natalia, una de sus mejores amigas se encontraba hablando plácidamente con un chico mucho más alto que la misma. La pequeña enana de su grupo había parecido encontrar a alguien por esa noche. Guillermo torció la boca, odiaba las cosas de una sola noche mientras sus compañeros de universidad parecían darle al libertinaje como cajón que no cierra. Sus mismos pensamientos le hicieron sonreír mínimamente. Siempre había sido la burla de su grupo de amigos en las fiestas, porque según los muchachos él no sabía ligar y según las únicas dos chicas del grupo se hacía del rogar demasiado.

Pronto el ambiente cambió cuando una nueva canción comenzó. Escuchó Timber de Ke$ha mientras su mirada seguían enfocada en su enana favorita, la chica amaba la canción y tal como la esperó no tardó el tomar al chico de la mano para obligarlo a bailar (más bien saltar) con ella. Rio con mucha más fuerza que antes porque simplemente su mejor amiga era adorable. Pronto sintió un peso extra a su lado y rogó internamente porque no fuera una chica intentando ligar con él. Cualquiera que siquiera conociera a Guillermo sabría perfectamente que era homosexual, y qué lo que más odiaba era cuando una muchacha coqueteaba con él de manera descarada. Y sí, ya le había pasado dos veces en la maldita fiesta y no quería una jodida tercera que le terminara de amargar la noche.

Intento ignorar a la rubia que no tardó en arrimarse más a su espacio personal con la estúpida excusa del frío. "¿No tienes frío, cariño?" el pelinegro rodó los ojos sorbiendo de su copa ya casi vacía como si esta pudiera sacarlo del infierno y teletransportarlo a casa, justo en su cama. La muchacha no pareció rendirse ni cuando le ignoró olímpicamente, en vez de irse pareció ser un estimulante para que esta quisiera apegarse mucho más a él.

Dios apareció escuchar sus plegarias justo cuando Calvin Harris comenzó a sonar en los parlantes. De un momento a otro la chica se le había separado, pero no por voluntad propia. El joven alzó la mirada solo para darse cuenta de que en realidad alguien había apartado a la chica de él. La muchacha de ropa ligera era sostenida por un chico muchísimo más alto, de contextura ligeramente gruesa y un bronceado casi envidiable. Notó como la rubia hablaba pero lo logró captar ninguna de las palabras (quizás groserías) que iban dirigidas para el castaño que seguramente había visto un par de veces por la universidad porque le parecía algo familiar.

Para cuando volvió en sí tenía a su salvador sentado justo a su lado fumando como si él simplemente no estuviera ahí. Carraspeó de manera exagerada para llamar la atención contraria como si dijera "gracias, pero no me interesa tragarme tu humo" sin articular ni una sola palabra.

— Digamos que me lo debes, chico —fue la única respuesta que obtuvo de parte contraria como si realmente hubiera podido leer su mente.

— ¿Deberte? ¿perdona? —contrarrestó molesto alzando una ceja.

— Se notaba a leguas que estabas incomodo, y yo quería sentarme. ¿No crees que soy una excelente persona? —respondió el contrario con suficiencia, sonriendo al final de una manera que haría temblar al mismísimo infierno.

— Engreído —masculló Guillermo para sí volviendo su vista al frente, centrándose nuevamente en el trago que comenzaba a escasear.

— Y tú eres lindo, pero no ando diciéndole la verdad a la gente en la cara como si las conociera de toda la vida —escuchó como respuesta. Entonces la cerveza de quedó a mitad de garganta atascándole.

Nuevamente escuchó la risa del desconocido resonar en sus oídos.

Volteó a mirarle con cara de pocos amigos pero este simplemente se encontraba tomando una nueva calada de Marlboro como si hubiera soltado el comentario más casual de toda la puta noche, y para ser el colmo, sin ni siquiera mirarlo. Llevó su vista al frente por un par de segundos que parecieron una eternidad. Demonios, ya ni siquiera tenía trago.

— ¿Entonces? ¿me vas a decir tu nombre o simplemente me voy a queda con la duda? —nuevamente las palabras del desconocido le hacían vibrar de pies a cabeza. Lo odió, lo odió porque su simple aroma inspiraba a todo lo contrario a rezar.

— Guillermo —respondió su cerebro por simple inercia. En cualquier otra ocasión le hubiera aplicado la ley del visto hasta que se fuera.

— Samuel de Luque, un gusto.

9=

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora